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“Cuando se celebra en Toulouse el XXV Congreso del PSOE (1972), se había consolidado ya una nueva línea que daba prioridad a la labor de los socialistas del interior, frente a los exiliados encabezados por Rodolfo Llopis. El sector denominado renovador se impone y da paso a una dirección colegiada en la que destacarán Nicolás Redondo, Felipe González y Pablo Castellano. Llopis no acepta su destitución y funda un nuevo partido al que llama PSOE Histórico o exterior. Ambas formaciones pugnaron por conseguir la legitimidad mediante el reconocimiento de la Internacional Socialista, que en 1974 se decantaría a favor del sector Renovado. Ese mismo año, Llopis es sustituido en la secretaría general del PSOE-H por Víctor Salazar.
En 1977, llegado el momento de presentarse a las elecciones generales del 15 de junio de ese año, el Tribunal Supremo de España prohíbe al PSOE (Sector Histórico) seguir utilizando las siglas, que deja en exclusiva a los renovados”.
El renovado se comió pues al histórico y algo después se tragó al PSP y puso a Enrique Tierno de Alcalde de Madrid. El viejo y brillante catedrático de Derecho Político, más acostumbrado al pensamiento abstracto que a gestionar la contrata de la recogida de basuras, mataba su mucho aburrimiento escribiendo bandos en castellano antiguo. Fue en esa época, al dedicar una calle a John Lenon, cuando el Alcalde aludió a él como “John Lenox”.
En mayo de 1979 Felipe González comenzó a preparar el partido para entregarlo a los poderes económicos. Dimitió porque a las bases les había dado la absurda manía de resistirse a abandonar el marxismo y todo el mundo tembló del susto hasta el extremo de suplicarle que regresara. , Entonces proclamó aquello tan tiernamente capitalista de “tenemos que ser sosialistas antes que marxistas”, lo que traducido significaba ¨cedo solemnemente este partido a los bancos, seguradoras, petroleras y farmacéuticas”.
En pleno éxito, el insaciable PSOE siguió comiendo y haciendo digestiones rápidas y fáciles. Esta vez le dio un mordisco mortal a Euskadiko Ezquerra, esa pequeña formación de izquierda vascuence acaudillada por un muchachote alto, con flequillo a la manera de los Beatles y vestido con las americanas de hombreras exageradas entonces de moda llamado Kepa Aulestia.
Desde el primer momento lo consideré un error estratégico. El voto a Euskadiko Ezkerra era un voto vasco que habría permitido al al PSOE sumar tras los debidos acuerdos. Dada la sintonía entre ambas formaciones, esto haría sido más o menos como meter un topo cazavotos en el difícil territorio euskaldún. Pero el voto al PSOE después de comerse a los otros era un voto español. Hoy, con esta crisis, Euskadiko Ezkerra podría haber seguido recibiendo apoyo popular y eventualmente sumando a un PSOE. Pero el PSOE estaba enfermo de soberbia y tenía vocación por lo visto de partido único, como el Movimiento Nacional o el PRI mejicano, y con esa tenencia imperial tan torpe y tan caníbal resultaba ser como el árbol gigante cuya tupida sombra impide que los rayos del sol lleguen a los arbustos de su alrededor.
Hay muchas teorías del origen oculto de esa no siempre clara eclosión popular llamada 15M. Una de ellas me la comentó un militante arrepentido del PP que sabe de lo que habla. Según el, , el 15M fue provocado secretamente por el ala izquierda del PSOE para forzar a Zapatero a una gestión auténticamente social
Sea como fuere, como consecuencia de este proceso histórico el PSOE, ese partido arrogante y hambriento que no dejaba vivir nada a su alrededor, se encuentra en una situación extraordinariamente delicada. Pero especialmente esto es una consecuencia lejana del 15M, porque sus herederos políticos son los joviales muchachitos de Podemos, que aunque a mi juicio con sonora torpeza, sustentan los ideales de izquierda a los que el capitalista PSOE quiso renunciar sin que nadie le obligara.
Hoy la historia ha puesto a este partido en una trampa mortal, porque si se abstiene en la investidura estará cediendo la oposición a Podemos y en las siguientes quizá se hundirá, pero si vota no, en diciembre el crecimiento del PP será proporcional a su caída y quizá su definitiva decadencia. Tal vez esto no habría sucedido sí Zapatero hubiera hecho política de izquierdas en lugar de complacer a los poderes económicos (ejemplo; Jordi Sevilla iba para Ministro de Economía pero Zapatero ante el veto de los bancos por ser demasiado de izquierdas, lo mandó a Administraciones Públicas); tal vez no habría sucedido sí Felipe González no hubiera hipnotizado a los suyos para convencerlos de abandonar el marxismo; pero tal vez habría bastado que el PSOE, en lugar de ser mero instrumento de poder de una casta, al menos tuviese democracia interna tal como manda el artículo 6 de la Constitución.
Acabo de cenar con un jubilado de 77 años, socialista de corazón, que entró en el partido en 1992. Incluso él se queja de que por dentro es como las Cortes de Franco: A los militantes sólo les dejan aplaudir lo que manden los señoritos de arriba. No es el único caso que conozco pero al menos él sigue pagando 180 euros al año. Sé de otros que han huido horrorizados después de una temporada al comprobar hasta qué vergonzante extremo los militantes carentes de voz están ahí sólo para hacer bulto. No me engañaba mi instinto cuando hace una década mi compañero, el director de cine Vicente Monsonis, me propuso colaborar con el PSOE en propuestas de política audiovisual y decliné alegando que me avergonzaría colaborar con un partido de derechas.
Es cierto: El 15M ha destruido al PSOE. Recuerdo aquel slogan tan repetido el 15 de mayo de 2011, entre Cibeles y Sol, “PSOE, PP, la misma mierda son”. ¿Sabéis por qué ha pasado esto? Porque la necesidad de libertad es más apremiante que la necesidad de pan, y porque ese ansia de libertad siempre se abre camino, como las plantas que se modo impertinente brotan en el asfalto o entre las losas del atrio de una vieja iglesia.
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