Ya ven que no hablo de perdedores, puesto que el gran triunfador fue el socialismo; es decir, toda esta gente que aspira a que el PSOE sea de nuevo un referente para la sociedad española.
El aparato falló, puesto que sin alma, sin soporte idealista, los engranajes de las maquinarias del poder acaban rechinando. No era un conflicto de candidatos, no se equivoquen, era un conflicto entre dirigentes y rebeldes con causa. La prueba es que los votos fueron sustancialmente distintos a los avales, porque estos se presentaban con nombre y apellidos bajo la sugerencia y la supervisión del cabecilla de turno y, aquellos, eran libres, secretos y sin el control palmario de la estructura; es decir, en libertad.
Al margen de Andalucía con Susana y del País Vasco con Patxi López, por la lógica del paisanaje, el triunfo general fue para Pedro Sánchez. En algunos lugares, como Catalunya, Cantabria, La Rioja, Galicia, Baleares o Navarra, abrumador; en otros en consecuencia con los resultados generales y en otros, como Castilla la Mancha y especialmente Aragón muy reñidos. Algunas derrotas, tienen que dar mucho que pensar a las ejecutivas correspondientes y a muchos de los viejos líderes y dirigentes, no porque apoyaron a Susana, estaban en su derecho, sí porque ignoran cómo piensa hoy la militancia socialista. Ahí estuvo el gran error.
De lo sucedido en las primarias tiene que salir un renacido partido socialista comprometido con la causa de la ciudadanía española; beligerante con todas las corrupciones, vengan de donde vengan; distante con quienes utilizaron sus siglas para enriquecerse o entregarse al capitalismo cagón y al amiguismo; contestatario con los papanatas de la abstención; paladín del empleo decente, la sanidad eficaz, la educación, la laicidad, las oportunas reformas legales y constitucionales, y sobre todo, con voluntad de reconquistar el gobierno del País, pero no a cualquier precio. Eso es lo que pidió ayer la militancia socialista, aunque a los de las puertas giratorias y al diario El País les repiquetee a populismo.
Recuperar el futuro suena a slogan pero no hay frase más definitoria del trabajo que le viene encima al “anterior” y nuevo secretario general, porque el reciente pasado con sus intrigas, sus golpes de mano, sus intentonas y sus ingenierías de salón, ha quedado enterrado o así debería ser. Hoy, como se han cansado de repetir los candidatos, todos los socialistas deberían apoyar a su líder. La unidad debería ser un hecho si se pretende volver a empezar. Sin trampas, sin excusas, sin subterfugios como el que utilizó en su discurso Susana Díaz, diciendo que hará lo más conveniente para el PSOE (sic) y sin mencionar al ganador.
Lamentablemente, pienso en que todavía habrá resistencia entre algunos dirigentes y su portavoz, el diario El País, a los resultados de ayer; y eso se verá en el 39 Congreso Socialista del 16 y 17 de junio. Allí se debatirá sobre regresar al futuro o mantener los sillones aún a costa de seguir por la pendiente, los argumentos serán los de siempre: la amenaza de una crisis interna, la falta de apoyos de la vieja guardia, o el miedo. Sin embargo, la militancia ha dejado muy claros sus deseos, saber escuchar es de sabios.
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