En 2009 será obligatorio un sistema de recuperación de energía cinética (KERS), con el que se recupera la energía sobrante de las frenadas, convirtiéndola en nueva potencia de unos 60 caballos. Toyota es pionera en el desarrollo mejorado del KERS, de hecho, fabrica su propio modelo al que han llamado Prius.

Se hace difícil de entender que un deporte como la F1 tenga en cuenta la ecología y el respeto por el medio ambiente teniendo en cuenta que los datos que emiten son apabullantes: un coche de fórmula uno gasta unos 70 litros de gasolina por cada 100 kilómetros, recorriendo una media de 600 kilómetros en cada carrera, esto supone una emisión de 900 kilos de CO2 por cada gran premio.

Un aspecto negativo y muy importante de ésta iniciativa ecológica es que la petrolera Petrobras, suministradora de la gasolina de algunos de los coches, saca el biocombustible de plantaciones de urucú en plena selva brasileña, lo que conlleva la eliminación de bosque amazónico, algo que debería de controlarse.

El presidente de la Federación Internacional del Automóvil, Max Mosley, comenta que el deporte llevará una dirección comercial y ecológica, desviando gran parte del esfuerzo de investigación hacia la eficiencia energética. Conseguir más velocidad dependerá del uso de la energía, revolucionando la F1 y poniéndose a la vanguardia de las tecnologías del motor, algo que se traducirá después, en los coches de consumo.

A pesar de que estos cambios sólo fueran una campaña encubierta o una excusa para probar nuevas tecnologías del automóvil, lo cierto es que la ecología correrá veloz con cada coche y en cada carrera, ojalá suponga un paso importante en una hermosa meta por alcanzar.

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La media de españoles que mantienen costumbres ecológicas está por debajo de la media europea.

En todas las estadísticas de las que formamos parte siempre vamos por debajo de la media europea y en éste caso no iba a ser menos. Veamos las cifras y después opinamos.

El 52% de los españoles es capaz de separar su basura para su posterior reciclado, mientras que en Europa la cifra asciende al 59%.

El 33% ha rebajado su consumo energético frente al 47% europeo.


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El 24% ha reducido el uso de bolsas de plástico y artículos de usar y tirar frente al 30% europeo.

El 26% ha decidido usar bicicleta, el bus, o ir a pie a trabajar, para reducir sus emisiones contaminantes frente al 28% de Europa.

Tan sólo el 11% apuesta por la compra de artículos con procedencia ecológica frente al 17% europeo.

Por el contrario ganamos en la cifra de españoles que se declara NUNCA han hecho nada por el medio ambiente, un 11% frente al 9 europeo.

En general la preocupación más destacada es con un 57% el problema del cambio climático y el 58% de los europeos hace patente su disconformidad por el consumo de organismos modificados genéticamente. El 64% cree que es mucho más importante la protección del medio ambiente que la carrera económica de los países miembros.

El porcentaje más amplio, un 78% se lo lleva la preocupación que tienen los europeos por la incidencia que tienen los problemas medioambientales directamente en su vida, dónde curiosamente España sobrepasa la media alcanzando un 82%.

¿Cómo es posible que casi el 90% de la población española esté preocupada por los problemas que le puede ocasionar el deterioro del medioambiente y sea casi incapaz de no hacer nada?

¿Por qué siempre son sólo unos pocos los que se adelantan a su tiempo sirviendo de ejemplo para los que despertarán después?

Esperemos que no sea demasiado tarde y que las mañanitas sean claras y lúcidas para todos.