En esta era de economía del biocidio: ¿Tenemos que esperar a que se escriba la historia y se hagan películas para señalar al nuevo enemigo global, o vamos a actuar ahora para frenar el uso demencial del fuego para la agroindustria?.
Recordemos que cada vez que compramos carne de pollo o vaca que ha sido alimentada con soya, somos parte del biocidio. Elaboremos un recuento de todo lo que comemos con aceite de soya y cuántos litros hemos comprado el último mes. Este tipo de consumo nos hace cómplices de la cadena incendiaria.
Existen alternativas no solo más saludables, sino más responsables y dignas para alimentarnos. Cambiemos hoy de alimentos, elijamos proteger el bosque y aumentemos nuestro consumo de frutos de árbol.
Es una de las formas para salir de esta espiral suicida de la economía del fuego.
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