Para consuelo y esperanza existen muchos humanos que sí desean curar la naturaleza y devolverle la vida arrebatada con una compleja tarea que implica entender cómo se genera la vida, las complicadas etapas que atraviesa cada ser vivo para nacer, establecerse en su hábitat y conectarse con los otros seres para conseguir su alimento, crecer, evolucionar, reproducirse, disfrutar y morir para transformarse en fuente de vida para quien lo necesite en su elemental entorno.

Entonces surge un término para denominar y clarificar la tarea que la especie humana debe encarar rumbo a la restauración, que es la resilvestración, que se va conceptualizando en 1990 y tiene algunas experiencias en el mundo con buenos resultados. En Bolivia, la primera incursión la lleva adelante Senda Verde, en el refugio de animales silvestres rescatados del maltrado, el tráfico y la tenencia irresponsable, ubicado en el municipio de Coroico, una región montañosa, cálida a 2000 metros sobre el nivel del mar y dos horas de viaje desde la ciudad de La Paz.

Dado que resilvestrar tiene que ver con facilitar a la naturaleza el resurgimiento celular, el agua, la interacción entre especies, la tarea de proteger áreas de la intervención humana con uso de fuegos, agricultura y construcciones, es la parte más difícil y costosa. Pero Senda Verde, a la cabeza de Vicky Ossio y Marcelo Levy, han logrado recuperar un área utilizada por varios años por familias yungueñas para el cultivo de hoja de coca entre otros productos que acostumbraban a recurrir a la incineración como método de habilitación acelerada de tierras con fines comerciales que, aunque se haga en pequeña escala, agota la fertilidad del suelo y exige agroinsumos sinténticos para la producción, por lo tanto reduce la generación de oxígeno, humedad en el ambiente, fuentes de agua, microorganismos, bacterias y semillas nativas, así como perjudica a animales que hacen su hogar, gestionan su alimentación, abonan la tierra y a agentes polinizadores diversos que canalizan la reproducción de las especies en general.

Debido a que resilvestrar conlleva varios años de recuperación de las dinámicas reproductivas que van desde biointercambios invisibles para el ojo humano, hasta la recomposición de hábitats de mamíferos grandes y temibles que llegan advirtiendo que podrían encontrar alimento y familia, pasando por aves y murciélagos que se instalan en los árboles; es complicado para la naturaleza resilvestrarse sola en áreas de acostumbrada actividad humana y por eso la primera acción es señalar límites y declarar su protección, además de conectar tareas colaborativas desde las ciudades, empezando por políticas serias, normativa socializada y hábitos resilvestradores de cada habitante urbano.

Hoy en Senda Verde podemos apreciar un área resilvestrada, no sabemos cuán parecida a su estado antiguo natural, pero sí muy diferente y distante de cuando estaba casi desertificada por el fuego y la agricultura convencional. Ahora tiene animales silvestres, bosque, agua y esperanza, pero no deja de estar amenazada por los incendios forestales o la minería que usa maquinaria pesada y contamina el agua. Como se ha podido ver el año 2023 en la temporada seca de salida del invierno a primavera, el fuego ha dañado bosque restablecido, matando animales y desbaratando el avance de la resilvestración. Por eso se requiere el compromiso de la sociedad para incrementar áreas resilvestrables en cualquier piso ecológico inclusive si está dentro o en la periferia de ciudades, con compromiso y voluntad responsables.

Camino en el interior de la Senda Verde.

Las tareas que cada persona puede llevar adelante para la resilvestración desde el lugar donde viva, sin importar la altura, clima, situación económica, profesión, oficio, edad o condición física; son innumerables y por lo tanto podemos empezar por las más cercanas a nuestras posibilidades, pero ir asumiendo más y más competencias según vayamos entendiendo lo que se requiere, analizando nuestra forma de consumo cotidiano de alimentos, ropa, vivienda, gustos y satisfacciones, cada una de éstas tiene que armonizarse con la naturaleza, evitando generar residuos plásticos y aproximándonos a la tierra, abriendo áreas de cemento y asfalto innecesarios.

También debemos colocar agua para aves y polinizadores en ventanas, patios, terrazas, plazas, techos o balcones; plantar árboles para descanso y anidación, poner macetas de flores para polinizadores, sobre todo si vivimos en edificios; enterrar los residuos orgánicos de nuestras casas, oficinas o fábricas para la compostación; canalizar el curso de las aguas naturales al aire libre con menos entubamiento y menos alcantarillado, lo cual implica recurrir a los baños secos y mejor si podemos cultivas huertos ya sea para comida u ornamentación.

Convertirnos en resilvestradores responsables es revertir el ritmo de deforestación, desertificación, contaminación y loteamiento urbanizable, proyectando una vida productora de aire y oxígeno. Lo podemos lograr juntos y no siempre se necesita invertir dinero, sino mentalizarnos hacia una biocultura. Hay mucho más por manifestar y lo haremos no solo por escrito, sino con acciones que otorguen ejemplo y articulen fuerzas, si nos equivocamos solo encontraremos rápidas soluciones juntos.

Abrimos la convocatoria y les damos la bienvenida para organizarnos pronto, no tenemos mucho
tiempo.