Un 18 de octubre, hace ahora veinticinco años, Erich Honecker, líder de la Alemania comunista, dimitió de su cargo presionado por las numerosas manifestaciones ciudadanas bajo el grito de: ¡Nosotros somos el pueblo! El nuevo Politbüro de la RDA preparó una ley para dar permisos de viaje al exterior sin condiciones previas. El nuevo gobierno convocó una rueda de prensa el día 9 de noviembre y el periodista Riccardo Ehrman, corresponsal de la agencia italiana Ansa, hizo la ya célebre pregunta de cuándo sería efectiva la ley; el portavoz del gobierno, Günter Schabowski, ante la insistencia del periodista, rebuscó nerviosamente entre sus papeles y sin encontrar la fecha prevista, dijo: “De inmediato”, lo que precipito aquella misma noche los acontecimientos y la caída del muro berlinés de la que ayer se celebró la efemérides.

Catalunya también respondió ayer a una pregunta crucial para su futuro y el de España como hoy la conocemos. No fue un referéndum, tampoco tenía validez jurídica, pero sí alto contenido político. Más de un 80% de los que depositaron su voto, respondieron sí a la independencia y, al margen de que la consulta carecía de cualquier garantía legal, su escrutinio evidenció la voluntad de muchos catalanes a quienes se les debe escuchar. Mañana oiremos cientos de voces denunciando la poca transparencia y la ilegalidad del evento, pero mal les pese hay un deseo popular que no se puede obviar ni despreciar.

Un cúmulo de continuos errores del gobierno que, no ha sabido o no ha querido arreglar la situación, ha conseguido en un par de años que el menguado porcentaje de independentistas que apenas llegaba al 20% esté hoy cercano al 48% y cómo dirían los especialistas en bolsa, subiendo.

Hay varias razones para todo esto: la incompetencia del gobierno español y sus amenazas; la huida hacia adelante de Convergencia tratando de esconder sus escándalos; la megalomanía de Mas; el hartazgo del pueblo catalán al no ser escuchado ni entendido en sus reivindicaciones y la jugada política de Oriol Junqueras que no sabe abrir una botella de vino, pero sí contar papeletas y que tiene muy claro su lícito objetivo: la independencia. Pero, ante todo, me sorprende la incapacidad de los partidos no soberanistas para contar al pueblo catalán las ventajas de seguir con España, y que lo importante es el bienestar de todos, sin importar la latitud.

Ni una sola vez escucharán al líder de Esquerra Republicana responder a preguntas tan significativas como la de ayer, por ejemplo: ¿Qué pasará al día siguiente de conseguir la ansiada independencia? Desde los partidos soberanistas se han limitado a tocar la fibra sensible de las gentes, a fomentar su ilusión y a recordar los agravios. Todo lo nefasto proviene de España, también la corrupción y el mal gobierno. Y nadie se sienta a explicar a los catalanes que Rajoy no es España, como tampoco Pujol era Catalunya, que la Generalitat hace meses que no gobierna y que en corrupción se cumple la media de toda la Península. Nadie les dice que la financiación autonómica puede tener arreglo, evitando la corrupción, los aeropuertos fantasmas, los Aves vacíos y el derroche institucional.

Si quieren que les diga mi opinión, puedo equivocarme, la pregunta de ayer estaba consensuada entre Mas y Rajoy, el primero se salía con la suya y se convertía en “reina por un día” y el segundo demostraba su carácter y su inamovible obediencia constitucional para aplauso de los separadores. Oriol Junqueras, el más listo de la clase aunque no tenga ni una respuesta clara, se frotaba las manos pensando en los resultados de las inevitables elecciones al Parlament. Pedía ayer Oriol elecciones “para no perder más tiempo” y tal vez quería decir: “para perder a Mas a tiempo”.

Ayer muchos catalanes se fueron a dormir felices y esperando, como en el día de Reyes, que les traigan trabajo, sanidad, educación, justicia y transparencia, como cualquier otro español, ese es el objetivo común y el que debe preocupar a los gobernantes.

Y hablando del día de Reyes… ¿para cuándo el referéndum entre monarquía o república?, este también es un derecho que debemos ejercer algún día. Ya que tenemos que modificar la Constitución que sea a lo grande.