«La votación de hoy deja perfectamente claro que el apoyo científico, político y público a la prohibición es abrumador. Los países que se oponen a la prohibición han fracasado. Ahora, la Comisión debe sacar la única conclusión y detener de inmediato el uso de estos plaguicidas, como primer paso para proteger la producción de alimentos y los ecosistemas europeos. Cualquier retraso significaría ceder a la poderosa presión de  Bayer y Syngenta», ha afirmado Marco Contiero, director de Política Agrícola de la UE de Greenpeace.

Estos tres plaguicidas son neonicotinoides, un tipo de insecticidas que recubren las semillas antes de la siembra, y que se pueden utilizar directamente en el suelo o ser pulverizados sobre las plantas.

En los informes científicos publicados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) a principios de este año afirmaban que los neonicotinoides plantean «riesgos agudos elevados»para las abejas. Estos informes desencadenaron la propuesta de la Comisión. Además, una amplia investigación científica, revisada por pares, ha vinculado incluso la exposición a dosis bajas de neonicotinoides con daños neurológicos y otros daños fisiológicos en las abejas, así como alteración del patrón de pecoreo y daño del sistema inmunológico. La Agencia Europea de Medio Ambiente también publicó recientemente un informe alertando sobre las consecuencias de no actuar respecto a los plaguicidas que afectan a las abejas.

Haciendo caso omiso de la evidencia científica sobre la toxicidad de estos plaguicidas, empresas como Syngenta y Bayer han puesto en marcha una campaña pública y de presión política muy intensa con la intención de retrasar su prohibición. Otros plaguicidas producidos por estas empresas también plantean una grave amenaza para las abejas y otros polinizadores.

Un informe reciente de Greenpeace, El declive de las abejas, identificó siete plaguicidas tóxicos para las abejas que son producidos por Syngenta, Bayer, BASF y otras empresas, cuatro de los cuales no son neonicotinoides.  Greenpeace puso en marcha una campaña para eliminar estos plaguicidas del mercado como un primer y crucial paso para iniciar el abandono de la agricultura industrial en Europa.

Prohibiciones parciales de neonicotinoides ya están en marcha en Italia, Francia, Alemania y Eslovenia, sin impactos negativos significativos en la producción agrícola.

«El declive de las abejas es uno de los efectos más evidentes y visibles de un fallido modelo de agricultura industrial, que contamina nuestro medio ambiente y destruye los mejores aliados naturales de los agricultores, los polinizadores. Los responsables políticos europeos deberían alejar la financiación de la agricultura química intensiva y promover la agricultura ecológica», ha concluido Lus Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura de Greenpeace.

 

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