“Enviaré un SOS al mundo, espero que alguien reciba mi mensaje en una botella”.

The Police (Message in a bottle)

No es el primer hallazgo de este tipo, ni será el último que surque los mares con su recado. La postal que Platz alojara en la botella franqueada con dos sellos con la esfinge del rey de Dinamarca, presume de ser la más  antigua; sin embargo hay constancia de otro escrito en botella datado en 1906 y encontrado después de 107 años, y tras casi 2.000 kilómetros de travesía, atribuido a un tal Earl Willard. Su propietario    Steve Thurber, lo halló en una playa de la Columbia Británica en Canadá y nunca ha querido desvelar el contenido total del texto. También está el caso de una botella hallada por un pescador escocés fechada el año 1915 y que en el mensaje, su autor, prometía una recompensa de seis peniques al que la descubriera.

Como ven la cosa de enviar recaditos por medio de botellas lanzadas al mar no es nueva y sigue de moda todavía. En 1991 una niña de diez años llamada Zoe Lemon que estaba de vacaciones  en la costa este británica, lanzó desde un ferry una carta dentro de una botella de plástico. En la misiva pedía a los posibles descubridores que le notificaran su  hallazgo. Durante veintitrés años su petición viajó en el útero protector de la botella hasta recalar en Holanda, concretamente en el estuario del Escalda Oriental en Oosterschelde, donde fue rescatado por Piet y Jaqueline Lateur que pronto se pusieron en contacto con Zoe, pero esta vez lo hicieron por correo ordinario.

Como dice The Police en su canción, deberíamos mandar nuestro propio mensaje en una botella con nuestro deseo de amor, de comunicación, de evitar las guerras, de salvar al mundo, de llegar al corazón de la persona amada; con un poema, una frase, el estribillo de una canción… algo que queramos escribir y comunicar. No precisamente a este articulista, sino a ustedes mismos; tal vez para alguien al que nunca se han atrevido escribirle.

Pero no les voy a pedir que lo hagan sobre el mar, demasiado contaminado está ya el pobre. Les sugiero que lo hagan en el espacio de comentarios al final de este artículo, como si fuese dentro de una botella que viajará por el mar de la comunicación y que será leído por muchos marinos, pescadores, viajeros y argonautas. Sus pensamientos flotarán por el traslúcido océano de las letras, con destino premeditado o al de la eventualidad de otros lectores. Pensamientos reivindicativos, sugerentes, fantasiosos o románticos como en la película de Kevin Costner.

Aprovechando el final del verano, comuniquen, sugieran, escriban y amen como si fuese la primera vez que lanzan un mensaje dentro de una botella y como sigue diciendo la canción: Salí a caminar esta mañana y no puedo creer lo que vi. Cien mil millones de botellas arrastradas por el mar a la playa. Parece que no estoy solo en eso de estar solo. Cien mil millones de náufragos buscando un hogar. Y yo añado: O escribiendo un mensaje. Quién sabe, tal vez dentro de cien años todavía nos lean.