Será porque no me gusta crearme expectativas a largo plazo o bien por considerar, erróneamente, que es mejor dejarse llevar por la sorpresa o por los acontecimientos. Tengo la absoluta convicción de que el próximo año no va a diferir demasiado del que estamos finalizando, ni tampoco los venideros. Aun así, más que demandar deseos para el año entrante me inclino a plantear un cambio en la actitud de todos a la hora de afrontarlo. Propongo lo siguiente: más que sujetos pasivos o anestesiados anhelando contemplar el arco iris; tomemos partido e intervengamos, pero contando con la opinión de los demás y poniendo la propia en tela de juicio.
Lejos de dejarnos llevar por ese estado convencido y visceral de que la vida es fácil, sin obstáculos y cerrarnos a cualquier aprendizaje exterior, tratemos de pensar, aunque sólo sea por un momento, en todo lo que han luchado los que nos precedieron para que nosotros hayamos llegado a alcanzar, todas esas prerrogativas y ventajas que con todos sus defectos y virtudes hemos heredado de la civilización.
Dejemos de ignorar la dificultad que entraña la elaboración de esas herramientas como son las leyes o las medicinas y asegurar que en un futuro sigan produciéndose y surtiendo efecto: todas esas ventajas que nos rodean y que a veces nos llevan a olvidar nuestras obligaciones. Aceptemos todo aquello que tengamos que hacer aunque no tengamos ganas. Dejemos de arrastrarnos siempre por las mismas corrientes o ideologías. Tratemos de sentir algo que nos haga salir de esa caprichosa serenidad, algo que nos haga tratar de comprender y escuchar a terceros: de aprender en definitiva a enfrentarnos y a desentrañar el por qué de nuestro destino. Quebremos esa estatificación que única y exclusivamente nos lleva a movilizarnos cuando vemos peligrar nuestros derechos. Tratemos de inventar, seamos más espontáneos y empujemos por nosotros mismos el rumbo de nuestra evolución.
No nos llevemos a engaño: tenemos ante nosotros una etapa de grandes problemas y dificultades en el ámbito económico, jurídico, social y político: sería fantástico dejar de escuchar en la radio, en la calle y leer en las redes y periódicos las mismas frases y consignas un día sí y otro también. Salgamos de la modorra. Hagamos algo más que de trabajar, consumir y morir y tratemos de inventar o al menos visualizar un poco más allá de los límites a los que nos tiene habituados esa comodidad impuesta por un aparato llamado Estado.
Situemos nuestro pensamiento a la verdadero nivel de los problemas que nos atañen y hagamos el esfuerzo, enorme esfuerzo , de entenderlos del derecho y del revés buscando muchas veces en el pasado, en la historia, la semilla de los mismos para lograr, en definitiva, conocernos un poco mejor.
Avancemos, porque no nos faltan medios: nos falta entendimiento para comprender nuestros problemas y ese desequilibrio entre la complejidad de los mismos y la falta de interés para interpretarlos constituye el mayor de nuestros dramas.
A todos, de corazón, Feliz año nuevo.
Muy buen análisis, Laura.Feliz año.