Propuestas a escala española:
-Reforma de la Ley Electoral, impostergable, para no seguir manteniendo la funambulesca situación actual, este sentimiento de precariedad representativa de la voluntad de todos los españoles.
-Reforma de la Constitución (en especial el Capítulo 8) estableciendo un Sistema Federal y permitiendo una gran autonomía. La Constitución no solo deberá ponerse al día serenamente sino que debe aparecer como solución y no como problema, como la Carta Magna de un Estado donde quepan todos los españoles con una gran capacidad de autogobierno y unos principios comunes bien establecidos y generalmente aceptados.
-Independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, estableciendo los mecanismos correctores necesarios que permitan, en caso de mayoría absoluta parlamentaria, asegurar el papel de las minorías y de la sociedad civil, con un impecable comportamiento democrático.
-Fomento de la educación, la sanidad y la I+D+i como cuestiones suprapolíticas que están sufriendo unos recortes cuyas consecuencias pueden ser irreversibles.
-Relocalización ponderada de la producción exterior.
-Poner en práctica un gran proyecto de turismo y residencia hacia y en España, sacando partido a la longevidad y a las inigualables características humanas, culturales, climatológicas, naturales, gastronómicas… de la península y de sus dos archipiélagos.
-Fomento de energías renovables.
-Medidas rápidas y severas que penalicen la insolidaridad tributaria y la evasión fiscal. -Iniciativas para el trabajo autónomo y de las pymes.
-Gran movilización de la «capacidad-puente» española, por sus insólitos antecedentes, con África, los países árabes y, desde luego, América Latina.
A escala europea:
-Reforma de los tratados de la UE, fortaleciendo la Unión económica y política que no precedieron a la Unión monetaria.
-Si en las elecciones al Parlamento europeo no votan más del 60 por ciento de la población electoral de cada país, los así electos no deberían ser designados parlamentarios.
-Federación política, económica y fiscal.
-Autonomía en materia de seguridad, sustituyendo a la OTAN, cuya vigencia después de la desaparición del Pacto de Varsovia no está justificada y cuesta a Europa cantidades totalmente desmesuradas, y dejar de adquirir material bélico innecesario y propio, además, de guerras pretéritas.
-Equilibrada relocalización industrial.
-Incentivos para la I+D+i.
-Aplazamiento razonable de los plazos de reducción del déficit y regulación de los flujos financieros.
-Reposición de los principios democráticos para orientar las actitudes de la Unión, favoreciendo el pluralismo cultural, étnico, ideológico y religioso como base de la convivencia armónica, situando a la justicia social en el centro mismo de la política comunitaria. Salvaguardar siempre los medios necesarios para la educación, el conocimiento y la salud. Y, a través de los incentivos necesarios, el trabajo para todos, conscientes de la nueva naturaleza del mismo, como consecuencia de la deslocalización, automatización, robotización y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Particularmente apremiante: democracia genuina a todas las escalas: ver el proyecto de «Declaración Universal de la Democracia», que cuenta ya con el apoyo de personas de gran prestigio.
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