Solo era una teoría, basada en conceptos de raciocinio, observación y un poco de bienintencionado cachondeo. Sin embargo, en este domingo lluvioso, un artículo leído en el periódico “El País”, confirma mi teoría.

En el Centro para la Ciencia Neuronal de la Universidad de Nueva York, trabaja un científico español – uno más – en el equipo de Joseph Le Doux, neuriocientífico y viejo rockero. Se trata de Lorenzo Díaz-Mataix, un joven neurólogo alicantino, comprometido en la búsqueda del mecanismo cerebral responsable del miedo, que dice soñar con poder dirigir su propio equipo de investigación en España.

Lorenzo Díaz-Mataix. / NYU

Lorenzo Díaz-Mataix. / NYU

El neurólogo español ha demostrado que en lo más profundo del cerebro se esconde la amígdala, una región del tamaño de una almendra que al parecer es el lugar en el cual se generan nuestros miedos. No es una idea nueva, las investigaciones de Díaz-Mataix parten de otra hipótesis de 1949 del psicólogo canadiense Donald Hebb, basada en una teoría de nuestro Nobel aragonés Santiago Ramón y Cajal. Hebb expuso que: “Dos células o sistemas de células que están repetidamente activas al mismo tiempo tenderán a convertirse en ‘asociadas’, de manera que la actividad de una facilitará la de la otra”, es decir, en ellas queda grabado cualquier horror, temor o desastre y estos recuerdos influyen en las conexiones con otras células, convirtiéndose en una evocación pavorosa. Y ahí está la confirmación de mi hipótesis que ahora viene a corroborar la ciencia.

El objeto de tanta prevención por parte del gobierno, que les empuja a mantener callados, multados y prisioneros a los ciudadanos, viene dada por el recuerdo de la pérdida de las elecciones del 2004, debida, según ellos, a los tristemente famosos atentados terroristas en los trenes de cercanías de Madrid. El intencionado empecinamiento en culpar a la banda terrorista ETA de los mismos, les llevó a un inesperado desastre electoral. En aquella ocasión se desgañitaron en sus trece sin que el Pueblo hiciese caso de sus medias verdades ni de sus mentiras que hoy todavía tratan de mantener.

Ahora, diez años después, ven como entonces amenazada la posibilidad de seguir en el gobierno y eso les da espanto. Cada vez que aparecen noticias sobre Podemos se crispan con el rictus del miedo porque sus neuronas, conectadas con las del recuerdo, les anuncian otro batacazo. Sus exabruptos y avisos sobre el peligro de un gobierno de corte populista son parecidos y coincidentes con su posición de 2004. Todo vale para anunciar catástrofes sin cuento, incluso la última jugada de sacar una fotografía de Pablo Iglesias en las protestas de aquel entonces. Son sus células preservándoles del peligro inminente.

Lo curioso es que no les da por cambiar el clima político y siguen erre con erre avanzando por la cera donde se dieron el tropezón. ¿Falta de reflejos o de conexión neuronal? Sea lo que sea, sus propias células, inmersas en recuerdos ancestrales y temerosas del futuro, les dictan lo que mejor saben hacer: reprimir.

Esperaremos a ver cómo se va desarrollando todo: Cuánto durará la maldita ley y cuándo podrá volver a su Alicante, Lorenzo Díaz, para investigar en España; y tantos y tantos jóvenes que han tenido que marcharse. Es curioso, eso no deja malos recuerdos en las conciencias de los populares.

Será que solo tienen miedo a perder el escaño.