Aquella foto
Adolfo Suárez se muere, y es preceptivo elogiar su figura hasta la náusea, como ocurre con cualquiera que fallece. Por supuesto, no faltará tampoco quien cumpla con el ritual de aprovechar la inminente defunción para destripar su leyenda y sacar los trapos sucios de un falangista que fue parte activa en los últimos compases del régimen de Franco, hasta que el devenir de los tiempos lo obligó a cambiar.