En el artículo de “Los esclavos ojiazules” vimos como la esclavitud era practicada con gente de toda procedencia y raza en tiempos tan tardíos como las postrimerías del siglo XIX en los territorios de la España de ultramar, pero como todo no es negro, ni blanco, hoy voy a presentar la otra cara de la moneda y es que somos un país de contrastes en el que entre otros muchos se produjo la paradoja de tener esclavos y a la vez defender la libertad de los huidos de las potencias rivales.

Ser esclavo no era lo mismo en el territorio español que en el inglés y la prueba está en la cantidad de documentos que acreditan como los esclavos de las colonias Inglesas huían de sus amos poniendo en riesgo su vida mientras atravesaban una región hostil y llena de peligros intentando llegar a territorio español.

La ciudad de San Agustín, tiene el honor de ser la primera de los actuales Estados Unidos, fue el primer asentamiento español en las tierras de América del Norte, tras la fundación de la ciudad por Pedro Menéndez de Avilés en 1565, su proximidad al canal de las Bahamas, ruta de vuelta que utilizaban las naves españolas le confería una importancia estratégica vital, pues cerraba el circulo de navegación, Sevilla (posteriormente Cádiz), Canarias, Cuba, Florida. Para defender este paso se construyó un “Presidio” que además de defender la ruta daba apoyo y protección a las distintas misiones, tanto jesuíticas como franciscanas que fueron pacificando y colonizando el territorio.

Sin embargo la población, tanto peninsular como de criollos y mestizos en San Agustín era escasa, unos 300 habitantes, y la población indígena estimada en 14.000 personas se repartía en las provincias de Guale, Timicua, Apalache y Nueva, siendo muchos  hostiles.

La posterior aparición de los ingleses tras fundar Charles Town hoy Charleston, en 1670, preocupó a las autoridades virreinales, pues muy pronto empezaron a hacer incursiones sobre las desprotegidas misiones españolas, ya que los misioneros en su labor pacificadora se habían encargado de mantener separados a los soldados de los indios, contando para su defensa principalmente con la guarnición de San Agustín que además de los soldados regulares tenía otros muy particulares, al igual que en algunos territorios de la corona donde se habían incorporado a la defensa negros y mulatos libres en las llamadas “Milicias de Pardos y Morenos”, tanto en las islas Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, así como en tierra firme Nueva España y Cartagena de Indias, amparándose en las leyes españolas que protegían a los esclavos huidos de otras colonias.

Estas fuerzas agrupadas en compañías de milicias tenían derecho de llevar armas, estaban uniformadas igual que el resto de unidades y tanto sus oficiales y sargentos llevaban el sable o espada de ordenanza, teniendo asignadas sus banderas reglamentarias “La Cruz de Borgoña o de San Andrés”, el nombre del batallón y un lema, que en el caso de los de pardos era “Siempre adelante es gloria” y en el de los morenos “Vencer o Morir”. Lo mismo ocurrió en La Florida, serían los esclavos huidos de las colonias de Carolina del Sur y posteriormente de Georgia, los que tendrían un papel clave para la población y defensa de esta tierra.

Ya hemos dicho que ser esclavo no era igual en las colonias inglesas, francesas u holandesas que en las españolas, las leyes españolas partían de las “Siete Partidas” donde se recoge que un esclavo solo lo podía ser por tres razones, por ser hecho prisionero, porque su madre es esclava heredando su condición o porque se vendía a sí mismo como esclavo, pero reconocían que era un ser humano y tenía sus derechos civiles, podían tener dinero propio de manera que ahorrando lo suficiente podían comprar su libertad “manumitirse” , también la lograban al morir su amo pues en muchos casos los incluían en su testamento por diversas razones, como la caridad o el agradecimiento, es significativo el caso del negro Francisco Herbao, que fue manumitido en el testamento de su amo en agradecimiento por salvarle la vida, “después de Dios, a este criado le debí la vida en el conflicto del terremoto general que padeció esta ciudad [de Lima en 1746], pues, si no hubiera sido por su fidelidad y animosa diligencia, hubiera peresido en aquella ocasión”.

Pero también podían poseer y transmitir propiedades, no estaba permitido romper las familias de los esclavos vendiéndolos por separado e incluso estos podían denunciar a sus señores ante los tribunales, según la historiadora estadounidense Jane Landers, de la Universidad Vanderbilt, “las leyes y las costumbres españolas garantizaban a los esclavos una personalidad legal y moral así como ciertos derechos y protecciones que no se encontraban en otros sistemas de esclavitud”.

Cédula real de 1693 en la que se concede la libertad a los esclavos fugitivos. ABC

En el caso de los esclavos huidos de otras colonias las ventajas eran mayores, las “Reales Cédulas” que hubo, disponían que quedarían libres al entrar en territorio hispano solo con abrazar la fe católica y encargarse de la defensa y población del territorio. Carlos II, dicto la primera en 1693, posteriormente se publicaron otras en 1680, 1693, 1733, 1740, 1750 y 1753 con Felipe V, Fernando VI y Carlos III, de esta forma surgió una clase de africanos libres impensables en las colonias inglesas.

Los primeros esclavos huidos según consta en el Archivo General de Indias, llegaron en un bote “ocho negros, dos negras y una criatura de pecho”,  así lo informó el gobernador de La Florida, Diego de Quiroga, el 24 de febrero de 1688, procedían de San Jorge (Jamestown) en la colonia inglesa de Carolina, según manifestaron deseaban ser instruidos en la doctrina católica en contra del criterio de sus amos ingleses, por lo que decidieron huir al amparo de las leyes españolas.

Sin saber que hacer, Quiroga pidió instrucciones a España destacando la voluntad de los fugados de bautizarse en la verdadera fe, tras ser catequizados y bautizados tuvo la excusa perfecta para no devolverlos empleándolos en la construcción del castillo, contrayendo matrimonio dos de ellos. Los ingleses enviaron una delegación reclamándolos a ellos y a otros tantos que habían llegado desde La Habana para reforzar la defensa de San Agustín y que habían sido rescatados por los corsarios españoles, tras varias entrevistas entre los ingleses y las autoridades de la plaza y ante la petición de quedarse en territorio español pues los antiguos esclavos temían por su vida, se decidió comprarlos por 160 pesos cada uno, dinero que habían ahorrado de su salario, quedando como hombres libres.

La corona fue aplicando esta política de liberar a los esclavos en las distintas Reales Cédulas como hemos dicho antes, siendo definitiva la dada por Fernando VI en 1750.

Juan Márquez Cabrera, gobernador de La Florida desde 1680, crea las Milicias de Pardos y Morenos a imagen de las de las Antillas en 1693, la unidad se compone de 42 hombres y 6 oficiales actuando estas en defensa de la ciudad ante el ataque de los piratas, así como de una incursión en Carolina con la intención de atacar Charles Town, incursión que fracaso tras desatarse una fuerte tormenta que les hizo desistir del ataque regresando a San Agustín.

Estas acciones corrieron como la pólvora por las colonias inglesas lo que incentivó a otros muchos esclavos a escapar buscando la libertad en territorio hispano, pero incluso si no lo conseguían colaboraban con los españoles contra sus amos británicos, estos comenzaron a endurecer las leyes contra los esclavos huidos lo que tuvo poco efecto, el reclamo de la libertad era demasiado atractivo, entonces los colonos ingleses establecieron patrullas a lo largo de las rutas que utilizaban hacia San Agustín, pero los fugados agudizaban el ingenio sorteándolas siendo cada vez más los esclavos que huían de sus dueños, según el profesor Michel Francis, de la Universidad de South Florida-St. Petersburg:  “Hay documentación de esclavos que huían de Nueva York, Carolina del Norte y del Sur y Georgia, con la esperanza de ser bautizados en San Agustín”. 

En 1717 tomó posesión un nuevo Gobernador Antonio de Benavides, dentro de su carrera militar un hecho le había destacado cuando en la batalla de Villaviciosa de Tajuña, había salvado la vida del rey Felipe V; al comienzo de la batalla Benavides, se dio cuenta de que el rey era el único que montaba un caballo blanco, esto le convertía en un objetivo perfecto para la artillería enemiga, cabalgó en su dirección atravesando el campo de batalla cambiando su montura por la del monarca, fue providencial pues al momento una granada estallo debajo de él, terminada la batalla Felipe V, ordeno buscarle y atenderle salvando la vida gracias a la intervención real, en agradecimiento el Rey le llamo “Padre”, recompensándolo con un ascenso y el nombramiento de Gobernador y Capitán General de la Florida.

Benavides puso orden en la hacienda deshaciendo la trama de corrupción de su antecesor Juan de Ayala Escobar. Negoció con los indios Apalaches, quienes instigados por los Británicos no paraban de guerrear contra los españoles, su trato afable y bondadoso unido a la donación de ingresos cumpliendo todas las ofertas hechas a los indios, más sus dotes de disuasión convenciendo a los jefes indígenas de que no valía la pena luchar contra un imperio como el español, hizo que los indígenas abandonaran las hostilidades.

No obstante aunque siguió las leyes dictadas en las Reales Cédulas, ante la falta de recursos y temiendo que los británicos actuaran contra los intereses españoles, vendió algunos esclavos para resarcirlos de sus constantes pérdidas, los británicos por su parte dijeron que Benavides estaba obteniendo beneficios con estas ventas.

Ya hemos dicho que muchos esclavos colaboraban con los españoles antes de huir, un caso destacado fue el de Francisco Menéndez, nacido en Gambia, de etnia “Mandinga”, fue capturado por los traficantes de esclavos y vendido en Carolina del Sur, desde donde escapó viviendo entre los indios “Yamassee” varios años, con ellos luchó contra los británicos en la guerra de estos contra los indios, tras la derrota de los indígenas llegó con ellos a San Agustín para unirse al santuario de esclavos huidos, los indígenas fueron reubicados alrededor de la ciudad, mientras que los esclavos fueron vendidos, Menéndez, fue comprado por el Gobernador Juan de Ayala y Escobar por maíz y alcohol, comprobando directamente la diferencia de ser esclavo de la corona española, vivía con el gobernador del que se ganó su confianza de tal forma que su mujer tomó el nombre de Ana María de Escobar.

Ante la llegada constante de negros fugitivos de las colonias británicas el nuevo Gobernador, Benavides, envió a su Contador Real, Francisco Menéndez Márquez, a negociar a Charles Town con los propietarios ofreciéndoles 200 pesos por los fugitivos cosa que estos rechazaron por creer que era del todo insuficiente, tras esto los esclavos fueron vendidos en subasta pública, Francisco Menéndez fue comprado de nuevo por el contador real del cual toma su nombre tras su bautismo.

Las autoridades españolas pronto vieron sus cualidades y dotes de mando cuando acompañó a Francisco Menéndez Márquez a destruir el fuerte “Stuart Town”, al año siguiente y esclavo aún fue nombrado capitán de la Milicia de Pardos de San Agustín, solicitó varias veces su manumisión así como la de una treintena más de esclavos, todo cambiaria con la llegada de un nuevo gobernador.

Manuel de Montiano fue nombrado Gobernador y Capitán General del Presidio y Provincias de San Agustín de la Florida el 29 de abril de 1737. A su llegada a La Florida la situación era critica, la presión inglesa había aumentado y se sospechaba una invasión de los británicos, mientras incitaban a las tribus aliadas con ellos a hacer incursiones en el territorio español de Apalache contra los indios aliados de los españoles matando en una de ellas al cacique Pujoy. Ante estos hechos Montiano pidió refuerzos, víveres y fondos al Capitán General de La Habana, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, pero este no considerando el peligro ingles desoyó al Gobernador.

Entonces, el 15 de marzo de 1738, dio la libertad sin condiciones a todos los fugitivos llegados de Carolina, publicando a continuación un bando en el que animaba a todos los esclavos de las colonias británicas a huir a San Agustín buscando la libertad, esta medida fue refrendada por la corona que aprobó sus acciones ordenando la libertad de todos los esclavos que habían llegado a Florida y a los que estuvieran por llegar, lo que ayudó a crear de una población interracial con fuertes lazos de unión entre los esclavos evadidos y los indígenas con la población de San Agustín.

La creación de la colonia de Georgia por el general James Oglethorpe, supuso un aumento del contrabando británico en contra de los intereses españoles además de una violación constante de la frontera.

Montiano, no disponía de suficientes tropas para defender todo el territorio, con una guarnición de unos 350 hombres, mermada constantemente por las enfermedades y las deserciones, dependía de las milicias de indios y negros de su ejército, estas eran unidades de caballería ligera que operaban como una guerrilla con gran autonomía a lo largo de la frontera.

El Gobernador decidió crear un nuevo asentamiento a media legua al norte de San Agustín (unos tres kilómetros), lo bautizó como “Gracia Real de Santa Teresa de Mosé”, en él se asentarían indios y negros gobernados por sus propios líderes bajo la autoridad del Gobernador, quien designo a los frailes franciscanos para catequizarlos y enseñarles buenas costumbres, el nuevo pueblo estaría amurallado y protegido por un fuerte, constaría de unos 20 barracones, una iglesia y sacristía quedando los campos de cultivo fuera de la fortificación, al mando puso al capitán de las milicias Francisco Menéndez, había nacido “Fuerte Mosé”.

Recreación de Fuerte Mosé

La idea de Montiano era que los antiguos esclavos desarrollaran su nueva vida en libertad, les encargo la construcción del nuevo asentamiento y les proveyó de suministros y semillas para que comenzaran a roturar y sembrar los campos, el propio gobernador se lo comunica la rey en una carta fechada en San Agustín de la Florida el 16 de febrero de 1739: “El gobernador de La Florida da cuenta a V.M. de haber puesto en libertad a distintos negros fugitivos de las colonias de ingleses, colocándolos en una nueva población con un capitán que los instruya y que en interim que V.M. se sirva de asignarle congrua le ha señalado lo mismo que goza un misionero. Con el motivo de haberse presentado ante mí los negros esclavos que en distintos tiempos han venido fugitivos de San Jorge y otras poblaciones de ingleses pidiendo los pusiese en libertad en virtud de reales órdenes que a este fin tenía V.M. pedidas, me informé y reconocí varias reales cédulas en que V.M. piadosamente favorece todos los que vinieren a profesar la religión católica y habiendo formado autos para proceder con la justificación debida, los puse en libertad, publicando por un bando, que los que en adelante vinieren de las dichas poblaciones al expresado efecto se pondrán desde luego en libertad, cuyas palabras expresas son de una real cédula de veinte de octubre de mil setecientos treinta y tres de que di cuenta a V.M. en treinta y uno de mayo del año próximo pasado de mil setecientos treinta y ocho y dispuse pasasen a vivir al territorio llamado Mosé, media legua poco más o menos al norte de esta plaza y formasen en él un pueblo.”  

Pero también utilizaba Fuerte Mosé como primera línea de defensa de San Agustín ya que los libertos habían entendido perfectamente cuál era el papel que se esperaba de ellos y que venían realizando desde antes de su fuga, defender el territorio que les acogía en libertad tal y como Montiano explica al rey:  juraron ser “los más crueles enemigos de los ingleses” y “derramar su sangre por la Gran Corona Española y la Santa Fe”. 

Tras la fundación de Fuerte Mosé todo se precipitó en las colonias británicas, la continua fuga de esclavos incremento la tensión entre las autoridades inglesas, que solicitaban a las españolas la devolución de los mismos. El Gobernador les recibía con hospitalidad pero amparándose en las leyes españolas se negaba a devolverlos, como en el caso del Capitán ingles Caleb Davis de Port Royal, quien llegó a San Agustín reclamando sus esclavos huidos a quienes reconoció por la calle, interpuso un demanda reclamando 7.600 pesos por ellos, pero esta nunca próspero y se volvió de vacío. Estas noticias llegaban a las colonias británicas y a sus esclavos que no solo se fugaban en más número sino que empezaron a revelarse contra sus amos. Fuerte Mosé crecía día a día convirtiéndose en una realidad para una gente que soñaba con la libertad bajo la autoridad española,  convirtiéndose en el primer asentamiento de negros libres de los actuales Estados Unidos.

Tras estallar una nueva guerra entre Gran Bretaña y España, “la guerra de Asiento o de la Oreja de Jenkins”, Oglethorpe, atacó Florida con una gran fuerza formada por regimientos de Georgia y Carolina de Sur, indios Semínolas aliados de los británicos y una flotilla de Carolina del Sur, rápidamente se hizo con los Fuertes españoles Pupo y Picolata, al oeste de San Agustín, dirigiéndose inmediatamente a los fuertes San Diego y Mosé. Montiano no tenía fuerzas suficientes para rechazar a Oglethorpe, y ante la pérdida de los demás fuertes decidió abandonar Mosé y llevar a la población y a sus milicias a San Agustín, los británicos sitiaron la ciudad y asentaron cañones en la isla Anastasia al otro lado de la ensenada, desde donde cañoneaban el formidable castillo de San Marcos de Apalache, que construido con dura roca de coquina resistía el bombardeo.

Oglethorpe esperaba que Montiano ante esta situación rindiera la plaza y así se lo solicito, la respuesta del Gobernador español fue contundente: Tendré el placer de conocerte dentro del castillo …”, reforzó la defensa y envió un pequeño navío a La Habana pidiendo refuerzos, este partió de noche sorteando el bloqueo inglés y llegando a la capital cubana, donde ahora sí se prepararon y enviaron suministros y refuerzos en seis navíos al mando del Capitán Juan Fandiño, el mismo que proporcionó la escusa a los ingleses para declarar la guerra cuando le cortó la oreja al corsario Jenkins.

Defensa de Fuerte Mosé

El asedio continuaba cuando un desertor ingles informó a los españoles que Oglethorpe planeaba un ataque aprovechando las mareas altas para cruzar la bahía de Matanzas,

Entonces Montiano en una gran jugada de mano planeó un ataque con las escasas fuerzas que tenía. Compuestas por infantería, la milicia de negros y un pequeño grupo de indios Yammasee (aliados de los españoles), atacó por sorpresa la noche del 25 al 26 de junio a los británicos, rompiendo el cerco y reconquistando Fuerte Mosé, tras lo cual ordeno su demolición para evitar que volviera a caer en manos inglesas y regreso a San Agustín.

Esta acción tuvo un efecto desmoralizador entre las tropas británicas, que aún mantuvieron el asedio un tiempo, pero el 20 de Julio de 1740 Oglethorpe, ordenó una precipitada retirada abandonando parte de su material en el terreno.

Montiano se mostró muy satisfecho por el comportamiento de sus tropas y en concreto con las milicias tal y como refleja en sus cartas: “El patriotismo, coraje y firmeza de los soldados, milicianos, negros libres y convictos ha sido grande (…) Incluso entre los esclavos se ha notado una particular firmeza y un deseo de no aguardar al enemigo dentro de la plaza sino de salir a su encuentro. En resumen estoy muy satisfecho del comportamiento de todos durante el asedio, y especialmente con la circunstancia de que durante el sitio no ha habido una sola deserción”. 

La retirada de los británicos fue aprovechada de inmediato por el Gobernador para reparar los daños causados en el Castillo de San Marcos y comenzó la construcción de otro más pequeño en el río Matanzas en la entrada de San Agustín, “Fuerte Matanzas”, para defender la ensenada.

La guerra continuó su curso y los británicos preparan la mayor flota reunida hasta ese momento para dar el golpe de gracia al imperio español, al mando del Almirante Vernon. Tras el primer éxito con la toma de Portobello y Chagres, se dirigen a Cartagena de Indias, pero aquí se toparon con Blas de Lezo, quien diseño una magnifica estrategia que acabó con la derrota de los británicos.  Vernon humillado se retiró hacia Cuba, desembarcando en la bahía de Guantánamo siendo también rechazado, a continuación atacó La Guaira y Puerto Cabello, con el mismo y desastroso resultado, finalmente es llamado a Londres para dar cuenta de una desastrosa campaña que supuestamente ya estaba ganada antes de comenzar.

Este cambio de signo de la guerra favorable a los intereses españoles motivó a Manuel Montano a invadir Georgia, el objetivo era fortalecer el territorio español a la vez que disminuía el poder británico que se había ido extendiendo desde la creación de la citada colonia, para ello libertarían a todos los esclavos negros según las leyes de Reino, se les concedería tierras pasando a ser propietarios para de esa manera poblar La Florida, según un plan trazado por el propio Montiano.

Las fuerzas españolas con refuerzos llegados desde Cuba avanzaron tomando “Fort St. Simons” y enviaron exploradores hacia “Fort Federica”, donde se había refugiado Oglethorpe, tras varios encuentros con los británicos, varias fuerzas españolas quedaron rodeadas por un regimiento de regulares ingleses y otro de highlanders escoceses quienes se habían apostado en el camino que conducía a Fort Federica, Montiano envió refuerzos a rescatar a los prisioneros produciéndose la batalla de “Bloody Marsh”  (Pantano Sangriento), en donde tras algunas bajas se consiguió recuperar a los soldados españoles.

Tras esto y ante la falta de pertrechos y el temor del Gobernador español de dejar desguarnecida tanto San Agustín como La Habana, tomó la decisión de retirarse.

El Gobernador Británico intentó en dos ocasiones más tomar San Agustín siendo rechazadas en ambas, la defensa de Fuerte Matanzas en la primera y el oleaje debido al mal tiempo en la segunda lo hicieron inviable.

El Capitán de la milicia Francisco Menéndez, tras la destrucción de Fuerte Mosé se embarcó como corsario pero tras algunas acciones fue apresado junto con otros libertos por el corsario inglés “Revenge” (Venganza), al reconocerlo los británicos quisieron castrarlo como castigo, finalmente le proporcionaron 200 latigazos vendiéndolos a él y a sus compañeros como esclavos, pero Menéndez no era alguien que se dejara intimidar y de alguna manera consiguió volver a escapar y regresar a San Agustín donde se le puso al mando del reconstruido Fuerte Mosé.

Tras la entrega de La Florida a los británicos, Francisco Menendez acompañado de su mujer y sus milicias se trasladaron a Cuba en donde fundaron una comunidad llamada San Agustín de la Nueva Florida, perdiéndose su rastro y el de sus compañeros, se cree que fueron integrados en las milicias cubanas. Fuerte Mosé fue destruido por los británicos para intentar borrar todo rastro de lo allí acontecido y así disuadir a cualquier esclavo de volver a intentar fugarse.

La Florida, continuo siendo española hasta 1763, donde en el tratado de París tras la guerra de los siete años fue cedida a Gran Bretaña a cambio de La Habana que había sido tomada por ellos un año antes, Francia nos cedería La Luisiana en compensación. La Florida volvería a manos españolas tras la independencia de los Estados Unidos a quien se cedería definitivamente en el tratado Adams-Onís en 1819.

Recreadores de Blody Mosé.

El santuario español de Fuerte Mosé fue único, y aunque había otros asentamientos similares ninguno tuvo la presencia y disposición tan fuerte y arraigada de sus habitantes, esclavos huidos de las plantaciones británicas, de vivir en libertad bajo unas leyes que los amparaban y protegían. España replicó este modelo a lo largo de su territorio sobre todo en el Caribe, lo que ocasionó fuerte malestar entre las potencias enemigas siendo la fuga de sus esclavos una constante fuente de problemas para ellas.

Los arqueólogos han localizado la situación donde se encontraba ubicado Fuerte Mosé, encontrando los restos del fuerte, el foso y restos de edificios de madera además de diversos artículos de la vida diaria y militar (clavos, dedales, pistolas, balas, etc).

Declarado Monumento Histórico Nacional, todos los años a mediados de junio los habitantes de San Agustín recuerdan el hecho histórico de la batalla de “Bloody Mose” (Mosé sangriento), en donde vestidos con los uniformes azules de la Milicia Negra y portando la antigua enseña nacional española (la bandera de la Cruz de Borgoña, que hoy día sigue hondeando en el Castillo de San Marcos junto a la estadounidense y en el Fuerte Matanzas), recuerdan con orgullo que allí defendieron una tierra que los acogió en Libertad.