Son cuatro candidatos con juventud, presencia y buena información, si bien, únicamente Soraya tiene experiencia en el gobierno y su prepotencia. Es una nueva generación política, y bienvenida sea si con ella lleva la regeneración como bandera. Esta falta de tablas se notó en alguno de los participantes sobre todo a Albert Rivera que al principio se mostró nervioso, en Pedro Sánchez que respondió a las primeras cuestiones un tanto acelerado, incluso en Pablo Iglesias que cometió algunos errores sobre conocimientos políticos. La más segura fuese la vicepresidenta, acostumbrada a estas alturas a lidiar con lo más difícil y a explicar lo que no tiene explicación; no obstante, la traicionó su cinismo al hablar de corrupción porque, ella lo sabe bien, el PP está metido hasta las cejas; como ejemplo cito su insensata tozudez por meter en el mismo cajón el tema de Monedero que el de toda la retahíla de corruptos de su partido, que incluyen los mayores sinvergüenzas del reino.
Como supongo que habrán leído, el orador que a la postre hizo más propuestas fue Pedro Sánchez. No podía ser de otra forma porque el Partido Socialista tiene la mayor experiencia de gobierno, sin embargo, se preguntaba Pablo Iglesias por qué estas medidas que ahora se proponen no se pusieron en marcha cuando los socialistas podían hacerlo y ese es el verdadero hándicap que tienen los de Pedro Sánchez, porque sus estructuras siguen estando anquilosadas por rescoldos de dirigentes amancebados con el capitalismo y nuevos valores cuya peor actitud es la de querer imitar a sus “mayores”…, si Pedro no lo remedia. Mucho lastre para el socialista que se defendió de los ataques progresistas de Pablo mencionado torpemente a los dirigentes de Syriza, porque poco tiene que ver Grecia con España. Brillante en su exposición sobre la creación de empleo con los tres tipos de contrato, cuando reprochó al actual gobierno que haya dejado la caja de la Seguridad Social casi vacía o cuando respondió a Soraya – que presumía de haber evitado el rescate -, que lo de la banca también había sido un rescate y a costa de todos; sin embargo, se apagó cundo le preguntaron las diferencias sobre el Estado de las Autonomías y un Estado Federal, donde podía haberse lucido.
La frescura política de Albert Rivera habría podido darle mucho más juego, estuvo genial al mostrar la portada de El Mundo sobre los sobresueldos de Rajoy, pero se empecinó en desmarcarse de todo el mundo postulándose como la solución idónea y lanzando una cortina de humo cuando se le preguntó por los pactos. Cualquiera de los candidatos sabe que no tendrá mayoría absoluta, pero tratan de postergar su disposición en los acuerdos postelectorales para tratar de captar más votos. La que más mintió al respecto fue Soraya que, confiada en que el PP va a recibir más votos que nadie, insistió en que gobierne el partido más votado, ocultando que, le guste o no, tendrán que pactar. Porque nadie se cree que se marchen del gobierno ganando las elecciones, así de rositas.
Por su parte Pablo Iglesias hizo las propuestas más progresistas de la noche sobre el empleo, los impuestos, el fraude fiscal o el coste salarial de los políticos. Valiente con su exposición sobre la necesidad de un referéndum en Catalunya, y que fue contestada por los otros tres, agarrándose a la Constitución y a sus artículos, sin mencionar que el famoso 149, apartado 32 donde dice que el Estado tiene como competencia exclusiva en: La autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum, posibilita a que autorice un plebiscito sin necesidad cambiar la Constitución. Con aceptar la consulta de modo informativo y no vinculante se hubiesen ahorrado muchos disgustos, pero seguramente hubiesen defraudado a muchos de sus incondicionales. También fue muy valiente Iglesias con su rotundo: No a la guerra.
A tenor de lo escuchado ayer ¿qué separa realmente a los unos de los otros? En mi modesta opinión hay cuatro puntos diferenciales que deben tenerse en cuenta:
La eliminación drástica de la corrupción y del fraude fiscal, en el PP hay muy poca intención real de hacerlo. Hay que obligar a devolver el dinero y evitar más amnistías fiscales que no van a ninguna parte, salvo a los bolsillos de los defraudadores. Disminución de los beneficios extraordinarios de los políticos: sueldos elevados, planes de pensiones, viajes y comidas, que es otra forma de corrupción políticamente admitida.
Referente a los impuestos, rechazar la pretendida reducción del PP, en la que los más ricos ven reducido sus impuestos sobre sus grandes ingresos, mientras los trabajadores se benefician del mismo porcentaje sobre sueldos cada vez más bajos. La oferta más acertada es la de Podemos que pretende subir los impuestos y la escala a partir de los 60.000€ y exigir la revisión de IVA, a la alza o a la baja, según productos. Sobre todo una drástica reducción del IVA cultural.
En el empleo, rechazar los contratos basura del PP y la propuesta de Albert Rivera del contrato único, porque esto significaría el despido libre y a la postre se convertiría, de nuevo, en contratos efímeros porque se despediría a los trabajadores con menos antigüedad. Parece mucho más eficaz la propuesta socialista de tres únicos tipos de contrato.
En la búsqueda de un país administrativamente más dinámico y eficaz. Estableciendo competencias claras entre las administraciones para evitar duplicidades y anular de una vez por todas las diputaciones provinciales, órganos cuyos servicios deben estar cubiertos por ayuntamientos y gobiernos autonómicos. Convertir el Senado en una verdadera cámara territorial de concierto autonómico y estatal. Reduciendo en un 50% sus componentes. En estas medidas cada partido tiene su propia visión porque merma, sobre todo en los dos que han ejercido el poder hasta ahora, su capacidad de poder repartir puestos y sillones.
En resumen, fue solo un debate más; pero importante. Porque las propuestas y los planteamientos estaban dirigidos a la captura del voto indeciso y en la mente de todos eso fue lo más presente. Se confirmó la bisoñez de algunos de los aspirantes y el lío que se montará el día 21, porque habrá que hacer muchos números y muchas concesiones. Puede darse el caso, como está ocurriendo en Catalunya, que algún partido poco votado tenga la llave del gobierno y pueda sacar su programa adelante o puede darse un apoyo a tres bandas, pero nunca una mayoría suficiente para gobernar sin pactos ni coaliciones. Está muy claro que el ganador por puntos, es decir, por número de diputados, será el partido del gobierno, pese a la corrupción, a beneficiar con los impuestos a los que más tienen, al fracaso en Catalunya, al empleo precario y barato, a los rescates bancarios, a las limitaciones y recortes de las pensiones y a tantas cosas mal hechas; porque el miedo, las amenazas de la economía, la risa de la banca, el conformismo y la vulgaridad alcanzan a una mayoría que acepta el actual estado de cosas y a pesar del debate de ayer, prefieren lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y así nos va.
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