De igual manera, las palabras se integran en una mezcla parecida a la anterior, son como una composición que está en nuestro interior, aguardando pacientemente para tornarse en barro, en mensajes para dar carácter a los versos que depositamos en el aire y que lanzamos al infinito junto a nuestros sentimientos, a nuestras alegrías, a nuestro amor o sencillamente a nuestra forma de ver y vivir la vida.

Posteriormente, esos sentimientos se van alineando para dar orden al resto de la estructura y así, permitir que emerja ese poema que nos llegue al corazón y se quede a vivir permanentemente dentro de nuestro espíritu, formando de esa forma una argamasa de letras, tinta y papel que darán origen a las composiciones más increíbles y más bellas que jamás se pueda imaginar.

La poesía es la parte intrínseca que nos falta y que la encontramos muy pocas veces en nuestro camino. La poesía no es solo de quien la escribe, también es para quien se escribe, para quien goza con ella y para todos aquellos que la consumen devotamente como si de una droga se tratara. Pero esta vez, para dar y ser savia en sí misma, para crear formas e imágenes de sueños irrepetibles, de sueños inconfesables, de sueños de amor.

Por eso la poesía es como el barro, un elemento moldeable que, en manos del artesano, hace que florezcan esos sentimientos que nos acompañan en toda la obra. Poesía y barro, dos elementos que conviven juntos en la imaginación en y los sueños de sus creadores y que se perciben en cada átomo que existe dentro de cada una de ellas.

Las sensaciones de la poesía se encuentran en cualquier parte, en cualquier lugar o en cualquier rostro perdido que pasa junto a nosotros, sin dejar rastro, solo una estela de sensaciones que nos hacen componer un verso y seguidamente otro más hasta que la tinta de la pluma se quede incrustada en nuestros dedos sin poderla borrar.

La poesía es como el aire, se aprecia en el rostro, pero no lo puedes atrapar. Sientes que la brisa recorre tu piel, pero no la consigues acariciar. Son sensaciones que invaden la mente y se quedan cobijadas allí para siempre y nunca las logras echar.

Barro y aire, poesía y sentimientos. Amargor de boca el día que no puedes crear. Dulce de leche en los labios cuando logras un solo verso, un mísero y sencillo verso, que será el principio de un poema y posteriormente de otro más y así, hasta ver tu obra plasmada en un libro o alojada en el corazón de un lector desconocido.

Hoy comencé a escribir y las musas, esta vez, no han pasado de mí, pues sin barro no hay vida y sin poesía… ¿Qué sería de la vida?

 

Barro que da relieve

al tiempo.

Barro de las juntas

 de versos deshojados.

Barro de la larga

 agonía deshilachada.

Barro, versos, vida,

formas hechas con mimo,

poemas creados con imágenes,

palabras confeccionadas con limos.

Palabras de barro.

 

Autor José Luis Labad