Esta grave situación ha coincidido en el tiempo con un plan europeo para conseguir el 10 por ciento del carburante a partir de fuentes de energía renovable, principalmente de biocarburantes de origen agrícola. Muchos han creído por ello que los biocarburantes son una de las causas, si no la más importante, del dramático incremento de los precios de los alimentos. La realidad es muy distinta. Los biocarburantes europeos no sólo no son la causa del elevado precio de los alimentos. De hecho pueden ayudar a solucionar el problema Vayamos por pasos. Según el estudio de impacto que acompaña la directiva europea sobre energías renovables, el objetivo de la UE —10 por ciento para el 2020— exige un crecimiento en el consumo de productos agrícolas para biocarburan-tes de 4 millones de toneladas anuales. En 2006, de acuerdo con cifras de la FAO, el consumo global de cereales fue de 2.200 millones de toneladas por año. Es difícil entender cómo una demanda de 4 millones de toneladas por año podría afectar al precio de un mercado de 2.200 millones.

Algunos piensan que la producción estadounidense de maíz puede haber tenido una mayor influencia en los precios actuales, pero aquí, de nuevo, las cifras tienden a probar lo contrario. El incremento de demanda de materias primas para biocarburantes de Estados Unidos de 2006 a 2007 fue de 12,5 millones de toneladas en un año. De nuevo es difícil entender cómo 12,5 millones de toneladas podrían producir un impacto sobre un mercado de 2.200 millones. Curiosamente, este año, la producción de maíz de los Estados Unidos ha respondido a la demanda de biocarburantes y además ha aumentado su excedente exportable de maíz.

En realidad el cereal que más se ha encarecido no es el maíz, sino el arroz, del cual no se ha producido jamás ni una gota de biocarburante. A nivel global, el producto agrícola más usado para biocarburantes es la caña de azúcar de Brasil, donde la mitad de los coches funcionan con bioetanol.

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Los precios del azúcar, contrariamente a lo que podríamos pensar, no han sufrido el aumento de precio de otros productos agrícolas, sino que, de hecho, ahora es más barato.

A la luz de estas reflexiones, se ve claramente que el impacto de los biocarburantes en el aumento del precio de los alimentos es marginal. ¿Cuáles son pues las causas de la subida de los alimentos? Los expertos apuntan a varios factores: por un lado, malas cosechas en Estados Unidos, Europa y Australia; en segundo lugar la debilidad del dólar —las ayudas a los alimentos se adquieren en dólares… una de las razones por las que el Programa Mundial de Alimentos (WFP) tiene menos poder adquisitivo este año que en años anteriores—; la especulación en los mercados de materias primas; el incremento de la población mundial; creciente demanda de Asia oriental debido al desarrollo económico de China e India; restricciones en las exportaciones en Ucrania y Rusia —habitualmente los grandes proveedores a nivel global— y por último, aunque no menos importante, el incremento en el precio del petróleo —aumento de los costes de transporte y la producción agrícola—. No olvidemos que una de las pocas herramientas que la Comisión tiene para bajar los precios del petróleo es precisamente el fomento de combustibles alternativos.


El impacto de los biocarburantes en el incremento de los precios de los alimentos sería muy pequeño, incluso si alcanzamos en 2020 nuestro objetivo del 10 por ciento. A pesar de ello, la Comisión quiere mantenerse en guardia y ha incluido en su directiva de energías renovables un mecanismo dé seguimiento que evalúa cualquier impacto de los biocarburantes sobre los precios y la producción de alimentos, el medio ambiente o las condiciones sociales de los trabajadores.

Sin embargo, los riesgos de los biocarburantes no deben hacernos olvidar sus beneficios, también en el desarrollo de los países más afectados por el alza de los alimentos. La FAO y otras organizaciones han reconocido que los biocarburantes pueden estimular las inversiones en la productividad agrícola de los agricultores en los países del Tercer Mundo. El 70 por ciento de las personas más pobres del planeta viven en áreas rurales, donde lo importante es relanzar el sector agrícola, a través de inversiones que mejoren la productividad. Para ello, es necesario disponer de la seguridad de que alguien comparará el producto final a buen precio. Muchos países pobres están situados en zonas tropicales, las mejores para producir cultivos energéticos como la caña de azúcar.

El objetivo del 10 por ciento les garantiza que Europa comprará ese producto a buen precio, siempre y cuando se respeten los criterios de Sostenibilidad incluidos en la directiva En conclusión, una política de biocarburantes equilibrada, como la concebida por la Comisión Europea, podría llevar a transferir a las naciones pobres, una parte substancial del dinero que actualmente pagamos a los países productores de petróleo. Si usted pudiera elegir qué hacer con el dinero que se gasta en gasolina, ¿a dónde lo enviaría?

Ferrn Tarradellas. Portavoz de energa de la comisin Europea.