En contra de lo que se cree, una gran mayoría de estos asesinos no siguen ningún precepto coránico ni tampoco órdenes de una organización del llamado tipo Estado Islámico o Al Qaeda. En su generalidad son seres depresivos influenciados por cualquier charlatán iluminado que se esconde detrás de sus soflamas, que nunca dará personalmente la cara, y que capta al idiota de turno hablándole de guerras santas y de creyentes versus infieles. Ya le gustaría a IS tener estructuras capaces de llegar a todas partes para sembrar el terror global.
Los malditos de marras no son revolucionarios o místicos con causa, acostumbran a ser personajes inadaptados, con la suficiente debilidad mental para ser caldo de cultivo de santones y bocazas; son fracasados sociales que odian todo aquello que un día soñaron tener: familia, paz, amor, amigos, felicidad y en el momento en que lo pierden, como le puede suceder a mucha gente, en vez de tratar de superar sus miserias, culpan a la sociedad y a las libertades que les permitieron soñar en un futuro feliz.
Su objetivo no es el enfrentamiento con el enemigo, la eliminación de los infieles, o el atentado a una clase dominante. Su objetivo es el ataque indiscriminado y feroz a gentes que fueron sus compatriotas y vecinos: mujeres, niños, ancianos; ya sean creyentes o no; de piel clara o de piel oscura; franceses o tunecinos; musulmanes, budistas o cristianos. Desde la cabina de un camión solo son objetivos.
En ocasiones, obedecen directrices ambiguas que interpretan las suras del Corán según les conviene, en otras escuchan mensajes y sofismas de otros malditos más cobardes que ellos; en algunas, siguen una vocecita interior incitándoles al odio y a la venganza ciega. Y, sí, en ocasiones, son células de organizaciones terroristas que pretenden sembrar el miedo y el caos; y que reivindican todo lo que pueden, aunque sea obra de un loco solitario o del grupúsculo del locutorio de la esquina. Todo es terrorismo.
El jueves, la música macabra del baile de uno de esos malditos sonó en Niza. Pero las gentes que amamos la felicidad y la libertad nunca nos dejaremos amedrentar por esos imbéciles. Hoy todos estamos con Francia, con la Francia eterna y revolucionaria, la Francia de la libertad y de la fraternidad. Si alguien, como el asesino de Niza, no ama esos valores, sea maldito para siempre.
Como ser humano, no puedo si no conmoverme, con noticia del brutal atentado. Espero que nos sirva para ser más escrupulosos a la hora de votar.
Efectivamente Ángel. Las libertades cuesta mucho ganarlas y luego se pierden muy fácilmente. Salud y República.