Imagina Barcelona
Sin miedo. Imagina Barcelona. El mundo en paz viviendo intensamente, decía John Lennon. Utopía por trabajar.
Sin miedo. Imagina Barcelona. El mundo en paz viviendo intensamente, decía John Lennon. Utopía por trabajar.
En respuesta al atentado terrorista perpetrado en el Manchester Arena, Kerry Moscoguiri, directora de campañas de Amnistía Internacional Reino Unido, ha realizado las siguientes declaraciones.
Frente al terrorismo es un error invocar solo a la fuerza.
De nuevo han bailado los malditos, esta vez ha sido en Niza el lugar de la masacre. Podía haber sido en cualquier otro lugar del mundo, pero el maldito descerebrado del Paseo de los Ingleses ha cometido el delito en la patria que le vio nacer, la misma que en su día acogió a sus progenitores.
Ya se cuentan 167 muertos en Bagdad, que se suman a las 41 que perdieron la vida hace unos días en el aeropuerto de Ataturk.
Pero no somos ellos, no somos Bagdad ni Turquía. Somos París, somos Bruselas o Madrid.
El Grito, como todos ustedes saben, es el título de cuatro cuadros del noruego Edvard Munch. Representan una inquietante figura andrógina en primer plano en un momento de profunda angustia gritando desesperadamente. Lo mismo que muchas de las personas que el pasado domingo fueron testigos y víctimas de los últimos atentados terroristas.
He esperado unos días para escribir este artículo porque no quería que la tragedia parisina me influyera demasiado. Tenía que recuperar la perspectiva, la realidad del día después y valorar las consecuencias del paisaje roto por el terrorismo.
El terrorismo es el último recurso para imponer el miedo a quienes no están de acuerdo con unas ideas incapaces de prosperar por una vía pacífica y democrática. Nunca es defendible, pero sí entendible en caso de que el sistema al que se pretende atacar sea dictatorial, corrupto y asesino. Sin embargo, la vida de cualquier inocente no justifica a la mejor de las ideas. Si además, detrás de este terrorismo, solo se encuentra una minoría arbitraria e intolerante, el perjuicio causado se vuelve estéril para los ejecutores e irreparable para sus víctimas.
Hay ocasiones que, para bien o para mal, quedan grabadas a fuego en la memoria. Uno de esos momentos que permanecerán indelebles es el atípico jueves de instituto que viví cuando tenía quince años. No fue un día más de clase, pues el caos que venía de Madrid se extendió por las aulas de aquel centro de una capital de provincia mientras tratábamos de asumir un golpe que pegaría duro a todo un país. Fue el día de los atentados del 11 de marzo.
Luisa, una lectora española de la revista nos ha enviado este escrito pidiendo que sea publicado. Manteniendo nuestro espíritu de difundir todos los textos recibidos, con la debida identificación, les trasladamos su opinión sobre la reciente anulación de la Doctrina Parot que, para aquellos lectores no españoles que lo desconocen, se basa en un dictamen del Tribunal Supremo de febrero de 2006, por el que la ejecución de la totalidad de la condena comienza con las penas más graves y los beneficios se aplican individualmente para cada una de ellas, y no sobre el máximo legal de 30 años de permanencia en prisión. De este modo, una vez cumplida la pena más grave, se debe cumplir la siguiente, y así sucesivamente hasta el límite legal, lo que alarga la estancia en la cárcel.
Nuestra lectora denuncia que con esta anulación, presos pertenecientes al grupo terrorista ETA, condenados por diversos asesinatos, saldrán en breve de prisión.