En estos días difíciles para los no corruptos, algunas noticias perjudican la imagen que la sociedad tiene de las ONG, cuando hay muchas organizaciones que trabajan duro y cuyos componentes se juegan el pellejo para ayudar a quien lo precisa.
Un empresario de nombre Augusto César Tauroni, está en la cárcel a la espera de que termine su juicio, acusado de uno de los mayores delitos que puede cometer un ser humano, robar a los pobres. Seguramente ustedes conocen esta historia que ha llevado al banquillo a nueve imputados. Entre ellos, al conejo, según adjetivo aplicado por don Augusto César a Rafael Blasco Castany, ex consejero de Solidaridad y Ciudadanía de las Cortes Valencianas de las que fue portavoz del grupo Popular, partido al que pertenecen la mayoría de los imputados y que hoy gobierna en España, y a los que se les acusa de tráfico de influencias, prevaricación, malversación y fraude.
El agravante de tales acusaciones está en que las imputaciones lo son por la delictiva utilización de las concesiones económicas a la Fundación Cultural y de Estudios Sociales, una ONG cuyos fondos se tendrían que haber destinado para a ayudas a países necesitados. Para que sirva de ejemplo y se hagan una idea de los manejos de la Fundación, de los 1,8 millones de euros destinados a Nicaragua, únicamente llegaron 43.000 €, y el resto fue presuntamente utilizado para adquirir inmuebles, que la justicia debe averiguar de quién son propiedad.
Según supuestos mensajes enviados por el tal Tauroni a Blasco, en referencia a las ayudas, preferían gastar estas cantidades en ellos mismos que en “Negrolandia” o para “Los negratas”, como llamaba don Augusto a quienes iban destinados esos fondos. Seguro que los supuestos sinvergüenzas que se sientan en el banquillo no habrán leído a Rubén Dario, a Fonseca a Tomás Borge o a Gioconda Belli. ¿Para qué, si sólo son negratas?, dirán.
Lo que sí a buen seguro habrá sido libro de cabecera de todos ellos, sobre todo el de Blasco, es “Alicia en el país de las maravillas”, donde el astuto conejo blanco va de un lado a otro con su reloj en la mano y según le conviene toma el té con el sombrerero o se hace heraldo de la reina de corazones. Igualito que Blasco, que ha rodado por todo el arco político, según la oportunidad – ¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Voy a llegar tarde!, como exclama el conejo de Alicia-. Militó desde el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriótico), al partido Popular, pasando por el PSPV, porque que, al parecer, lo que más le importaba era llegar y él sí que sabía a dónde.
El PSPV, presentado como acusación particular, solicita para el ex consejero 15 años de prisión y 42 de inhabilitación, algo más que la fiscalía Anticorrupción, que pide 14 años de prisión y 33 de inhabilitación para Blasco. En cualquiera de los casos y a efectos de participación política, la condena para Blasco sería para siempre.
Sin embargo ahora recuerdo una pregunta de Alicia al conejo blanco: “¿Cuánto tiempo es para siempre? El conejo sonríe y responde, “A veces sólo un segundo”. Ojalá no sea así.
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