LLévo varios días dando entrevistas.
Lo que está sucediendo en Nicaragua donde 94 personas, entre ellas mi hermano, mi hijo y yo, hemos sido despojados de nuestra nacionalidad, acusados de «traidores a la patria» y sentenciados a perder nuestros bienes, sin que haya mediado en esto juicio, y debido proceso; sin que nos hayan presentado las pruebas de por qué nos acusan o nos hayan dado la oportunidad de probar nuestra inocencia, ha causado pasmo y rechazo en Europa y América Latina.
Ha sido consolador escuchar que, tanto Chile, como Argentina, Colombia y ahora México, se ofrecen a concedernos nacionalidad para que no seamos personas despojadas de nuestras nacionalidades y nuestro derecho a tener derechos, que es el concepto detrás de la idea de ciudadanía.
Agradezco con todo mi ser a las muchas personas que me han escrito, a las amigas y amigos y seguidores de Facebook y otras redes, por sus mensajes de solidaridad.
Agradezco a los gobiernos que nos extienden protección. Lamento que mi país que amo se vea en esta situación extraña y discordante. Es como retornar a prácticas medievales, imponiendo destierros y acusaciones de traición a quienes, como personas pensantes y críticas, hemos expuesto y denunciado los atropellos que sufren tantos conciudadanos por parte del régimen Ortega-Murillo.
No Comment