Distintas líneas psicológicas, como conductismo, psicoanálisis, estructuralismo…ya trataban la conexión entre estos dos campos.

Welleck y A. Warren (1949), encuentran en cuatro puntos la relación entre el aspecto psicológico y la Literatura: El proceso creador, los arquetipos psicológicos reflejados en los textos literarios, el escritor, y los efectos en los lectores.

Psicología y Literatura no pueden separarse en cualquier estudio de crítica literaria. Las teorías psicológicas han ayudado y ayudan a entender esta interrelación.

Estas particularidades del escritor se acentúan aún más si nos centramos en la Poesía. Desde los Presocráticos, ya se hablaba de la esencia del poeta como “poseído”, “imbuido”, “locura divina”, hasta transportarlo al mundo de la verdad bajo la inspiración de las musas.

Friedrich Schiller, poeta, dramaturgo, historiador… le escribió a Goethe una carta preguntándole: ¿por qué es tan importante para ti escribir?” y Goethe le contestó: “Distinguidísimo Schiller, para mí es más que importante el escribir, porque considero a la escritura como un proceso de exteriorización, sobre la cual plasmo mi pensamiento y puedo colocar algún conocimiento adquirido, algún concepto, idea o acontecimiento, con la mira puesta en alto sobre mi misión: la de poder comunicar a otras personas mis escritos”

Tal y como argumentara Goethe, la escritura ayuda a exteriorizar el pensamiento, lograr tener una buena expresión, una estrategia argumentativa coherente, ordenar las ideas, tener un léxico notable, elevado y percibir que el lenguaje sea descifrable.

Otorgar a los seres humanos la libertad de pensamiento, dejar que fluya su imaginación, tener argumentos, juicios, sentimientos…es la función principal de la educación, esto contribuirá a que sean artífices de sus decisiones, aciertos y errores, triunfos y fracasos…a conseguir su destino. Se confiere al autor esa libertad para componer sus obras revelando su talento, su personalidad, sus miserias y virtudes y la originalidad de cada uno de ellos.

Esta aventura tiene su riesgo.  Como el vino, ha de cuidarse para obtener la maduración perfecta. Cada poeta se desvela con el mejor de sus poemas para conseguir una buena producción. Métrica libre, reglada, blanca… recursos con los que se han regado las obras de  corte clásico, vanguardista…Todo ha servido para escribir desde el corazón, desde la  realidad,  con   fantasía,  con   ensueño,  con  desarraigo,  observando  el   día  a  día…  con autonomía  y preocupándose  por el lenguaje. El autor defiende su poesía más personal e intimista, con mirada crítica, así encontraremos en Antologías representantes de las corrientes más variadas y dispares.

Comenzar con la tarea de escribir puede hacerse muy cuesta arriba si no existe la experiencia escritora, si no se ha inyectado antes la dosis de pluma y papel y más aún si existe dificultad en el dominio de las técnicas básicas de redacción, la gramática, sintaxis y las reglas de ortografía. Todo ello se adquiere con la Cultura, con el conocimiento y con la lectura de diferentes textos que lleven a tener criterio y conduzcan a unas líneas personales.

¿Hay algo que no esté impregnado de poesía? Probablemente hasta el razonamiento lógico-matemático sea un mundo lírico donde los números y las operaciones pueden resultar hasta poéticos. El Arte combina todos los géneros. José Lamarque De Novoa, poeta, mecenas, protector de artistas y escritores, destacó la poesía que se desprendía en las obras de Murillo:

¡Oh! ¿Quién, Murillo, enumerar podría de tus creaciones las supremas galas?

Aquel fresco y suave colorido, la célica poesía

que en tus lienzos magníficos destella.

Escribir poesía es aún hecho complicado. Es una motivación casi espiritual, donde se llegan a límites que no se habían previsto. Es un momento de inspiración casi mística.

Observar el mundo interior o el mundo exterior, donde cabe todo: un impulso, amor y desamor, la defensa de una persona, el homenaje a un pueblo…, es un acto que puede resultar frustrante, en especial si no eres una persona imaginativa o si careces de ideas poéticas. La inspiración, paciencia, dedicación y el trabajo formarán grandes textos que irán mejorando a medida que se descubran las técnicas y recursos de este género. El análisis de textos y la erudición hará más fluida esta iniciativa aunque ordenar ideas en el género lírico es complejo pues  ha de fluir la imagen , dar libertad a las ideas, sensaciones, pensamientos, palabras… hasta que surjan esas  emociones,  intuiciones con una disposición en la forma y el fondo que contribuyan a hacer un texto bello.

Como sucede con toda gran obra de escultor u orfebre, la constancia, el esfuerzo, el trabajo serio, el tachado, el dar giros al verso, jugar con las imágenes, relacionar concepciones, percibir a través de los sentidos todo aquello que solo el poeta es capaz de ver, lograrán un poema de calidad. En un poemario debe estar incrustado la independencia calificada como única y la pretensión que el lector disfrute, goce y conozca matices de su trabajo.

Los poetas revelan la esencia de las cosas, del mundo, de la naturaleza mezclando la percepción, serenidad, imaginación, sensibilidad y pensamiento, desde el conocimiento razonado y erudito. Esta forma de componer poemas es el pretexto para desprenderse de lo simple y captar lo más deshonroso y profundo. Es la confesión del propio autor: análisis interno.

El recurso de los Poetas   es la lengua que ayudará a manifestar la visión de un mundo íntimo, de un universo oculto, combinando alucinaciones, impresiones e intuiciones para mostrar desde lo más superficial hasta llegar a los límites de lo increíble. Así el lector descubrirá caminos  misteriosos cargados de experiencias, cubiertos de  inspiración creadora, lo que Rimbaud  llamó  “alquimia del lenguaje”, es decir, una combinación o aleación de las palabras perfectamente ajustada a la vivencia, a los encantamientos que se quiera expresar, de modo que permita la estructura cabal del poema, sin que sobre ni que falte una palabra.

Trabajar con los sentidos, exteriorizar experiencias y dar luz a un espacio íntimo transmitiendo sentimientos, con perspectiva artística, acabando de una forma bella una gran inspiración, es el don de escribir poesía.

Títulos, palabras, ideas… sirven para consolidar un trabajo formal en fondo y forma. Los poemas realizan un recorrido por el planeta de las imágenes dejando la huella de la personalidad y los intereses de cada uno de los autores.

“El poeta, diría Neruda, no es un pequeño dios”.  Efectivamente, no es pero es su “obra”. Cada artista, de cualquier género, es un creador, es un trabajador. Las imágenes, la técnica, el distintivo, los recursos utilizados y su singularidad proveerán de belleza al poema. Conseguir el trabajo deseado supone un ejercicio psíquico y estético utilizando el recurso de la palabra escrita.

Un ejercicio psíquico y estético, una unidad de mente y alma y una obra que valorarán otros ojos, disfrutando de la lectura o, simplemente, para ser criticada.

 

Rosa Rodríguez Núñez es Presidenta de ASEAPO y miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional.