Todo el mundo estudia el apoyo decisivo de Francia para conseguir la victoria de los norteamericanos como si solo ellos les hubieran ayudado, cierto que los franceses apoyaron la revolución abiertamente desde el principio con el objetivo de perjudicar a Gran Bretaña, pero tanto ellos como los norteamericanos llegaron a un punto crítico que solo se inclinó a su favor con la aportación española, la cual fue tan decisiva que sin ella quizá la historia fuera distinta.
¿Cuáles fueron los motivos para esta desmemoria? El primero y más importante es que España también tenía colonias pues casi todo el territorio americano formaba parte del imperio y la rebelión podía servir de ejemplo. Otra causa es el secreto con el que se llevaba toda la ayuda a los rebeldes para evitar que Gran Bretaña se enterase de las actuaciones españolas apoyando la revolución antes de la declaración de guerra, lo que dejó muy poca documentación al respecto. Por último, el que Francia combatiera en el territorio de las 13 colonias al lado de los norteamericanos y que España lo hiciera sola en un territorio que le fue arrebatado y que anhelaba recuperar fue otro factor más para el olvido.
Tras la guerra de los siete años en la que España entró por el “Tercer Pacto de Familia”, (reinaban los Borbones tanto en Francia como en España), había salido muy mal parada al tener que entregar a los británicos La Florida a cambio de que estos se retiraran de La Habana y de Manila, sin recuperar ni Gibraltar ni la isla de Menorca en sus manos desde la guerra de sucesión española y además devolver a Portugal aliada de Gran Bretaña, la Colonia de Sacramento frente a Buenos Aires.
Solo Francia, la gran derrotada al perder todo su territorio en Norteamérica además de su papel como gran potencia, cede a España el territorio de Le Louisiane (La Luisiana) a cambio de la ayuda prestada.
Es aquí, en Luisiana donde aparece una de las grandes figuras decisiva para la independencia norteamericana, Bernardo de Gálvez.
Pero no nos anticipemos y vallamos al principio.
Precisamente tras la Guerra de los siete años y la pérdida del territorio colonial francés se modifica el panorama norteamericano, los francófonos de Quebec enemigos tradicionales de los colonos ingleses de las trece colonias, recibieron un trato respetuoso por parte de los británicos dotando a Canadá de un estatuto particular dentro de las colonias americanas conservando un derecho propio además de reconocer a la iglesia católica.
Las trece colonias participaron activamente al lado de la metrópoli aportando una gran ayuda tanto económica como humana que no solo no fue recompensada al finalizar la guerra sino que libre del enemigo francés Londres se vuelve más controladora con sus súbditos del otro lado del Atlántico y comienza a interferir directamente en asuntos coloniales en los que no se había inmiscuido mientras duró la guerra, anula leyes promulgadas por las colonias de Carolina del Sur y Virginia, establece un mayor control sobre las cortes de justicia y autoriza a que las autoridades aduaneras entrasen sin autorización judicial en almacenes y viviendas donde se sospechase que podría haber bienes introducidos en las colonias mediante contrabando.
Los colonos se veían a sí mismos como ingleses y no buscaban una revolución, tenían formas de gobierno interno parecidas contando con un sistema para la elección de alcaldes y representantes lo que les daba cierta autonomía todo bajo la influencia de la iglesia protestante. Pagaban unos impuestos que venían dados desde la metrópoli y que no controlaban ni les revertían beneficio alguno y consideraban que el Parlamento no podía obligarles a pagar si sus representantes o ellos mismos no consentían.
Además el acceso de sus representantes a altos cargos estaba cerrado ocupado por personas procedentes de Gran Bretaña que despreciaban a los colonos. Esto fue provocando una situación de malestar entre la metrópoli y sus colonias que fue deteriorando la situación.
El 16 de diciembre de 1773 hubo una protesta en la “Old South Meeting House” de Boston que era el edificio más grande de la ciudad en ese momento, se reunieron unas 8.000 personas de las que un grupo se separo y disfrazados de indios mohawk fueron al puerto y arrojaron al mar la carga de tres barcos de la Compañía de las indias Orientales que consistía en 343 cajas de té valoradas en 10.000 Libras.
Este incidente conocido como el “Motín del té” provoca la reacción de Gran Bretaña que promulga las “Leyes intolerables” (Intolerable Act) y las Leyes Coercitivas (Coercive Acts) que recortaban las competencias de las instituciones autónomas y aumentaban las de los funcionarios y militares británicos.
Esta situación hace que los colonos se sientan marginados y no representados por el Rey, su gobierno y el Parlamento. La consecuencia es la rebelión que concluyo con la creación de un Congreso Continental que declaro la independencia en 1776.
Tras la derrota de las tropas británicas en la batalla de Saratoga el 17 de octubre de 1777, Francia consideró que los rebeldes americanos podían derrotar a los británicos, por lo que comenzó a enviar barcos cargados con armas, municiones, ropa, pólvora y otros bienes necesarios y en 1778 reconoce a los Estados Unidos como nación.
España, se sumo a la ayuda a los rebeldes con dinero, armas y municiones para desestabilizar a los británicos, pero se mostró reacia a la intervención directa, el Conde de Floridablanca, entonces Secretario de Estado, temía las consecuencias de un conflicto armado admitiendo que la secesión alentaría las mismas aspiraciones en las posesiones españolas e intuía que el nuevo estado se convertiría en una fuente de problemas, a pesar de sus reticencias aconsejó al Rey Carlos III fortalecer la posición española frente a los británicos.
En este momento uno de los grandes personajes que entra en escena es, Diego María de Gardoqui y Arriquíbar miembro de “Joseph de Gardoqui e Hixos”, empresa familiar de navieros y comerciantes de Bilbao que en el siglo XVIII tenían una flota dedicada al comercio del bacalao, salmón, vino y azúcar. Al terminar sus estudios, su padre lo envió a Londres a estudiar inglés y aprender las prácticas comerciales regresando siete años más tarde para incorporarse a la empresa familiar llegando incluso a desempeñar cargos en el Consulado de Bilbao y en el Ayuntamiento de la ciudad. Su elección por la corona para ayudar a los rebeldes americanos se debe a su conocimiento de las costumbres anglosajonas, pero sobre todo a su experiencia y a su valiosa lista de contactos.
Gracias a la relación de Gardoqui con Elbridge Gerry, delegado por Massachusetts en el Congreso Continental y firmante de la declaración de Independencia, negoció un contrato secreto mediante el cual y utilizando una tapadera comercial al igual que hiciera Beaumarchais en Francia, montó una compañía para el apoyo a los norteamericanos. La “Casa Gardoqui” se asentó como proveedores del nuevo estado comprometiéndose a vender en el mercado europeo las materias primas que los norteamericanos les hicieran llegar, con los fondos obtenidos con la venta adquirían aquellos enseres que el Congreso les pidiera. Su primer envío fue una carga de 8.000 mantas confeccionadas en Palencia y Béjar para el ejército de Washington.
Juan de Miralles Trayllón, empresario de Petrer, Alicante, se traslada a La Habana en 1740, comerciaba con licores, azúcar y vino con los británicos sirviendo de espía para la corona española llegando a montar una red que puso a disposición de los norteamericanos.
Miralles, efectuó grandes negocios a través de sus rutas marítimas y con barcos fletados por él mismo entre La Habana y Philadelphia. Su carácter, jovial y abierto, le abrió rápidamente las puertas de los ambientes aristocráticos de Philadelphia dando grandes fiestas y cenas. en la Navidad de 1778 aprovechando la estancia en la cuidad del General George Washington y su Estado Mayor ofreció una fiesta en honor del general el día 31 de diciembre a la que asistieron, entre otros, el marqués de Lafayette así como varios congresistas estadunidenses y embajadores franceses, se presento a Washington con una carta de credenciales redactada por Diego José Navarro (Mariscal de Campo en la guerra de los siete años) en la que se alababan sus cualidades y muy pronto surgió una admiración y respeto mutuos, estableciendo un fuerte vínculo de amistad entre ellos.
Miralles nombrado comisionado de la corona española, convenció a Washington que España podía ofrecer una gran ayuda de forma extraoficial ya que no había declaración de guerra todavía, a partir de entonces los norteamericanos empezaron a recibir desde el Caribe uniformes, paños, medicinas, mosquetes, cañones etc., a través de Nueva Orleans, donaciones secretas que favorecían y controlaban directamente el gobernador de Luisiana Gálvez y segundo Francisco Bouligny, sin las cuales el ejército de Washington no hubiese podido resistir los crudos inviernos del comienzo de la revolución.
El control español de Nueva Orleans, de la cuenca del Mississippi y del Ohio, hizo que se utilizara de esta ruta para el envío de suministros. Para facilitar esta ayuda España dio un crédito de 8.000.000 pesos a través de Oliver Pollock para compra de los materiales necesarios para las tropas norteamericanas.
España firma con Francia el llamado Pacto de Aranjuez el 12 de abril de 1779 entrando definitivamente en guerra contra Gran Bretaña. El objetivo es expulsar a los británicos tanto del golfo de México como de las orillas del río Mississippi y conseguir la desaparición de sus asentamientos en América Central además de recuperar La Florida, Menorca y Gibraltar recuperando la posición hegemónica en el Atlántico.
Esto supuso un gran giro en el teatro de operaciones ya que a Gran Bretaña se le abren cuatro frentes: Norteamérica, El Caribe, La península Ibérica y el Mediterráneo, la entrada de España es definitiva para asestar el golpe de gracia al imperio británico.
La red de agentes secretos creada por Juan de Miralles desde su sede en Filadelfia, avisó a Madrid, a través del Capitán General de Cuba, de que una fuerte escuadra de buques británicos mercantes y de guerra, iba a zarpar de Inglaterra con tropas de refuerzo, material de guerra, alimentos y municiones para el campo fortificado de Yorktown, donde el general Charles Cornwallis y unos 8.000 hombres desfallecían por falta de recursos bloqueados por la escuadra francesa.
Avisado el Almirante Luis de Córdova y Córdova, llevó su escuadra a esperar a los ingleses en su ruta hacia Norteamérica al norte de las Azores y el 9 de agosto de 1780 apresó el convoy británico compuesto de 55 barcos: 36 fragatas, 10 bergantines y 9 paquebotes que sumaban 294 cañones. Las naves que resultan aptas para el combate, son remodeladas e incorporadas a la Real Armada Española. Así el Helbrech de 30 cañones, el Royal George de 28, el Monstraut de 28, el Geoffrey de 28 y el Gaton también de 28, se convertirán respectivamente en la Santa Balbina de 34 cañones, el Real Jorge de 30, la Santa Bibiana de 34, el Santa Paula de 34 y el Colón de 30 cañones. Se apresaron 3.000 prisioneros de las dotaciones, más 1.800 soldados de las compañías reales de las Indias Orientales y Occidentales, el botín capturado se calculo en un millón de duros (moneda Real de a ocho). La magnitud de las pérdidas provocó el desplome de la bolsa de Londres y dañó muy gravemente las finanzas de Inglaterra teniendo como consecuencia directa la pérdida de su capacidad para seguir sosteniendo las lejanas y costosas guerras coloniales.
En América el Almirante François Joseph Paul De Grasse, al mando de una flota francesa se dirigía hacia las colonias inglesas para llevar ayuda a las tropas de Washington, las francesas del Conde de Rochambeau y los voluntarios del marqués de Lafayette. Hizo escala en Haití para recaudar dinero y hombres, recibiendo varias cartas de Rochambeau con un mensaje claro y alarmante. “No voy a ocultarle que los seguidores de Washington están al quedarse sin recursos y que este no tendrá ni la mitad de las tropas que necesita para defender Virginia”.
Negocia con el Comisionado Real de La Habana, Francisco Saavedra que se encontraba en la isla, alcanzando un acuerdo (Convenio de Grasse-Saavedra). Este consistía en la adopción por las fuerzas franco-españolas de su plan estratégico, consistente en una primera fase en tres objetivos principales:
En primer lugar De Grasse y su flota tomarían posesión de la bahía de Chesapeake, y se moverían hacia el interior a través de los ríos para cortar la retirada y evitar la llegada de refuerzos al ejército británico que se encontraba en esa zona a la vez que las tropas de Washington, Rochambeau y Lafayette las envolvían. En segundo lugar, una flota española se desplazaría a proteger los puertos franceses en el Caribe y por último tomar posesión de varios puntos de las Islas de Barlovento (Barbados y Antigua), donde las flotas inglesas situadas en fortalezas protegidas amenazaban posesiones francesas y españolas además de tomar Jamaica.
Para buscar los fondos necesarios que permitieran continuar las actividades del ejército franco-estadounidense De Grasse se reunió con los comerciantes y plantadores de Cap François para pedirles un préstamo y ofrecerles como garantía sus propias plantaciones en Haití. Gracias a eso tenía ya una parte, aunque le faltaban más de 700 000 libras. Si no las conseguían, peligraba el éxito de todo lo acordado. Saavedra se comprometió a ayudarle para ello convenció a los residentes de La Habana para que colaboraran. El día 16 se proclamó que cualquier persona que deseara contribuir a ayudar a la flota francesa con su dinero a un interés de un 25 % debía enviarlo inmediatamente a la tesorería. En seis horas reunió la cantidad necesaria y dos oficiales franceses fueron a recogerla. Con los fondos embarcados, De Grasse y su flota zarparon de inmediato hacia Chesapeake por el Canal de las Bahamas.
En 1776 Bernardo de Gálvez y Madrid es nombrado Gobernador Interino de Luisiana tras una carrera meteórica gracias sus grandes cualidades tanto para la política como por sus dotes como militar. Malagueño de Macharaviaya, estudió en la Academia Militar de Ávila, a los dieciséis años participó en la guerra contra Portugal. En 1762 ya Capitán es destinado a Nueva España encargado de frenar los ataques de los Apaches en la frontera norte teniendo como aliados a los indios Ópatas, resulto herido de flecha en un brazo y en el pecho de un lanzazo pero llego a comprender el por qué de los ataques de los apaches (venganza por los desmanes de los españoles y necesidad de abastecimiento ya que eran cazadores y no cultivaban ni tenían ganado). De vuelta en la península participa en el desembarco de Argel, tras la esta campaña es ascendido a Teniente Coronel y destinado brevemente a la Academia Militar de Ávila. En 1776, Regresa a América como coronel del Regimiento Fijo de la Luisiana y con el cargo de Gobernador interino de ese territorio.
En Luisiana pronto se gano el favor de la oligarquía criolla de Nueva Orleans gracias a su dominio del francés y contraer matrimonio con Marie-Felicité Saint-Maxent, hija de un rico comerciante y joven viuda de Jean Baptiste Honoré d´Estrehan, antiguo tesorero del rey de Francia. Aumentó la presencia española en la provincia fundando la ciudad de Gálvezton con colonos canarios admitiendo a colonos americanos que huían de la guerra y comenzó a reforzar las defensas del territorio tanto en tierra, en la costa como en el río Misisipí, apoyando de forma clandestina la revolución norteamericana.
Gracias a su experiencia con los Apaches fue tolerante con las acciones de los indios, lo que suscitó tensiones con las autoridades de Texas (Nueva España) más severas y que perdieron parte de la población indígena, que pasó a Luisiana. Mantuvo además la prohibición de esclavizar indios, lo que con el tiempo hizo que desapareciesen los esclavos de este origen y avivó las simpatías de las tribus hacia las autoridades. Tanto para Luisiana como para las regiones fronterizas de las Provincias Internas, Gálvez planteaba que una penetración cultural mediante los regalos y el comercio acabaría poco a poco con las hostilidades de los indios hacia los españoles y evitaría las costosas campañas contra ellos.
El 24 de abril de 1779 fue nombrado Gobernador de la Luisiana, desde el primer momento de su nombramiento con la guerra ya declarada apoyó de forma decidida la causa independentista de las colonias inglesas de Norteamérica a través de Oliver Pollock y James Wlling. A él se debe la defensa de San Luis y el amparo que da a los rebeldes refugiando a los corsarios norteamericanos en Nueva Orleans.
Se adelanta a los británicos y con un ejército compuesto de soldados, colonos franceses y voluntarios negros e indios toma los fuertes de Bute de Manchac sin una sola baja, de Bâton Rouge (Bastón Rojo) y el fuerte Panmure de Natchez, liberando de esta manera la cuenca baja del río Mississippi de fuerzas inglesas que pudieran atacar la capital, Nueva Orleans. El 14 de marzo de 1780 toma el fuerte Carlota de Mobila, situado al oeste de Panzacola (Pensacola), y el 28 se lleva a cabo el primer intento para tomar Panzacola por la expedición del Teniente General Bonet dentro de una acción coordinada con los franceses. Mientras, el ataque británico a San Luis de Illinois del 26 de mayo fue rechazado por los españoles.
El 4 de agosto arribó a La Habana la expedición del Almirante Solano para reforzar la campaña americana. El gobernador que se encontraba en la ciudad para conseguir más tropas para un nuevo intento de tomar Pensacola, consigue una segunda expedición que zarpa de La Habana el 16 de octubre, siendo desbaratada por un huracán. Gálvez se encuentra a bordo de la fragata “Nuestra Señora de la O”, mandada por Gabriel de Aristizabal que ante la situación en la que ha quedado la flota ordena regresar a La Habana en contra del criterio del Gobernador.
El 2 de Enero de 1781, el capitán Eugenio Poure, de la segunda compañía de la milicia, y el sub-teniente Charles Tayon, partían de San Luis con una fuerza combinada compuesta por sesenta y cinco milicianos voluntarios y sesenta indios Algonquinos aliados, por el camino, se les incorpora un destacamento avanzado compuesto por doce hombres mandados por Juan Bautista Mailliet, que habían sido estacionados en el área del río Illinois al objeto de patrullar los territorios de la frontera. La incursión tenía como secreto objetivo un alejado puesto norteño conocido como Fort Saint Joseph (Fuerte San José), situado sobre el río del mismo nombre, cerca de su desembocadura en la orilla sur del lago Michigan, convertido en un importante depósito de suministros donde se almacenaban una gran cantidad de mercancías y pertrechos y desde donde se equipaba a las tribus indias que amenazaban las posesiones españolas. Tras un recorrido de 600 millas = 965’6 Kilómetros en pleno invierno por un terreno inhóspito y poco explorado, el 12 de febrero los españoles dan un golpe de mano capturando el Fuerte San José, cogiendo a los ingleses por sorpresa y haciéndolos prisioneros tomaron posesión de todas las tierras por debajo del lago Michigan regresando a San Luis sin novedad.
Entrar en Pensacola era muy complicado debido a su situación en una estrecha lengua de tierra, rodeada por bancos de arena y marismas y tres fortalezas en línea que estaban sucesivamente a mayor cota que las anteriores, Fuerte George, El Sombrero y la más elevada de ellas el Fuerte de la Medialuna. Gálvez insistía, que la mejor forma de tomarla era por mar mientras que el Capitán de fragata Miguel de Goicochea proponía que fuese por tierra. El Consejo de la Habana, dirigido por el gobernador Diego Navarro y el comandante General Navia apoyaron la estrategia del Gobernador y le entregaron el mando de 3900 hombres partiendo de La Habana el 28 de febrero de 1781.
El 9 de marzo la flota divisa la isla de Santa Rosa, durante la noche desembarca en Puerto Sigüenza y ataca la guarnición inglesa tomando prisioneros la pequeña guarnición que defendían los dos cañones del puesto. Durante la operación, dos fragatas inglesas fondeadas en la bahía son alertadas por los disparos y cañonean a los españoles, se produce el contraataque y las dos fragatas inglesas huyen en dirección a Pensacola. Al haber encallado el navío San Ramón en la primera barra (banco de arena) del acceso a la bahía, José Calvo de Irázabal jefe de las fuerzas navales no quería entrar para no poner la flota en peligro. El Gobernador estaba al mando de la campaña pero Irázabal era el comandante de la armada de ahí su discrepancia y desobediencia en el mando conjunto.
Tras varias discusiones entre ambos el 9 de marzo Gálvez decidió entrar en la bahía a bordo del su bergantín, el Galveztown seguido por el Valenzuela, naves que estaban bajo su mando directo dejando en evidencia la renuencia de los mandos de la Armada. Al ver esta acción el grueso de la escuadra, que llevaba a la mayoría de las tropas, penetró también a primeras horas de la tarde del día 19. Los disparos de la batería de Barrancas Coloradas, situada frente a la isla de Santa Rosa, no causaron daños a la flota y pudieron comenzar el desembarco. El sitio se prolongo hasta el 8 de mayo capitulando los británicos dos días más tarde. Con la toma de Pensacola España recupera La Florida.
El siguiente objetivo era Jamaica y Gálvez comienza los preparativos para su toma, pero mientras, dio orden de Tomar la isla de Nueva Providencia en las Bahamas ya que arrebatándosela a los británicos, les cerraba el paso al norte del Caribe. Una flotilla hispano-norteamericana mandada por Juan Manuel Cajigal y Montserrate y como segundo Francisco de Miranda y por parte estadounidense el comodoro Alexander Guillon, corsario que mandaba una flotilla con la fragata South Carolina, después de varios retrasos por falta de barcos, partieron el 6 de mayo de 1782 atacando New Providence, Narbona y los demás puestos fortificados, expulsando a los británicos y el 7 de mayo de 1782 se rindió la fortaleza y la plaza de Nassau.
Tras el sitio de Yorktown, Cornwallis se rindió y la ansiada toma de Jamaica se suspendió.
El 3 de septiembre de 1783 se firmo el Tratado de París entre Gran Bretaña y Estados Unidos y puso fin a la Guerra. Los británicos firmaron también el mismo día acuerdos por separado con España, Francia y los Países Bajos, que ya habían sido negociados con anterioridad:
España recuperaba Menorca, La Florida así como las costas de Nicaragua, Honduras y Campeche dejando a Gran Bretaña fuera del Caribe salvo Jamaica, aunque no se pudo recuperar Gibraltar.
La actuación de hombres como Gardoqui, Miralles o Gálvez a los que el propio Washington admiro e incluso con los dos primeros compartió una sincera amistad hasta el punto que Miralles falleció en su propia casa teniendo como enfermera a su mujer Martha y en su entierro se le rindieron honores militares como si fuese un jefe de Estado. Su amistad se reflejo en la carta de Washington a su viuda.
“Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado”.
Por petición propia de Washington, Gardoqui estuvo a su lado el 30 de abril de 1789, ese día se convirtió en el primer presidente de los Estados Unidos y John Adams en su vicepresidente, en la ceremonia de toma de posesión, que se celebró en Nueva York, Gardoqui desfiló junto a George Washington justo detrás de John Jay.
Los “Padres Fundadores” de Estados Unidos aprobaron homenajear a Bernardo de Gálvez “fallecido en 1786 siendo Virrey de Nueva España”, con la colocación de un retrato suyo en el Congreso, junto al de figuras históricas como Thomas Jefferson o George Washington. Esto no ocurrió hasta el 10 de diciembre de 2014 donde se colgó en las paredes del Capitolio una copia exacta del cuadro de Bernardo de Gálvez realizado en 1784 y atribuido a Mariano Salvador Maella. Seis días después el 16 de diciembre de 2014 el presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama firmó la resolución conjunta del Congreso estadounidense por la que se concedía la ciudadanía honoraria de los Estados Unidos a Bernardo de Gálvez y Madrid, 229 años después del fin de la guerra de independencia estadounidense. Este reconocimiento tan importante solo ha sido concedido otras siete veces, entre otras personalidades a William Penn y su esposa Hannah Callowin Penn, pioneros que fundaron la Provincia de Pensilvania en la costa norte de América en 1681, el marqués de Lafayette, Winston Churchill o la Madre Teresa de Calcuta.
La intervención española en el conflicto es determinante para la causa norteamericana. Cuando España comienza a apoyar a los revolucionarios Francia ya está agotada tanto económica como militarmente y es el dinero español el que salva la revolución. El spanish dólar o Real de a Ocho fue la primera moneda de curso legal en Estados Unidos. Una teoría dice que el símbolo «$» del dólar tendría el origen en las columnas de Hércules del escudo español del reverso del Real de a ocho. España no solo da préstamos a la revolución sino que la financia.
Por otro lado las campañas victoriosas emprendidas por Gálvez en el sur debilito a los británicos que tuvieron que enviar tropas y recursos a la frontera en previsión de una invasión por parte española allanando el camino de Washington en el norte. El sitio de Gibraltar, la toma de Menorca, de las islas y territorios del Caribe, el bloqueo del Canal de la Mancha y la ruta de suministros hacia Norteamérica e incluso una tentativa de invasión de Gran Bretaña por parte de Francia y España idea que se quedo en el tintero por desavenencias de los aliados fueron decisivas para que tras la derrota de Yorktown Gran Bretaña se rindiera dando lugar al nacimiento de una nueva nación.
Ya es tiempo de recuperar la memoria.
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