Fernando o Hernando de Magallanes (Fernaõ de Magalhães)
Nació en Sabrosa cerca de Oporto en 1480, hijo de Rui de Magalhães y de Inés Vaz Mutinho, pertenecían a una familia hidalga de la pequeña nobleza de Portugal, esto le permitió con 10 años entrar en la corte como paje de la reina Leonor de Viseu consorte de Juan II de Portugal. Poco se sabe de su infancia aunque si debió tomar contacto con las flotas que partían para África y Oriente y su marinería. Ya con 25 años, embarcó en la expedición de Francisco de Almeida a la India, donde fue herido en la batalla de Cannanore. En 1509 a las órdenes de Lópes Sequeira parte en la flota que va tras las islas de las especias llegando en septiembre al puerto de Malaca, siendo acogidos con muestras de afecto y simpatía por el sultán malayo. Pero los mercaderes árabes que dominaban el comercio de la zona, lo vieron como una intromisión que perjudicaría sus intereses entre los estrechos de Malaca y las islas de Indonesia, convencieron al gobernador y planearon una estratagema para atacar a los portugueses. Magallanes avisado a tiempo salva la vida de su capitán advirtiéndole del complot pero en la huida dejan treinta hombres prisioneros y dos barcos incendiados.
El nuevo virrey Alfonso de Alburquerque lo convoca para emprender el sitio de Goa que desencadenara la conquista de la costa Malabar y las islas de Ormuz, Malaca y Ceilán. Durante esta empresa traba amistad con Francisco Serrão, que partió en la primera expedición, llegando a las islas de la especiería Banda y Amboina. Tras el naufragio de su nave, Serrão en un golpe de astucia se apodera de un junco chino con el que regresa a Amboina y decide quedarse al servicio del rey de Térnate, desde esta isla mantiene una fluida correspondencia con Magallanes a través de los emisarios de Malaca y desde aquí a Portugal. No se sabe mucho de estas cartas, pero si le tuvo que transmitir a Magallanes mucha información geográfica sobre las islas y la zona, apuntándole la idea original de Colon de buscar la india por otro derrotero que no fuera bordear África, buscado un paso que uniera los dos océanos que bañan América, pensando que las Molucas caían en la zona de influencia española. Tras un periodo de siete años por oriente Magallanes regresa a Portugal.
Durante un año se dedica al estudio de la cosmografía y de la náutica, aprende a calcular la longitud, estudia planos, analiza portulanos y examina toda la documentación que hay en la Tesorería del rey. Es aquí cuando entra en contacto con Rui Faleiro, un reputado cosmógrafo y consumado tratadista, autor de varias obras de cartografía que también confeccionaba material náutico como cartas de navegación, astrolabios, cuadrantes, etc. Magallanes volvió a embarcar en 1513 en la expedición militar contra la ciudad de Azamor dependiente del rey de Fez que prestaba vasallaje a Portugal. Las desavenencias generadas entre el gobernador Moulay Zayam, que rechazó pagar el tributo y se preparaba militarmente, decidió a Manuel I a enviar un ejército bajo el mando del duque de Braganza tomando la ciudad el 1 de septiembre casi sin resistencia. En una refriega nuestro hombre fue herido de un lanzazo en la rodilla, dejándolo cojo de por vida. Es aquí en donde tiene uno de los momentos más oscuros de su vida, nombrado “Quadrileiro das preses” (oficial de presas), es acusado de vender secretamente a los moros armas y parte del ganado recogido en la toma de la ciudad. La actitud de Magallanes es totalmente inesperada, súbitamente deja Azamor y regresa a Lisboa en donde solicita una audiencia con el rey, pero no solo para defenderse de las acusaciones de las cuales dice ser inocente, sino que le exige una mejor ocupación y paga por los servicios prestados. Manuel I, no solo no le hace caso sino que le ordena volver a Azamor. De regreso a la ciudad esta actitud hace que los rumores se acallen licenciándose finalmente.
De regreso a Lisboa se vuelve a entrevistar con el rey volviendo a reclamar las mercedes que cree que merece y exponiéndole el proyecto de viajar a las islas de las especias navegando hacia occidente, pero sus modales rudos y orgullosos no son los mejores para dirigirse a la corte. A Don Manuel le desagrada sobremanera este personaje que no para de pedirle mercedes y además, ¿para que quiere abrir un nuevo camino en la zona de influencia de Castilla?, esto le causaría un enfrentamiento con dicho reino y él ya tiene uno que le pertenece bordeando África. El rey rechaza de plano el proyecto y despide al incomodo Magallanes, entonces este antes de partir le solicita permiso para servir a otra corona. Manuel I, despechado se lo concede.
Juan Sebastián Elcano
Nacido en la villa portuaria de Guetaria hacia 1486-87, dentro de una familia acomodada, era hijo de Domingo Sebastián Elcano, maestre de nao y de Catalina del Puerto, autentica matriarca, ya que ella será la encargada de presentar las demandas a la corona tras el fallecimiento de Juan Sebastián, tres de sus hermanos y uno de sus nueros en la expedición de Loaísa en 1526. En todos los escritos, su nombre aparece como “Del Cano”, no siendo hasta finales del siglo XIX cuando se generaliza “Elcano”. Poco se sabe sobre su infancia y juventud especulándose si fue pescador o contrabandista, negocio que los vascos gracias a sus fueros practicaban ya que tenían permiso para negociar con ciertas mercancías sin tener que pagar los impuestos aduaneros estipulados, viajando por ejemplo a Flandes para adquirir telas que posteriormente se vendían en Castilla. Viendo la necesidad que la Corona tenía de naves decidió armar una nao de 200 toneles para venderla o alquilarla, con la intención participar en las campañas que el Gran Capitán dirigía en el Mediterráneo y el cardenal Cisneros en África. En el año 1509 participa en la expedición de conquista de Oran, realizada por el cardenal Cisneros.
Pero tras la toma de la ciudad, tuvo que pedir dinero prestado para mantener su tripulación y reparar su nave a los banqueros del duque de Saboya, al no cobrar sus servicios ya que el tesoro estaba exhausto. Esto le obligó a venderles la nave para saldar la deuda incumpliendo las ordenanzas reales, que impedían vender naves españolas armadas a segundos países, siendo requerido por los regidores castellanos a pagar una cuantiosa multa: precio del navío y confiscación de la mitad de los bienes personales, o si no a ser encarcelado. Huyendo de la justicia, Elcano llega a Sevilla en el momento adecuado para embarcar en la expedición de Magallanes.
La organización de la empresa.
Tras la audiencia con el rey Don Manuel, Magallanes de acuerdo con Ruy Falero y obtenido el permiso del rey, deciden pasar a Castilla para presentar el proyecto al joven Rey Carlos. A su llegada a Sevilla ostentaba el cargo de alcaide del Alcázar y Atarazanas el noble luso Jorge de Portugal, su jurisdicción, además, se extendía a las Atarazanas, la catedral y el río hasta la Torre del Oro, de modo que tanto los organismos de las Indias como gran parte de las dotaciones portuarias recaían bajo su órbita, era su teniente de alcaide, responsable del gobierno efectivo de los edificios reales, Diego Barbosa, comendador de la orden de Santiago además de presidente del Concejo de los Reyes en Sevilla. Hidalgo también portugués con experiencia en la India, el cual se convirtió en el más firme apoyo y persona de confianza de Magallanes en la capital sevillana, tanto que acabaría casándose con su hija Beatriz.
De la mano de Barbosa se dirige a la Casa de Contratación, organismo que otorga licencias para armar naves y fija sus rumbos, recopila todos los antecedentes que llegan sobre las nuevas colonias e informa al rey de las modificaciones que pueden introducirse en su administración. Magallanes propone al igual que Colon, llegar a las islas de las especias por un camino distinto al que siguen los portugueses. Asegura que tanto el derrotero como aquellas ínsulas se hallan dentro de los límites fijados por el Papa a las posesiones españolas y que él conoce la existencia de un paso que une el Atlántico con el “Mar del Sur” descubierto por Balboa en 1515.
Los oficiales de la Casa de la Contratación no es que le hagan mucho caso al principio, no deja de ser otro más con un proyecto similar a los muchos que se presentan. Pero Juan de Aranda, uno de los oficiales (Factor) de la Casa de la Contratación y comerciante burgalés que estaba emparentado con mercaderes burgaleses importantes como Juan de Castro, Juan de Astudillo o Diego López Gallo, vio interesante el proyecto despachando a Portugal un agente para recabar información sobre Magallanes y Falero. La respuesta desde Portugal es totalmente satisfactoria por parte de los comerciantes Diego de Aro y Covarrubias. Siendo Diego probablemente pariente de Cristóbal de Aro, mercader de Burgos que acaba de regresar de Lisboa en donde tiene grandes intereses. Estos mercaderes eran los primeros interesados en abrir el negocio de la especiería en Castilla, Aro por problemas con la política proteccionista del Don Manuel, había fracasado en un negocio en Portugal y vio la excelente oportunidad que representaba el proyecto de Magallanes y Falero.
Poco después llega Falero a Sevilla teniendo un primer desacuerdo con Magallanes por haber hablado con Aranda sin esperar su llegada. Pestos en camino a Valladolid, Aranda saca toda su astucia de mercader y los portugueses acceden a cederle una octava parte de la posible ganancia. En cuanto llegan a Valladolid el 23 de febrero de 1518, extienden una escritura ante el escribano real Diego González de Santiago, en la que convienen: «Todo el provecho e intereses que hubiéramos del descubrimiento de las tierras e islas, que placiendo a Dios hemos de descubrir e de hallar en las tierras e límites e demarcaciones del rey nuestro señor don Carlos, que vos hayáis la octava parte, e que vos daremos de todo el interese e provecho que dello nos suceda en dinero o en partimiento o en renta o en oficio o en cualquier otra cosa que sea de cualquier cantidad o cualidad, sin vos hacer falta alguna, e sin sacar ni aceptar cosa alguna de todo lo que hubiéramos».
En Valladolid, Aranda presenta a Magallanes y Ruy Falero, al Gran Canciller, al Cardenal y al Obispo de Burgos. Son los miembros del Consejo de la Corona y un hueso duro de roer formado por: Guillermo de Croix y el Canciller de Castilla Jean de Sauvage ambos holandeses que miran más hacia Alemania donde el joven Carlos intenta hacerse con el trono imperial al morir su abuelo Maximiliano, que por los intereses castellanos. El Cardenal Adriano de Utrecht que tiene más interés en el estudio de la teología escolástica que en las cosas de gobierno y el presidente de la Casa de Contratación, el Cardenal Juan Rodríguez de Fonseca, Obispo de Burgos, el mismo que ha sido enemigo declarado de Colón. Al contrario de lo que le ocurrió en Portugal las ideas de Magallanes y Falero fueron aceptadas rápidamente, como ejemplo hay que recordar que Colon tardo nueve años en ganar el favor de los Reyes Católicos. En su exposición Magallanes plantea que las islas Molucas caían en la demarcación de Castilla, viajando a occidente atravesando América a través de un estrecho por descubrir; presentaron mapas y Falero un globo terráqueo donde estaba el anhelado paso al Mar del Sur, aunque en todas sus demostraciones ocultaron la situación en que se suponía estaba el estrecho por temor de que alguien se les adelantara. Pero además Magallanes añadió un exótico detalle, en un momento determinado hace entrar a su esclavo malayo Enrique que le acompaña como “lengua” (interprete), quedando impresionados con la exposición de los portugueses.
Aun así el rey y su consejo aunque interesados no se pronuncian, pero tanto el propio rey como sorprendentemente el Cardenal Fonseca quedan vivamente impresionados. Carlos I necesitaba de hazañas que impresionaran a sus nuevos súbditos y les granjeara su simpatía, sin olvidar por supuesto el gran interés comercial que suscitaban las especias. Mientras tanto Cristóbal de Aro y sus socios vivamente interesados en el proyecto se ofrecieron a financiar parte de la expedición lo que definitivamente acabó por convencer al monarca de apoyar el proyecto.
El 22 de marzo de 1518, se firman las capitulaciones. Magallanes y Falero son nombrados capitanes generales de la armada y les asigna la veinteava parte de los beneficios que obtengan, así como una isla para cada uno si encuentran más de seis. Regresan a Sevilla para ponerse en marcha con los preparativos de la expedición. El rey a pesar de las capitulaciones no para de dar instrucciones teniendo la corona y sus agentes el control de la contratación y comercio con la presencia del notario real. Además da instrucciones a los capitanes de como tenían que navegar diariamente con relación a la nave capitana y como y cuando debían de acercarse a ella para consultar.
En una carta el rey instruye a Magallanes: “Que todo lo que obieredes de facer que toque a nuestro servicio lo hagáis tomando el parecer de las dichas personas que así nosotros nombraremos y con su acuerdo e siendo todos juntos e conformes”.
La organización de la expedición es un cumulo de problemas, los portugueses que ya se han dado cuenta de lo viable de la misma y temen la pérdida del monopolio de las especias si las islas caen en manos de Castilla, ponen en marcha una maquinaria diplomática para que esta fracase. Don Manuel ordena a su embajador D. Álvaro da Costa, que está en la corte para solicitar la mano de la infanta Leonor para él, que se entreviste con Magallanes para convencerle de que regrese a Portugal; este receloso y conocedor de la insidia de Don Manuel rechaza el ofrecimiento. Da Costa entonces se encarga de malmeter dentro de los mentideros de la corte de las dificultades e inconvenientes del viaje, además de quebrantar los derechos de Portugal. Por fin se entrevista con Carlos I y le solicita retrasar la partida por un año. El rey es joven solo tiene 18 años pero rápidamente se da cuenta de la estratagema, un año sería suficiente para que Portugal se preparara para hacerse con las islas de las especias. Da largas a Da Costa quitándoselo del medio y le manda entrevistarse con el Cardenal Adriano de Utrecht que a su vez se lo pasa al Obispo Fonseca. Viendo su fracaso Da Costa ordena a su Cónsul en Sevilla Sebastián Álvarez, que haga correr malas lenguas para desprestigiar la expedición y obstaculizar el proyecto.
Por otra parte los oficiales de la Casa de la Contratación no paran de poner trabas e impedimentos. El 22 de Octubre de 1518 aprovechando la marea baja se saca fuera del agua la Trinidad para carenarla, como ocurre siempre, esto atrae a un gran número de gentes, curiosos unos, esperando que los contraten otros, Magallanes manda izar su estandarte en el lugar donde va la insignia del capitán. Álvarez que anda por el puerto ve la oportunidad y comienza a soliviantar los ánimos de la gente gritando que se trata de un desacato a la soberanía castellana, El tumulto crece y entra en escena el “Alcalde de Mar” mandando arriar la enseña. Magallanes le dice que no es la de Portugal sino sus armas personales y continua con su trabajo sin hacerle caso. Mientras tanto los ánimos de la gente siguen tensos cuando aparece el Canónigo Matienzo, oficial de la Casa de la Contratación (Tesorero), e intenta calmarlos. Entre tanto el alcalde de mar ha ido en busca del “Teniente de Almirante” que aparece con sus alguaciles y manda prender a Magallanes, interponiéndose de nuevo Matienzo entre este y los alguaciles. Magallanes inesperadamente baja del barco y les dice que la nave pertenece al rey, que el teniente y el acalde hagan lo que quieran pero no atentan contra él sino contra una propiedad real. Esto por fin calma los ánimos y el gentío se deshace. Magallanes de inmediato escribe al rey relatando el incidente y reclamando justicia.
Pero el rey, influido por sus consejeros hace oídos a la desconfianza de las autoridades para que dos portugueses no encabecen la expedición, Carlos I a instancia del obispo Fonseca nombra a Juan de Cartagena como “Veedor” del rey. Cartagena como veedor será el representante de la corona y en caso de morir Magallanes le sustituiría. Se aparta a Falero que tiene más de sesenta años y no es marino, llegando a decir de él que no gozaba de la salud adecuada para tan arriesgada expedición, concretamente lo acusaron de demencia y por si esto fuera poco las desavenencias con Magallanes habían aumentado. Pero Cartagena aun siendo jefe del aparato burocrático no tenía ningún mando naval, entonces en junio de 1519 tras la despedida de varios portugueses el rey nombra a Cartagena capitán de la nao San Antonio y “Conjunta Persona” con Magallanes, lo que sugiere que ambos tenían el mismo mando dentro de la expedición. El rey deja en tierra definitivamente a Falero en una Real Cédula del 26 de julio de 1519, con la excusa de que debía organizar otra expedición posterior para cuando regresara Magallanes.
Al fin, tras diecisiete meses de preparativos, después de superar todos los escollos diplomáticos, con las naves remozadas y puestas a punto, cargadas de provisiones además de todo lo necesario para una travesía de dos años, llega el momento de levar anclas.
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