Entre los antiguos griegos, es el nombre de una purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza, en general, espiritual.
Por otra parte, habla de un efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones; además de nombrar una cierta liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda que puede dar lugar a la eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso, dando lugar a la posibilidad de la expulsión espontánea o provocada de sustancias o imágenes nocivas para un organismo.
De manera que se denomina catártico, a aquello perteneciente o relativo a la catarsis psíquica o determinante de ella.
Se refiere también en el registro psíquico, a una liberación de energía retenida, en general en el cuerpo -al menos así se creía en otro tiempo- de una historia atascada, un movimiento entorpecido, por una experiencia traumática tal vez, que comienza a fluir. Y en su fluir una teoría, ciega todavía de sí, se encuentra en el psicoanálisis con sus palabras definitivas.
El proceso ocurre, teóricamente, en un contexto científico, denominado APARATO PSÍQUICO, generado en la escritura de Sigmund Freud, donde describe dos sistemas.
En el primero –Percepción-conciencia– impera la razón, funciona el tiempo cronológico y su división en espacios iguales, que hace del tiempo de la vida en dicho sistema, casi una mercancía, cuyo intercambio está regulado, por el más y el menos y en algunos casos, descaradamente, por el tener y el no tener.
Sistema que está en relación directa con el denominado principio de realidad. Se trata de una formación tardía, en el decir de Freud, una formación secundaria.
En el otro –Inconsciente– impera el imaginario universal, donde todo es posible y fluye, bajo la tiranía de sus mecanismos de producción de sentidos: la condensación y el desplazamiento, hábiles instrumentos en sus manos ciegas, para que el hombre burle una vez más a la poderosa razón.
Su tiempo es diferente, como diferentes pueden ser, los modos y tiempos del verbo.
El espacio ha estallado en fragmentos. Entonces nos queda una tesis, que sostiene la posibilidad de que puedan coexistir, digamos todavía con Freud, múltiples espacios y en el llamado tiempo, diversos cortes.
La temporalidad, también deja de ser en sí ya que las representaciones en el inconsciente, no padecen del principio de la temporalidad.
Un sistema del cual, lo único que se conoce, son sus efectos. En su funcionamiento, el aparato psíquico, se describe como un sistema de cargas, de energías libres y móviles, y además ligadas, como un sistema que recorre el cuerpo del hombre y sus relaciones, vale decir, que el cuerpo, es también un producto y un hecho social del lenguaje.
Decimos entonces, una propuesta, una posibilidad de pensar al hombre y a la mujer y sus destinos posibles, sus vidas, en tiempos y espacios hacia el horizonte como infinita, es la cadena humana a través de los planetas y el universo.
Jaime Kozak es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, Capítulo Reino de España.
No Comment