Utilizando su cámara, la sonda Dawn obtuvo esta imagen de Vesta el 24 de julio de 2011, desde una distancia de aproximadamente 5.200 kilómetros (3.200 millas). Los miembros del equipo de la cámara apodaron "el hombre de nieve" a los tres cráteres alineados verticalmente que se pueden observar a la izquierda.

 

El 15 de julio de 2011 fue uno de esos días. La sonda Dawn (Amanecer, en idioma español), de la NASA, se acercó a Vesta y se convirtió en la primera sonda espacial enviada desde la Tierra en orbitar uno de los asteroides del cinturón principal. Las cámaras de Dawn revelaron un mundo desolado, de belleza trascendental, y provocaron emoción en todos los que trabajaron en el proyecto.

No hace falta decirlo, la sala de controles se encontraba… ¿en silencio?

“De hecho estaba vacía,” comenta el ingeniero en jefe de la misión Dawn, Marc Rayman, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por su sigla en idioma inglés). “La sonda Dawn entró en órbita un viernes por la noche; yo mismo me encontraba afuera, bailando con mi esposa y amigos”.

¿Y por qué? Rayman, un ferviente bailarín de música folk, explica: “Nuestra misión posee una coreografía única”.

Ciertamente, la sonda Dawn tiene su propia manera de hacer las cosas. Mientras la mayoría de las naves espaciales despegan de la Tierra tras una convencional tormenta de fuego expulsada por los cohetes, para luego dirigirse hacia sus destinos con los motores apagados, y así ahorrar combustible, la sonda Dawn fue capaz de continuar propulsándose a través de toda su travesía. Los motores iónicos, de consumo eficiente de combustible, propulsaron suvamente a la sonda hacia Vesta por más de tres años; jamás ejercieron una fuerza de empuje mayor que el peso de una pluma sobre la palma de su mano. Sin embargo, con el paso del tiempo, esto permitió a la sonda Dawn acumular suficiente velocidad como para alcanzar un asteroide en plena carrera a través del sistema solar.

Con los motores funcionando prácticamente de manera continua, los controladores de la misión fueron capaces de ajustar constantemente el timón de dirección de la sonda, dándole así gradualmente una nueva forma a la órbita de Dawn alrededor del Sol, hasta hacerla coincidir con la órbita de Vesta. De esta manera, el encuentro de inserción orbital con Vesta no desentonó respecto de las velocidades. Por el contrario, se pareció mucho a dos expertos bailarines que se fusionan al desplazarse al ritmo de una música que les resulta familiar.

“La sonda Dawn no perdió su sincronía ni un solo instante mientras se dirigía a su encuentro con Vesta”, comenta Rayman. “La sonda se colocó suavemente sobre la órbita con la misma gracia que ha mostrado durante sus casi 1.000 días de propulsión iónica a través del sistema solar”.

La alineación fue tan suave, tan poco abrupta, que el personal no experimentó necesidad alguna de supervisar el modo de operar de la sonda. “Realmente estaba afuera, bailando”, comenta Rayman, “confiado en que el ‘paso de dos’, que se realizaría a 188 millones de kilómetros de distancia, sería ejecutado con gran belleza e inmaculada perfección”.

Los cálculos demuestran que el momento de “inserción orbital” ocurrió la noche del viernes 15 de julio, alrededor de las 9:47 horas (hora diurna del Pacífico). En ese momento, la órbita de Dawn alrededor del Sol se encontraba tan cerca de la de Vesta que la gravedad del protoplaneta pudo capturarla. Más tarde, señales de radio recibidas en el tiempo programado por la Red del Espacio Profundo confirmaron que la sonda espacial y el asteroide eran verdaderamente un par (en el sentido gravitacional).

La sonda Dawn pasará el siguiente año rotando alrededor de Vesta en una serie de órbitas descendentes; llevando de ese modo la superficie antigua del gigante asteroide todavía más cerca de las cámaras y demás instrumentos científicos de la sonda Dawn. Debido a que Vesta es una reliquia de la era de formación planetaria (la cual tuvo lugar hace ya mucho tiempo), la historia de nuestro sistema solar podría ser revelada bajo el cuidadoso escrutinio de la sonda Dawn.

“En realidad, esta hermosa danza”, dice Rayman, “apenas está comenzando”.

 

nasa.gov