“Es lamentable ver cómo la superficie cultivada con transgénicos sigue en aumento en España cuando son cada vez más los países europeos que los prohíben. E incluso los gigantes biotecnológicos, como Monsanto o BASF, se retiran de Europa por el rechazo de la ciudadanía y porque no existe mercado para sus productos. Aquí hay algo que no tiene sentido”, ha afirmado Luís Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace España. “Greenpeace no se cansará de pedir su prohibición también en España porque suponen graves riesgos, no son necesarios, no presentan mejores rendimientos que las variedades convencionales y la ciudadanía no los quiere”, ha concluido.
Los ensayos de campo muestran que no existen diferencias significativas entre el rendimiento de las variedades de maíz transgénico y las variedades isogénicas (con características similares) convencionales y solo en el caso de ataques muy agudos de taladro (dos en ocho años desde que se hacen los ensayos de campo) se verificó una diferencia mínima de rendimiento. En una carta reciente a Greenpeace el MAGRAMA confirmó esta información.
En otra carta a Greenpeace, el MAGRAMA señalaba “desde el punto de vista fitosanitario, el taladro del maíz es una plaga endémica en España. En consecuencia, no se dispone de datos específicos sobre la superficie afectada por el taladro del maíz para el conjunto de España”. Ante este desconocimiento del problema, Greenpeace considera que es imprudente apoyar una tecnología muy controvertida y que produce el rechazo de la ciudadanía.
Por otro lado, Greenpeace reitera la poca transparencia y fiabilidad de los datos publicados por el MAGRAMA puesto que son estimaciones (a partir de los datos de ventas de semillas suministrados por la misma industria) y exige, mientras se cultiven transgénicos en España, el cumplimiento de la Directiva 18/2001 CE y la creación de un registro público con la localización exacta de las parcelas donde se cultivan transgénicos. El pasado mes de febrero, Greenpeace presentó una denuncia contra España ante la Comisión Europea por el incumplimiento de las directiva europeas sobre la liberalización intencional en el medio ambiente de transgénicos y de acceso público a la información medioambiental y hasta al momento no ha recibido ninguna respuesta.
La autorización para el cultivo de maíz transgénico MON810 expiró en 2008, después de un período de diez años, por lo que su reautorización lleva ya un retraso de cinco años. La Comisión Europea debe anunciar su decisión en breve y determinará si Europa va a ser totalmente libre de transgénicos en un futuro cercano o no.
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