Sus alumnos –en particular, los religiosos de esa orden– recibían clases de filosofía, teología y latín. Este establecimiento de elevada categoría intelectual fue la base de la futura Universidad. Bajo la tutela de los jesuitas y el impulso del Obispo Juan Fernando de Trejo y Sanabria, en 1613, aunque no estaba autorizado para otorgar grados, se iniciaron los Estudios Superiores en el Colegio Máximo de Córdoba. El Breve Apostólico del Papa Gregorio XV, fechado el 8 de agosto de 1621, otorgó al Colegio Máximo la facultad de conferir grados, lo que fue ratificado por el monarca Felipe IV, a través de la Real Cédula del 2 de febrero de 1622. A mediados de abril de ese año, el documento llegó a Córdoba y el Provincial de la Compañía, Pedro de Oñate, con el acuerdo de los catedráticos, declaró inaugurada la Universidad.
Oñate redactó el reglamento del organismo, cuyos títulos tenían validez oficial. Con el nacimiento de la Universidad Nacional de Córdoba, comenzó la historia de la educación superior en la República Argentina.
La enseñanza era bastante tradicional basada en el estudio de la teología, el latín y la filosofía, como había señalado anteriormente. La Compañía de Jesús optó por formar élites y clero en un modelo tradicional de conocimiento; según el testimonio del Deán D. Gregorio Funes que había estudiado en esta universidad:
“Esta enseñanza pública empezaba por el estudio de la lengua latina, dividido en dos aulas, a las que presidían sus respectivos académicos. Buenos libros doctrinales sin ese cúmulo de pequeñeces; buen régimen y buenos preceptores, todo concurrido desde su principio, a que se lograse un ventajoso aprovechamiento. Los autores de la más culta latinidad, y los mejores poetas se hicieron familiares a los alumnos…Probada la aptitud por un examen público, se abría a estos estudiantes el estudio de la filosofía por espacio de tres años, cuya carrera concluían con un solo académico… Sus ejercicios diarios se reducían a escribir la materia que se trataba, lecciones, explicación del maestro, conferencias en las que se consumían cuatro horas. El año escolar duraba siete meses de rigurosa asistencia, y concluía con un examen de media hora que era calificado por cinco jueces in corruptibles…” (Fragmento: Ensayo Crítico)
La institución reguló su gobierno y funcionamiento interno a partir de las “constituciones”, fijadas por el padre Andrés de Rada aprobadas en 1680. Disponían que la universidad fuera gobernada por un rector y un cancelario. El primero presidía la universidad y el segundo supervisaba y vigilaba los estudios; ambos designados por el provincial de la Compañía de Jesús.
La financiación de la Universidad era responsabilidad de los padres jesuitas, que a una cuantiosa donación inicial del obispo de la diócesis de Tucumán, Fray Fernando de Trejo y Sanabria en 1613, sumaban las rentas generadas en campos y estancias, donaciones y mercedes y derechos universitarios: propinas que abonaban los aspirantes a grados y títulos.
Los jesuitas estuvieron a cargo de la Universidad hasta 1767, cuando fueron expulsados por resolución del Rey Carlos III. Así, la dirección de la Casa pasó a manos de los franciscanos. Durante el siglo y medio en que se extendió la administración jesuítica, la Universidad tuvo un perfil exclusivamente teológico-filosófico.
Vinculados a la Universidad estaban los Colegios Mayores, entre los que cabe mencionar el de Monserrat, fundado en 1687 por el Presbítero Doctor Ignacio Duarte y Quirós. A fines del siglo XVIII, por disposición del Virrey Nicolás Antonio Arredondo, se incorporaron los estudios de leyes. Esto marcó el nacimiento de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en 1791. Así, la Universidad de Córdoba, tras un siglo y medio de existencia, dejaba de ser exclusivamente teológica. Poco antes de terminar el siglo, la sociedad recibía los primeros graduados en leyes, siendo alterada su educación por la Orden Franciscana al introducir, en la Universidad de Córdoba, obras de Descartes, Newton y Leibnitz.
En el período franciscano (1767-1807), el Colegio fue trasladado de la Casa de Duarte, que ocupó hasta entonces (hoy Colegio de Huérfanas), al edificio en el que actualmente funciona, traslado “que dio todo el ser al Colegio”, según la expresión de uno de sus rectores, y que se realizó el 9 de febrero de 1782. Conflictos entre franciscanos y el clero secular en disputa por la dirección de la Universidad, trajeron aparejado el re-bautismo del establecimiento, por Real Cédula del año 1800, que pasó a denominarse Real Universidad de San Carlos y de Nuestra Señora de Monserrat.
LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA EN EL SIGLO XIX.
El período del Clero Secular (1807-1820), comienza al darse cumplimiento a la Real Cédula del año 1800, por la que el Rey Carlos IV creaba la “Real Universidad de San Carlos y de Nuestra Señora de Monserrat” sobre la base de los antiguos institutos, disponiendo se entregaran a la regencia del Clero Secular de esta ciudad. En esta época se producen las importantes reformas a los planes de estudio propuestos por el Deán Funes, entonces Rector de la Universidad y Colegio, por el Gobernador de Córdoba Don Manuel Antonio de Castro.
El período provincial se inicia a raíz de la caída de las autoridades del gobierno general de la Nación (1820-1854). En este lapso el Colegio pasó las épocas más difíciles de su historia debido a las guerras de la independencia, a las luchas civiles y a las dificultades económicas consiguientes; sin embargo, el Colegio subsistió merced a la virtud y desprendimiento de sus autoridades. Durante este tiempo se reformaron los planes de estudio a iniciativa del Gobernador Bustos, reformas que realizó José Gregorio Baigorri.
A mediados del s. XIX, la Universidad se dio una Constitución Provisoria y se aprobaron reformas a los planes de estudio. Entre 1860 y 1880, en consonancia con lo que sucedía en el mundo, se produjeron numerosas reformas académicas en la Universidad Nacional de Córdoba. Para esa época, el país contaba con dos universidades provinciales, la de Córdoba y la de Buenos Aires, fundada en 1821.
Durante la disolución del Estado nacional, la Universidad quedó en la órbita provincial hasta su nacionalización en 1856. La Ley Universitaria data de 1885. En esa última época, la Universidad Nacional de Córdoba se modernizó: eliminó la Teología e incorporó las Facultades de Física, Matemáticas y Medicina. Para el año 1864 se eliminaron los estudios teológicos de la universidad, abriendo paso a la ciencia gracias a la inclusión de alumnos extranjeros, específicamente en el área de las matemáticas y de las ciencias. Los estatutos de la universidad se vieron claramente modificados, cuando en todo el país se promulgó la ley Avellaneda, a mediados de 1885. Esta primera Ley Universitaria fijó las bases a las que debían ajustarse los estatutos de las universidades nacionales; se refería fundamentalmente a la organización de su régimen administrativo, y dejaba los otros aspectos liberados a su propio criterio. En 1886 se modificaron los estatutos de la Universidad de Córdoba para adaptarlo a las prescripciones de la Ley Avellaneda.
A lo largo de la década de los setenta del s. XIX, los cambios llegaron a modificar la estructura misma de la Universidad. Bajo la presidencia de Sarmiento, la ciencia cobró particular impulso mediante la incorporación de profesores extranjeros especializados en ciencias naturales y exactas. En 1873 abrió sus puertas la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, posteriormente llamada Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En la misma época nacía, en el seno de la Universidad de Córdoba, la Academia de Ciencias Exactas y el Observatorio Astronómico. En 1877, se fundaba la Facultad de Medicina.
La Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas y la Academia de Ciencias Exactas constituían una sola institución. El rector Lucero, en la Memoria de 1874, sostiene que: “la Facultad y la Academia pueden existir expeditamente, pero la primera debe integrar la Universidad y la segunda debe estar fuera de ella: una y otra marcharían así sin dificultad y llenarían su destino respondiendo a los elevados propósitos de su creación”.
Al organizarse el Gobierno Federal, el Colegio y la Universidad fueron nacionalizados, iniciándose así el período nacional (1854-1907). En este tiempo el Colegio fue transformado en un instituto de enseñanza secundaria, perdiendo el carácter de convictorio. Desde entonces es un “Colegio Nacional” con las características actuales, por lo que sus planes de estudio sufrieron las transformaciones correspondientes.
LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA EN EL ÚLTIMO SIGLO.
En el año 1907 el colegio fue anexado a la Universidad, iniciándose el período universitario, que es el actual. En esta época se introdujeron las reformas al plan, al que se le ha dado un sentido propio, integral y humanista. El viejo edificio del Colegio fue reformado, adecuándolo a las necesidades y a la jerarquía actual del Instituto. En este período se ha festejado el 250 aniversario de la fundación y se ha cumplido un antiguo anhelo, levantar la estatua al Dr. Ignacio Duarte y Quirós, a quien el Colegio le debe no sólo su vida, sino mucho de su es píritu.
Vista del rectorado de la Universidad de Córdoba (1918)
Para 1918, la Universidad Naci onal de Córdoba acumulaba las tensiones de una sociedad en transformación y los estudiantes plantearon un conjunto de de mandas que fueron paulatinamente atendidas por el gobierno de H. Yrigoyen. La lucha por la democratización en el área académica se vio reflejada cuando en el año 1918 los estudiantes de la ciudad de Córdoba alzaron su voz en todo el país con el deseo de adquirir el carácter de autonomía en las universidades, este proceso fue llamado en la historia como Reforma Universitaria y fue muy importante y decisivo para las universidades de hoy en día en la Argentina.
La Universidad de Córdoba no fue ajena a los vaivenes de la política: en 1930, como en cada uno de los cinco golpes militares posteriores padeció intervenciones y restricciones a su autonomía. Durante este periodo (1930-1960) los estudiantes y profesores proponen una fase de huelgas y manifestaciones en contra de la dictadura Argentina que entra en relación universidad-sociedad, y que tiene sus orígenes en el “extrañamiento hostil”. Este periodo histórico se caracteriza por la intensa participación estudiantil en la resistencia y lucha contra las dictaduras y el ataque estudiantil contra las estructuras internas de la universidad disminuye notablemente. Estudiantes y profesores ejercieron una violenta oposición contra el orden social dado y contra las estructuras políticas dominantes.
Durante las presidencias de Juan D. Perón las universidades ampliaron su matrícula y jerarquizaron nuevas áreas de conocimiento, que en Córdoba incluyó Ciencias Económicas, y Filosofía y Humanidades. Luego se incorporaron nuevos campos como Arquitectura y Urbanismo, Trabajo Social, Matemática, Astronomía y Física, Agronomía y Comunicación. Durante la primavera democrática de 1973 las expectativas se concentraron en la renovación curricular y el compromiso intelectual con el cambio social pero el proceso se truncó en 1975, cuando la presidenta Perón envió la intervención a las universidades nacionales. Desde 1976, la dictadura militar profundizó un proyecto de universidad elitista y funcional a sus objetivos restringiendo el ingreso, la libertad de cátedra y anulando el co-gobierno.
El retorno a la democracia en 1983 permitió recuperar la institucionalidad de la Universidad de Córdoba restituyendo el co-gobierno y la autonomía, y renovando la idea de Universidad comprometida con la sociedad. El primero de agosto del año 1987 la Casa de Quirós llegó a los trescientos años de historia de vida, para esta fecha se celebró un acto de gran magnitud contado con la presencia de quien fuera Presidente de la Nación; el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, el Vicepresidente Víctor Martínez, el Gobernador de la Provincia de Córdoba y el Intendente de la Ciudad.
Fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, en la 24º convención de la UNESCO, realizada en Cairns (Australia) con fecha 28/XI/2000. En la actualidad como hito importante cabe señalar que dentro de la historia de esta Casa de Trejo se constituyó (agosto de 2009) el Consejo Asesor tanto de Nivel Secundario como de Pregrado. Las funciones principales de este organismo son asesorar al Director de Colegio, formular propuestas y propiciar el intercambio de opiniones sobre asuntos relativos a normas, cuestiones académicas, administrativas, económico-financieras, de extensión y estudiantiles, en sus respectivos niveles. El Consejo Asesor de Nivel Secundario está integrado por el Director del Colegio (quien preside); el Vicedirector Académico, un Regente, el claustro docente representado por nueve miembros, seis profesores, dos preceptores y un representante de los docentes que no se desempeña como profesor o preceptor, dos representantes por los estudiantes, un no docente y un padre.
El Nivel Pregrado está constituído de igual manera en sus tres primeros eslabones que el Nivel Secundario, más el claustro docente representado por cuatro miembros, tres profesores y un preceptor y un representante de los alumnos.
El siglo XXI conforma un escenario diferente en el que hay nuevos horizontes para diseñar e implementar políticas de educación superior que jerarquicen a las universidades como productoras de ciencia y tecnología atentas a las demandas del desarrollo productivo y social en los valores ciudadanos propios de una sociedad democrática.
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