En Greenpeace nos encantan los tiburones. Son unos animales increíbles. Los encontramos desde los cálidos trópicos hasta las heladas aguas de Groenlandia. Desde las aguas superficiales de los arrecifes a las profundidades marinas. Y en formas y tamaños muy variados. Si salimos un poco de las estrellas del mundo de los escualos como el magnífico tiburón blanco, o los fascinantes tiburones martillo, podemos encontrar al más pequeño de todos, al tiburón pigmeo, que apenas mide 25 cm. O al tiburón zorro, con una larguísima aleta que usa a modo de látigo para cazar. Y no nos olvidemos de las mantas y las rayas, que viven pegadas a los fondos marinos en busca de alimento, pero que nada tienen que envidiar en cuanto a belleza a sus parientes más dentudos.

Pero lo cierto es que a pesar de tener muy mala publicidad, los tiburones deben preocuparse mucho más por lo que les puedan hacer las personas que nosotros de ellos. Muy pocas de las más de 350 especies de tiburones han atacado alguna vez a las personas, y hay más probabilidad de que te caiga un coco en la cabeza que sufrir un bocado por parte de un tiburón. Sin embargo, millones de tiburones mueren cada año víctimas de forma directa o indirecta de la pesca y sus hábitats están siendo destruidos. Esta ecuación solo tiene un resultado: las poblaciones de tiburones están disminuyendo de forma alarmante.

Los tiburones son especies clave para indicar la salud de los ecosistemas marinos, y aunque pueda parecer un poco contradictorio, el eliminar a estos depredadores pueden tener consecuencias muy graves en los demás eslabones de la red trófica de los océanos.

Los tiburones necesitan océanos sanos. Lugares como los montes submarinos, los arrecifes de coral o las “superautopistas” de sus migraciones son los principales candidatos para la creación de Reservas Marinas, que les darían espacio no solo a ellos sino a muchas otras especies a vivir y reproducirse lejos de los impactos de las actividades humanas.

Las artes de pesca destructivas tienen un gran impacto sobre estas especies: se les pesca por su aceite, por sus aletas para la famosa sopa, o por el supuesto efecto medicinal de las espinas de sus branquias. Millones de tiburones mueren también cada año de forma innecesaria como capturas accidentales en redes y anzuelos.

Aunque en Greenpeace no tengamos una campaña específica para salvar a los tiburones, gran parte del trabajo que hacemos les afecta directa o indirectamente. Por eso, si nos apoyas para que los supermercados sean más sostenibles en su oferta, para cambiar la industria del atún, para crear Reservas Marinas y para que la pesca en general sea sostenible ¡entonces nos estás ayudando a proteger a los tiburones!

Y por eso esta semana os damos las gracias con una gran y dentuda sonrisa.

Elvira Jiménez, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace España. @elvirajn

 

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