Un salto hacia atrás frente a la calma y aliada del tormento y el éxtasis, a los enconos entre el Papa Julio y Miguel Angel. Me recuerda a “orgullo y prejuicio”, donde Jane Austen desnuda la peor cara entre el amor y el dinero, promiscua y mezquina, affaire de una sociedad desengañada.

Todo esto viene a cuento en el exhibicionismo de una muchedumbre semidesnuda, embadurnada de cremas, coloretes y pintalabios, con disfraces atentatorios del mínimo buen gusto, abarrotando las calles de Madrid.

Ya sabemos, Madrid es España, y España es poquito más que Madrid –Ayuso, dixit-, sin atreverse a dar su opinión festivalera, viendo como el pueblo ama la concurrencia a modo y manera que amaba su política de bares y jolgorios abiertos en plena pandemia.

Aquello de “ Peor es meneallo, amigo Sancho —respondió don Quijote. … yo espero que vendrá tiempo en que lo pueda comunicar con quien pueda entendello y remediallo.”

Antes de ser decapitado en la plaza pública de las benditas redes sociales, diré en mi defensa que soy indiferente total, a las orientaciones sexuales de cada cual. Odio lo uniforme, amo lo diverso: “anda jaleo, jaleo, ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo” en brazos de Lorca y la Argentinita.

Reivindicar el justo trato que los poderes públicos deben dar a todos por igual, es no significarse en el andamiaje sexual de cada uno. Hacerlo a nivel mundial exige talento y capacidad de convocatoria allí donde es un tormento acuciante, y valentía presencial necesaria. Una caravana de orgullo de letras “condensadas” es un paréntesis reduccionista a falta de un lenguaje más amplio.

El  mayor respeto a los diferentes, es serlo y mostrarse “ligero de equipaje, casi desnudo, como hijos de la mar”, y “a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga”.

Claro, otra vergüenza bien diferente, es la machacona emisión en TVE 1 y 2, las públicas, propaganda en éxtasis de agencias de viaje, hostelería y turismo de “singles”, que la pela es la pela.

Autor: Emilio Hidalgo Guirado