Bajo el término “cáncer infantil”, la OMS se agrupa a las enfermedades neoplásicas que debutan antes de cumplir los 15 años. Son alrededor de 300.000 niños al año en todo el mundo los que desarrollan un cáncer infantil. Con una buena detección temprana y con una buena atención, el 80% de los niños con cáncer que viven en países desarrollados, sobreviven. En el otro extremo, en países con pocos recursos y en vías de desarrollo, la supervivencia se reduce hasta el 10%, y quienes finalmente fallecen, ni siquiera cuentan con una adecuada atención de cuidados paliativos.
Los casos de cáncer infantil y adolescente han aumentado en un 1% y 1,5% por año, respectivamente, durante los 30 últimos años, según una investigación europea dirigida por el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (CIRC/IARC), con sede en Lyon (Francia), publicada en “The Lancet”.
Muchas quimioterapias utilizadas habitualmente para combatir el cáncer, conllevan aparejados diversos efectos secundarios y toxicidad que repercuten negativamente en la calidad de vida del paciente, especialmente en niños y menores de 15 años. Esto ocasiona graves trastornos en el entorno familiar, ocasionando que, en múltiples ocasiones, las familias necesiten de apoyo psicológico profesional externo para hacer frente al reto que supone tanto el tratamiento como el proceso de recuperación del niño.

Investigadores del equipo.
La búsqueda de tratamientos menos tóxicos o alternativas que permitan bajar las dosis farmacológicas reduciendo así los daños colaterales asociados debería ser una prioridad en la investigación preclínica del cáncer. Desgraciadamente no ocurre así.
Cada vez hay más evidencias de que el cáncer es, tanto o más que una enfermedad derivada de un trastorno genético, una alteración del metabolismo celular que, sostenida en el tiempo, que desemboca en procesos oncológicos y otro tipo de enfermedades inflamatorias y degenerativas.
Los tumores portadores de mutación en el gen KRAS poseen una intrínseca característica metabólica lo que los convierte en modelos de estudio ideales para la investigación de nuevas rutas de señalización, nuevas dianas de diagnóstico y tratamiento y nuevos fármacos destinados a modular el metabolismo aberrante de la célula tumoral.
El cáncer de páncreas no es uno de los más frecuentes, pero continúa siendo uno de los que tienen peor pronóstico, con una tasa de supervivencia del 5%, parecida a la de hace tres décadas y muy similar en países que pueden dedicar muchos recursos a tratarlos y en los más pobres.
En cuanto al cáncer de colon se refiere, la evolución de este tipo de tumor, que con 896 000 muertes al año es el segundo en mortalidad, es distinta del de páncreas. Aún así, el número de casos se ha incrementado un 10% en todo el mundo.
La mutación en el gen KRAS está presente en cerca del 50% de los tumores colorrectales y más del 90% de los tumores pancreáticos.
Esta mutación correlaciona íntimamente con un incremento de la resistencia del tumor a las terapias convencionales.
Desafortunadamente, KRAS se considera, hoy por hoy, una molécula inabordable terapéuticamente. Prácticamente todas las moléculas farmacológicas de nueva generación han mostrado resultados poco alentadores a la hora de mejorar la supervivencia del paciente o su calidad de vida.
Una característica común a ambos tipos de neoplasias es que presentan un metabolismo aberrante, hiperglucolítico, que confiere a las células tumorales la capacidad de prosperar en ambientes hipóxicos. Dicho metabolismo se asocia positivamente a un aumento de resistencia a la quimioterapia, de ahí que este tipo de cáncer sea el elegido para nuestro Proyecto de Investigación.
Diversos estudios científicos, algunos de ellos llevados a cabo por nuestro grupo de investigación en la Fundación Jiménez Díaz, indican que la vitamina C posee la capacidad de modular dicho metabolismo alterado a diferentes niveles, convirtiendo a esta molécula en un potencial candidato para el diseño de terapias combinatorias que permitan el diseño de nuevas estrategias encaminadas a aumentar la supervivencia a la enfermedad, la sensibilidad del tumor a las terapias clásicas y mejorar la calidad de vida del enfermo, niño o adulto.
Nuestro proyecto “Moduladores del metabolismo en tumores portadores de mutación en el gen KRAS” pretende ahondar en las propiedades de las moléculas naturales, y en particular de la vitamina C, en la modulación de dianas metabólicas alteradas en el cáncer.

Dr. Óscar Aguilera Martínez, PhD. Senior scientist
La mayoría de las moléculas naturales tienen poca o nula toxicidad cuando se emplean a las dosis adecuadas y esta ventaja las convierte en un candidato ideal para su estudio molecular a la hora de generar nuevas propuestas, menos tóxicas, para el tratamiento del cáncer y en particular el cáncer infantil.
La hipótesis de nuestro trabajo es que la vitamina C puede incrementar la sensibilidad de estos tumores a la quimioterapia a través de la modificación del metabolismo de la célula cancerosa.
Actualmente, gracias a la ayuda de organizaciones como Ong Otromundoesposible, hemos utilizando como modelo el cáncer de páncreas (el cual presenta un metabolismo aberrante muy acusado) para estudiar el potencial de la vitamina C para modular el metabolismo del tumor y lograr una mayor quimiosensibilización a las terapias ya existentes.
Decía Hipócrates, considerado uno de los padres de la medicina occidental, que “las enfermedades no nos llegan de la nada, se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la Naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las enfermedades aparecerán de repente”.
El objetivo de nuestro trabajo es estudiar la Naturaleza. Comprender sus leyes y mecanismos en aras a aprovechar todo ese enorme potencial en la restauración de la salud de las personas.
Ofrecer una nueva esperanza a tantos niños, adultos y familias que, hoy en día, sufren las consecuencias de esta devastadora enfermedad es mucho más que un proyecto vital: ha de ser necesariamente una dedicación vocacional.
Autor Dr. Óscar Aguilera Martínez
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