Para empezar hace quinientos años España no existía, pero es que México tampoco. Hay que recordar que cuando los virreinatos se independizan a partir de 1820 dando lugar a los distintos países de Hispanoamérica, también nace un nuevo país, pero al otro lado del Atlántico, España. Y es uno de esos virreinatos, el más grande, pues abarcaba desde el sur de los Estados Unidos de América hasta Panamá, el que se convierte en México, desprendiéndose el solo de centro América y perdiendo el resto a manos de los gringos.

Por otra parte volvamos hacia atrás en la historia. ¿Tiene que pedir perdón Grecia, por todo lo que conquistó y arrasó el gran Alejandro Magno?, o Roma, al conquistar a sangre y fuego todo el Mediterráneo, desde oriente próximo hasta Gran Bretaña. ¿Debe pedir perdón Mongolia, por haber tenido a Gengis Kan?, el mayor conquistador de la historia, pero también uno de los mayores carniceros del mundo. O Francia, tras el riego de sangre que hicieron las tropas del gran Napoleón. Y por supuesto ¿debe pedir perdón Estados Unidos?, por el genocidio que hicieron en su conquista del Oeste o con los negros esclavos del sur.

Pero vamos un poco más allá ¿por qué no pide perdón el  gobierno mexicano a su propia población?, pues el mayor genocidio indígena se produjo tras su independencia.

Los indígenas formaban más del 70% de la población del virreinato, siendo los nuevos gobernantes mexicanos ávidos de la tierra indígena, suya durante los trescientos años que formaron parte de la Corona Hispana, los que arrasaron con los pueblos nativos, llegando a perder sus tierras y sus lenguas, obligándoles a hablar en solo en español.

Pongamos un par de ejemplos entre 1876 y 1929 tuvo lugar una cruel guerra contra los indios yaquis, pimas, mayos y ópatas en la Guerra del Yaqui, tras su derrota a base de matanzas e incluso bombardeos de la Fuerza Aérea Mexicana, fueron deportados como esclavos al Yucatán. A la par y en comandita con los Yankees, exterminaron a los últimos indios Apaches Broncos, que se resistían a ser culturizados viviendo libres a su manera tradicional.

La recién elegida presidenta de México, Claudia Sheinbaum, por cierto de orígenes lituanos y búlgaros, parece desconocer la historia o lo que es peor retorcerla con el objetivo de utilizarla para sus propios fines políticos, sean estos los que sean, pues mientras pide que España pida perdón, no se atreve a pedirle a sus vecinos del norte que pidan perdón por haberles quitado la mitad de su país.

Echar la culpa al otro de los graves problemas que tiene México, denota no solo un complejo de inferioridad, sino que también la incapacita para tomar soluciones que lleven a afrontarlos favorablemente.

El Dr. Antonio Rubial García, en una de sus conferencias (que se puede ver en YouTube), contaba la siguiente anécdota: “una mexicana le dijo a una española: tus antepasados nos conquistaron y la española le contestó, no, fueron los tuyos, los míos se quedaron en España”. O como dijo el también historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui: “le mentas la madre al español en español, es como escupir para arriba”, “para después ir a la iglesia a rezar al dios de los españoles, en español”, “existe mayor locura”.

España y México son dos países hermanos, hermanos de sangre y de cultura, su historia va inevitablemente unida, pues no se entiende a uno sin el otro, pero hay que contarla bien y objetivamente, sin partidismos de ningún tipo que la puedan sesgar creando como en este caso un incidente diplomático, que seguramente quedara en nada y se perderá en el tiempo.

Mientras, ambos pueblos al margen de sus políticos siguen caminando cada uno por su senda, pero inevitablemente unidos en su corazón.