Cuando se cumplen dos años desde que Matteo Renzi removiera el Partido Democrático (PD), referente del centro izquierda italiano, para descabalgar al premier Enrico Letta y ocupar su puesto, su mayoría se tambalea por su empeño en sacar adelante una ley que permitiría las uniones civiles de homosexuales en un país donde este tipo de iniciativas han acabado por sucumbir históricamente ante la fuerte presión de la derecha, muy influida por la Iglesia Católica. Ya en su día el recurrente jefe del Gobierno Romano Prodi hubo de abandonar también proyectos similares para equiparar los derechos de gays y lesbianas con los de los heterosexuales. Ahora, la tormenta política amenaza a Renzi con dejarle sin el apoyo del Nuevo Centro Derecha (NCD), su socio en el Consejo de Ministros.
Después de que los mercados depusieran a Silvio Berlusconi en un golpe de Estado jaleado por la izquierda y sancionado por el entonces presidente de la República, el excomunista Giorgio Napolitano, y tras la interinidad del tecnócrata Mario Monti, las elecciones de 2013 dejaron una exigua victoria del PD que logró formar Gobierno con el apoyo del centro derecha en una de esas grandes coaliciones que tanto gustan en Europa, para lo cual dejó de lado al Movimiento Cinco Estrellas, el partido de los indignados que había conseguido un espectacular resultado en las urnas liderado por el cómico Beppe Grillo.
Así han transcurrido tres años de gran coalición –uno con Letta y dos con Renzi- hasta que se planteó la cuestión de las uniones civiles. El PD podría lograr la aprobación de esta ley con el apoyo del Cinco Estrellas y otros partidos de izquierda, pero haría saltar por los aires la actual mayoría de Gobierno, algo que Renzi quiere evitar a toda costa, pues prefiere mantener su pacto con el NCD que buscar una mayoría de izquierdas que sustente al Consejo de Ministros. Así las cosas, el líder del centro derecha y ministro del Interior, Angelino Alfano, ofrece una salida al primer ministro, mutilar el proyecto de ley y salvar así el Ejecutivo. Para ello, Matteo Renzi debe olvidarse de la cuestión de las adopciones y, a cambio, los conservadores permitirán la unión de personas del mismo sexo.
Muchos en el país transalpino temen que ésta sea la opción elegida finalmente por el primer ministro, lo que supondría una grave merma para la ley y no resolvería la desigualdad que afecta a los homosexuales, como ya han advertido diversas organizaciones LGTB italianas, pero muchos en el PD parecen dispuestos a traicionar así el espíritu de la norma con tal de garantizar la estabilidad.
No todos en el centro izquierda piensan de eso modo, claro está, y la polémica está servida. Los próximos días deberán acoger la resolución del conflicto y se comprobará si finalmente Matteo Renzi ha optado por salvar su gran coalición con la derecha y garantizar la estabilidad política a costa de sacrificar los derechos de una parte importante de sus ciudadanos, o lleva la defensa de la igualdad y de estos derechos hasta el final, aun a costa de tener que buscarse nuevos aliados en la izquierda o acudir incluso a las urnas. He ahí el dilema de Renzi, del PD y de Italia: estabilidad o derechos.
Aviso a navegantes de otros países. A veces las grandes coaliciones conllevan estas cosas.
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