Su nacimiento surge a consecuencia de las numerosas inspecciones y reclamaciones que la Seguridad Social está llevando a cabo a una gran cantidad de escritores. El motivo es la aplicación de uno de los numerosos decretazos de Rajoy: el Real Decreto Ley 5/2013, por el que se considera incompatible el cobro de la pensión de jubilación, con la percepción de los rendimientos de trabajo derivados de la actividad intelectual como escritores, siempre y cuando, estos rendimientos sean superiores al S.M.I., es decir, más de nueve mil euros.
El decretazo de Rajoy del 2013, supuso una gran excepción en el marco jurídico europeo, pues no existe tal limitación ni en Portugal, Italia, Francia, Gran Bretaña, Alemania, ni en diecinueve estados más de la Unión Europea. Este afán recaudatorio responde al principio “ser duro con los débiles y débil con los duros”, pues nuestra jurisdicción concede la pensión de jubilación más elevada a los diputados y senadores que lo hayan sido durante más de seis años, una excepción vergonzosa y un claro exponente de los privilegios de quienes nos dirigen.
La plataforma “Seguir Creando”, explica que la realidad está siendo terrible para los escritores de nuestro país. Salvo un dichoso y reducido grupo de unos veinticinco, que consiguen vivir EXCLUSIVAMENTE de los rendimientos de la literatura, es decir, de las regalías por la venta de sus libros, de ofrecer charlas, conferencias, artículos en prensa… el resto de los escritores -según CEDRO unos catorce mil en España-, no pueden vivir de la literatura, y alternamos nuestro oficio vocacional, con algún empleo o profesión asalariada para llegar a fin de mes.
La situación de los escritores españoles, no ha dejado de empeorar los últimos diez años, y los rendimientos por derechos de propiedad intelectual, son una cantidad cada vez más reducida, por lo que podemos llegar a la conclusión de que se está asfixiando deliberadamente la creatividad literaria en España.
Nos podríamos remontar a los años de la Segunda República, cuando se decidió constituir una entidad dentro del Ministerio de Cultura que se encargase de repartir una cierta cantidad de dinero, a los escritores que hubieran aportado a la creatividad cultural, al pensamiento y a la intelectualidad, con el objetivo de dignificar su vida. Dicha medida se consiguió con la presión del movimiento intelectual europeo, que eran conscientes de la difícil situación que atravesaban sus colegas españoles, algunos, representantes del llamado grupo o generación del ’98, como Pío Baroja, que vivía gracias a su empleo en una panadería, o como Unamuno, viviendo de su actividad en la Universidad. Pero ninguno vivía de la venta de sus libros dado que, para ser sinceros, se leía muy poco en España. Poco quedaban de los Siglos de Oro españoles, la literatura moría en los anaqueles de las bibliotecas, y el gobierno decidió dignificar sus vidas para que pudieran seguir creando con la excusa de que eran leídos en Europa.
Así nace el germen de lo que ahora se llama CEDRO, la institución gestora de los derechos de propiedad intelectual, que ahora reparte exiguos dividendos una vez al año, cada vez menores, con más y más recortes cada año…pero eso sí, con el 21% de IVA. El principio de proporcionalidad y progresividad no se aplica con la cultura.
Desde la Plataforma “Seguir Creando”, se reclama que se retire el decretazo de Rajoy, que se negocie la creación de un “Estatuto del Artista” –tal denominación aparece en el programa político de algún partido, como en Podemos- para dignificar la vida y el trabajo de los escritores, y reconocer la especificidad del sector, tanto de la creatividad literaria como de la investigación científica, ambas vertientes duramente castigadas por las políticas del actual gobierno ahora en funciones.
Espero que haya un marco de negociación consecuente con la gravedad de la situación, y se empiece a valorar en nuestro país la importancia de la cultura para el desarrollo del pensamiento, para construir la “Marca España” y que sirva de constructo identitario del país, como lo es en EE.UU., por ejemplo, que exportan sus productos culturales mostrando lo mejor de su civilización, colonizándonos con sus series, películas y novelas, exhibiendo aquello que quieren vender. La cultura no solo es un atractivo más que singulariza a un país, son sus señas de identidad y es una manera muy sutil de exportar valores y crear una imagen positiva de su pueblo… la cultura posee un poder inherente que creo, si me lo permitís, que será el tema de un nuevo artículo. Aquí solo quiero reclamar un mínimo de justicia para un sector al que pertenezco y que se siente olvidado y marginado.
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