Unos minutos de reflexión sobre tres temas:
I. Armas, armas, armas.
Todos los grandes problemas de la Tierra (condiciones para una vida digna -alimentación, sanidad, agua….-; cuidado del medio ambiente; educación para todos; solución pacífica de los conflictos…) podrían abordarse con sólo el 40% de los ingentes recursos económicos que se aplican actualmente a gastos militares y producción de armamento (aprox. 850.000 millones de dólares al año). No me canso de repetir que mueren diariamente más de 20.000 personas de hambre, al tiempo que los gastos bélicos ascienden a 3.000 millones.
Los productores de armamento están, desde el origen de los tiempos, promoviendo sin cesar, tampoco me canso de repetirlo, el perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”. Y así, desde tiempo inmemorial, el poder absoluto prepara permanentemente la guerra.
Los grupos plutocráticos (G-6, G-7, G-8,… G-20) con los que los neoliberales han sustituido a las Naciones Unidas, integran a los países ricos y representan, precisamente, a los grandes productores y traficantes de armamento. ¡Qué irresponsabilidad! Con la excusa de la seguridad (sólo se protege a menos del 30% de los habitantes de la Tierra), se siguen armando hasta los dientes. Las “campañas publicitarias” pagadas por los grandes consorcios disfrazan de “necesaria acción preventiva y disuasoria” la compra y venta de armas. Y las Naciones Unidas, marginadas, excluidas. Y, lo peor, la humanidad excluida y desatendida. Menos de 100 personas tienen una riqueza superior a la mitad de la humanidad, según OXFAM. La “seguridad” es obsesiva y muy rentable. Hasta tal punto que el Partido Republicano y su máximo exponente reciente, George Bush, han pretendido sustituir en la UNESCO la palabra “paz” por “seguridad humana”. Y es que la paz es la mayor amenaza para quienes viven de la guerra.
Algunos ejemplos recientes que dan mucho qué pensar (citas de “El País”):
– 11.4.2015: “Francia estrecha sus lazos con India con la venta de 36 cazabombarderos”.
– 28.4.2015: “España quiere vender a India buques y aviones militares por 4.000 millones”.
– 30.4.2015: “Francia eleva el gasto militar para enfrentarse al terrorismo. Hollande destina 3.800 millones más a defensa, pero mantiene su compromiso de reducir el déficit público”.
– 01.05.2015: “Qatar se rearma con 24 cazabombarderos franceses Rafale”. Las Naciones Unidas se constituyeron, precisamente, para evitar estos disparates. Es apremiante la refundación de un multilateralismo democrático, diligente, eficaz.
II. ¿Y los derechos humanos? Se van desvaneciendo.“¡El negocio es el negocio!”
En fechas recientes hemos visto, sólo en España:
– Que, para facilitar las relaciones comerciales con el gran dragón chino, se suprimía la justicia universal, lo que constituye una dramática reducción del ámbito de la justicia.
– Que, para asegurarse el contrato del servicio de tren de alta velocidad de Riad a la Meca, se olvidan del respeto a los principios éticos fundamentales y de la especial vulnerabilidad de la mujer.
– España colaborará con Egipto en el diseño del “AVE de las Pirámides” sin tener en cuenta los “principios democráticos” que, según la Constitución de la UNESCO, “deben guiar a la humanidad”.
No cabe duda de que los “mercados” son malos consejeros.
III. El PIB sube y baja no por méritos internos sino por aleatorias causas externas.
En “El País” del 2 de mayo se lee: “La economía crecerá la mitad si se revaloriza el euro y sube el petróleo”. O sea que el crecimiento anunciado, debido en cierta medida a la inclusión de la prostitución y el tráfico y consumo de drogas, no se debía a la mejora de la situación real en España sino al abaratamiento excesivo y culposo de los carburantes y a la devaluación del euro. No se trataba de haber incrementado el I+D+i o de haber establecido pautas laborales propias de la era digital… sino que los gobernantes hablan de la mejora de la macroeconomía española refiriéndose siempre al PIB, y lo hacen mirando de reojo a las últimas noticias sobre el precio del petróleo y el cambio del euro en relación a los dólares norteamericanos.
No cabe duda de que es imprescindible tener todos los días unos minutos para reflexionar, para no dejarnos engañar, para que podamos reaccionar, como hoy ya es debido, presencial o digitalmente.
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