Eso no es nuevo, Andalucía arrastra la maldición ancestral de los “señoritos andaluces” que explotan en la comunidad y cotizan, viven y fanfarronean en Madrid. Hay 8.400.000 andaluces esperando soluciones, 40.000 menos que hace un año porque han tenido que dejar sus hogares para buscar trabajo en otras partes y demostrar lo que valen.
Las pasadas elecciones, al margen de los intereses particulares o partidistas que llevaron a convocarlas, arrojaron el resultado que todos ustedes conocen. El PSOE obtuvo una mayoría en votos, pero insuficiente para gobernar en solitario. Los nuevos y pujantes partidos de PODEMOS y CIUDADANOS consiguieron una buena representación en el Parlamento andaluz. Sin embargo, ha sido imposible el acuerdo. Por su parte, la posición del PP ha sido desde el principio muy clara: Nosotros no queremos arreglar las cosas, queremos mandar, somos una alternativa de gobierno. No dicen nada de ponerse a trabajar para los andaluces.
Sin embargo, Andalucía precisa de soluciones efectivas y rápidas y supongo que todos los partidos estarán de acuerdo conmigo. Tal vez sea el momento de dejarse de partidismos y hacer un gobierno de concentración, una convergencia de intenciones e ideas en beneficio de la comunidad; un frente común frente al enemigo común: el paro, la miseria y el éxodo. Todo lo demás son excusas políticas para justificar intereses personales, incapacidad de gestión o vacío en la cabeza. Trabajo y desarrollo es lo que quieren los andaluces.
Pero la maquinaria política dice otra cosa y parece que no haya prisa por buscar soluciones. Los resultados del día 24 permitirán nuevos pactos y nuevos acuerdos políticos, que es lo que anhelan las formaciones emergentes, es decir: tocar poder. A eso de mediados de junio se habrán repartido los sillones, pero el verano nos es tiempo de grandes esfuerzos políticos y menos bajo el sol de Andalucía; es tiempo de bicicletas, playita y finos. Entonces aparecerán los señoritos para ver sus tierras que seguirán en sus manos aunque estén voluntariamente yermas o en barbecho, salvo por las que cobran subvenciones agrarias. Así que no esperen gran actividad parlamentaria ni acción política hasta mediados de septiembre. Y así va pasando el tiempo.
Abril fue una fiesta y mayo se ha convertido en un espectáculo, un pasatiempo hasta después de las elecciones; y se habrá perdido un tiempo vital para Andalucía. La solución está en una acción fuerte y conjunta; compromiso social, pensar más en el Pueblo y en sus gentes. Menos personalismos, menos discursos, menos ismos y, como dice el chiste, menos sambas… y más trabajar.
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