En poco más de una década, el desarrollo descontrolado de la industria de pesca al cerco y engorde de atún en el Mediterráneo ha llevado a esta especie al borde del colapso. La pesquería se agota sin que, de momento, la Unión Europea y resto de países implicados hayan actuado para salvarlo.

Hasta la fecha los gobiernos han ignorado las denuncias de pescadores artesanales, científicos, cocineros, comercializadores de pescado, cadenas distribución, numerosas ONG – con WWF a la cabeza – y decenas de miles de ciudadanos.

El desastre en la gestión y control de la pesquería del atún rojo es el ejemplo más ilustrativo de la crisis pesquera global, lo que se ha venido a denominar: “la locura de la pesca”, mostrando una de las tasas de pesca ilegal más elevadas del mundo. Un desastre de índole ambiental, económica y social, en el que no sólo hay implicados buques con banderas de conveniencia o “buques pirata” provenientes de lejanos países. De hecho, los principales responsables son países comunitarios, junto a otros estados ribereños del Mediterráneo, incapaces hasta ahora de controlar unas flotas que pescan ilegalmente para satisfacer la demanda de este producto en el mercado internacional, principalmente, en Japón.

Tras el último atún

En el año 2006, WWF estimó que se pescaban entre 50.000 y 60.000 toneladas, casi el doble de la cuota establecida entonces por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, en sus siglas inglesas), es decir, 32.000 toneladas; siendo flotas como la francesa, italiana, turca o libia las más implicadas en la pesca ilegal. Estas estimaciones fueron corroboradas por el Comité científico de este organismo.

Ese mismo año, los expertos de ICCAT alertaron sobre la crítica situación de la pesquería, advirtiendo que era necesario un cambio drástico en su gestión para salvarla. Entre las medidas imprescindibles: cerrar la pesquería durante la época de reproducción (mayo, junio y julio).

Ignorando totalmente las advertencias de los científicos, ICCAT estableció un nuevo plan de gestión para el atún rojo en noviembre de 2006. Este permitía pescar 29.500 toneladas – el doble de las recomendaciones científicas – y mantenía abierta la pesca de cerco en los principales meses de reproducción (mayo y junio). Desde entonces, la pesquería se ha ido restringiendo, reduciendo la temporada de captura y la cuota total, establecida para 2010 en 13.500 toneladas.

Sin embargo, las medidas llegaron tarde, alejadas de las recomendaciones de los científicos, y las actividades ilegales han seguido descontroladas en muchos caladeros. Por ello, la población de adultos ha seguido descendiendo, disminuyendo la talla media de los ejemplares capturados a menos de la mitad en la mayoría de las pesquerías (signo evidente de agotamiento) y el precio del producto ha continuado bajando por la saturación del mercado por parte de las capturas ilegales que se pagan a un menor precio.

WWF Llama a la acción para salvar el atún rojo

Ante la incapacidad de ICCAT y sus Partes contratantes de poner orden en la pesquería – según un informe de expertos independientes encargado por el propio organismo – WWF ha recomendado a distribuidores y consumidores que no consuman esta especie amenazada mientras no dé signos de recuperación, logrando la adhesión de los principales distribuidores y cocineros europeos.

Igualmente, WWF ha pedido la inclusión del atún rojo en el Anexo I de CITES, Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que implica la prohibición de su comercio internacional, principal causa de su agotamiento.

Los países signatarios de la CITES se reúnen cada 30 meses para evaluar la eficacia del tratado y decidir si agregan o retiran especies de sus listas, que disponen si una planta o animal amenazado queda protegido del comercio internacional y en qué grado.

La CITES tiene 175 países miembros. No obstante, las partes pueden presentar una reserva dentro de los 90 días en los cuales una especie es incluida en la lista de protección, eludiendo así el compromiso de las disposiciones respectivas.

La inmensa mayoría de las especies protegidas por la CITES son terrestres, pero esto comienza a cambiar a medida que la pesca insostenible y diversas amenazas del cambio climático ejercen una presión cada vez mayor sobre la fauna y flora marinas, cuyo comercio es sumamente lucrativo en algunos casos.

Podeís descargar el informe completo “El atún rojo del Atlántico oriental y del Mediterráneo” en el siguiente link.

wwf.es