Sin embargo la propia agricultura también puede servir al enfriamiento de la Tierra. Mediante prácticas sostenibles y a pequeña escala, apoyadas por un promoción del consumo local de alimentos, los productores locales cumplen una función imprescindible a la hora de frenar esta devastación del entorno y dar sustento a millones de familias campesinas. Pero el compromiso es bidireccional: sin consumidores responsables, la producción local no podría mantenerse en el tiempo.
Frente al modelo industrializado y globalizado actual, os presentamos 10 razones que sitúan al consumo local como herramienta de transformación social y medioambiental:
- Si compras directamente a los productores, estás pagando el precio justo para su trabajo y favoreces el empoderamiento del agricultor para que ofrezca sus propias condiciones de comercialización.
- También ayudas a garantizar que los derechos de acceso y la gestión de la tierra, las aguas, las semillas, el ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producen los alimentos, y no a expensas de los lobbies de las grandes cadenas de distribución que actúan como intermediarios.
- Porque la recolección de los alimentos tiene lugar poco antes del momento en que los compras y por tanto son productos frescos que conservan todos sus nutrientes.
- Significa fomentar la preservación del paisaje, potenciar la fertilidad de tierras que antes estaban abandonadas y recuperar las especies autóctonas, devolviendo así a la gente la cultura popular de su tierra.
- Ser sostenible también implica comer de temporada, disponer de los productos que da una zona concreta según cada época del año.
- La compra directa potencia la economía local, fomenta el empleo y en definitiva activa un sector, el de la agricultura, que sigue sobreviviendo con dificultad.
- Porque se minimiza el impacto ambiental. En cambio, consumir alimentos cultivados a muchos kilómetros de distancia representa una gran causa de contaminación.
- Porque también se reduce el coste energético asociado a los alimentos. Por poner un ejemplo, con la cantidad de energía que se consume al transportar una tonelada de manzanas desde Chile a España, se podría mantener un frigorífico encendido ¡hasta dos años y medio! Por otra parte, una nave industrial que practica el cultivo intensivo utiliza mucha maquinaria e insumos químicos como pesticidas y fertilizantes, y el resultado es un consumo de energía muy superior al de una finca familiar de cultivo ecológico.
- La transparencia destaca como valor porque sabes cuál es el origen de los alimentos y conoces a la familia campesina o ganadera y al proyecto de vida que hay detrás. Además, estás atribuyendo valor a una región: los productores locales son auténticos intérpretes de un territorio con una tradición y sabiduría singulares.
- Porque es una manera de impulsar la soberanía alimentaria, que defiende el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y el derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Sitúa a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas.
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