Africa, cuya etimología significa “sin frío”, fue la cuna del hombre y posee una extensa historia cultural desconocida para el gran público. Este enorme continente de 30 millones de kilómetros cuadrados sostiene una enorme variedad de paisajes, climas, pueblos y realidades. La única unidad del continente reside en la antigüedad del zócalo que lo sostiene, testigo de la tierra original de Gondwana. Mayoritariamente, Africa permanece al margen del mundo. La inestabilidad económica es la situación normal. Sin embargo, más preocupante es la persistencia de la inestabilidad política estructural de los Estados. La raíz colonial también influye en esta inestabilidad política, ya que, en general, las zonas que fueron colonias francesas parecen arrastrar una menor articulación respecto a las antiguas colonias británicas.
Si tratamos de evitar el pesimismo, podemos contemplar la vida en Africa en dos vertientes diferentes. Una, el aspecto duro y sangrante de la violencia en su más amplio sentido y, otra, el bullir y las ganas de salir adelante de una existencia cultural de gentes que se resisten a sucumbir.
Mirando al pasado
Analizando las peores pesadillas humanas materializadas en estas tierras vemos que saliendo de la dominación colonial, Africa no cumplió sus sueños de libertad porque se convirtió en el tablero de ajedrez de las luchas de las grandes potencias durante la guerra fría y en el juguete que manejaron sus antiguas metrópolis, especialmente Francia. Hoy, la mayor parte de las guerras y los conflictos que no han cesado de empobrecer el continente negro no pueden entenderse al margen de los intereses geopolíticos y económicos que suponen el petróleo, el uranio, el cobre, el diamante, el oro, el cobalto, el aluminio o el coltán, disputados por los grandes grupos de intereses.
Africa está enferma de sí misma. Y es por ello que el pillaje organizado por las clases dirigentes llega a hacer de la corrupción un método de gobierno. Pero no se puede olvidar la responsabilidad en este fenómeno de las redes mafiosas y de los lobbies que controlan los recursos estratégicos y que apoyan a las dictaduras corruptas.
No podemos dejar de olvidar que, en este terreno de la economía, lo que se ha denominado “el fracaso del desarrollo” exterioriza una resistencia de las sociedades africanas hacia los enormes costes que implican para ellas las estrategias y programas dictados por las instituciones financieras internacionales. Estas orientaciones económicas se basan en experiencias provenientes de las sociedades occidentales y muestran el fracaso de las teorías capitalistas en Africa. En las sociedades africanas el verdadero pobre es quien no tiene parientes. El espíritu de familia y el principio de reciprocidad envuelven las relaciones económicas dentro de las relaciones sociales. Las sociedades africanas no asimilan bien un modelo de desarrollo en el que las desigualdades socioeconómicas funcionan como motor del progreso. Cuestionan una modernización económica que implica la destrucción de la relación social.
Africa no quiere entrar en el mundo que tanto aprecia el occidental: la posesión del objeto y la levedad del instante
Por ello, los modelos clásicos se muestran inadecuados para asimilar fenómenos como el de los “nuevos ricos” que, sin saber lenguas occidentales, se catapultan hacia la acumulación de riqueza en los casos de los grandes comerciantes hausas y yorubas en Nigeria, o los nana Benz de Lomé, Cotonú, Kinsasa o Duala. Igualmente, llamativo es el caso del dinamismo de las mujeres que invierten en las economías informales en las ciudades africanas.
Podemos afirmar que Africa, abandonada del proceso de globalización, se resiste a la homogeneización mundial. El hombre africano contempla modelos diferentes de ver el mundo y el desarrollo. Africa no quiere entrar en el mundo que tanto aprecia el occidental: la posesión del objeto y la levedad del instante.
A su vez, esto no significa que no haya surgido una nueva clase de empresarios y cuadros africanos en línea con la mundialización (internet, telefonía o lengua inglesa) que suelen ser antiguos políticos y sindicalistas reconvertidos. La integración regional se generaliza al este, al oeste y al sur. Los socios estratégicos se diversifican con la entrada en escena de Estados Unidos, Japón y China, mientras que las relaciones obligatorias con las antiguas metrópolis se apagan. Algunos sectores, al igual que en otras zonas del planeta, explotan (electricidad, telefonía, electrodomésticos, telecomunicaciones, medios de comunicación y turismo). La renovación también llega a la política. Se empieza a cuestionar los modelos de los años pretéritos (palacios, uniformes, entorchados, partidos únicos, etc.) y surge una nueva clase dirigente formada y con otros valores más sólidos.
De esta forma, el pasado y el futuro se mezclan en el continente. Africa es el país de las contradicciones. Muestra de ello es que cuando el entonces presidente estadounidense Clinton realizó una gira al continente africano aplaudió el espíritu constructivo de los países del bloque del renacimiento africano; algunos meses más tarde, la mayor parte de ellos habían tomado el camino de la guerra.
{salto de pagina}
Un fenómeno particular a tener en cuenta es la importancia que está adquiriendo el petróleo en esta zona del planeta. Para las grandes potencias la seguridad energética es crucial. Las proyecciones acerca del mercado energético para los próximos treinta años reflejan un incremento en el consumo de todos los tipos de energía, siendo el petróleo y el gas los que contarán con más demanda internacional. La guerra de Iraq y los atentados continuos contra los pozos petroleros, así como la inestabilidad en Medio Oriente, han generado la necesidad de diversificar las fuentes de suministros energéticos. En este contexto se explica que el mundo haya vuelto los ojos a Africa con argumentos de solidaridad y lucha contra la pobreza.
La mayoría de la población vive con menos de un dólar al día, y los beneficios quedan en manos de la cúpula en el poder
El continente africano nuevamente es objeto de codicia por parte de las grandes potencias. Ahora son las compañías petroleras y los gobiernos que las respaldan los que buscan las licencias de explotación de crudo y de las reservas incalculables de gas. Estados Unidos, por ejemplo, espera que dentro de diez años el 25% de su crudo provenga de Africa. Washington y sus aliados occidentales se muestran dispuestos a apoyar a gobiernos corruptos en Africa, pasando por alto violaciones a los derechos humanos, a cambio de contratos en el sector energético y cooperación en la lucha contra el terrorismo.
En un cálculo estratégico, para los nuevos socios los beneficios que se pueden obtener superan los riesgos y, además, tienen un valor añadido de seguridad y bajo costo de transporte: simplemente el crudo del Golfo de Guinea está a tan sólo siete días de la costa este de Estados Unidos, una ruta marítima sin muchas probabilidades de sufrir ataques terroristas.
Países como el Reino Unido y Noruega, han encontrado en Africa una alternativa frente al declive de las zonas de abastecimiento como Alaska y el Mar del Norte. China se concentra en diversificar sus relaciones con el continente, en tanto que Corea del Sur ha desplegado esfuerzos en el ámbito de la seguridad energética, reflejados en la reciente visita del Presidente Roh Noo-hyun a Egipto, Nigeria y Argelia. A cambio, varios países han ofrecido la condonación de la deuda externa de naciones africanas así como ayudas millonarias en cooperación. En teoría, estas medidas permitirían que los gobiernos africanos emplearan recursos para fomentar el desarrollo económico, lo que llevaría a una mayor estabilidad política, institucional y social, impulsar las inversiones extranjeras y además proporcionar trabajo a la población local.
Sin embargo, en lugar de constituirse como una fuente de riqueza de los países africanos, el petróleo ha originado empobrecimiento y dependencia. La mayoría de la población vive con menos de un dólar al día, y los beneficios quedan en manos de la cúpula en el poder como es el caso de Guinea Ecuatorial. En Angola, por ejemplo, a pesar de que es el segundo país productor de petróleo en
África después de Nigeria y que este sector representa el 90% del comercio total, una mínima parte de las ganancias generadas se destinan al desarrollo del país.
No obstante, en Nigeria, las presiones de los grupos ecologistas para lograr una indemnización a favor de las comunidades indígenas que habitan el Delta del Níger (la zona más rica en petróleo del país) provocaron la salida de Shell del país africano.
Hay que mencionar que la mayor parte de los recursos generados por el crudo en Africa se destinan a financiar las diversas guerras en la zona
Dada la importancia estratégica que las potencias otorgan al tema del petróleo africano, se prevé que mantendrán su presencia en la zona. Sin embargo, y a la luz de las pugnas por el control de los recursos energéticos, el descontento de las poblaciones en Africa ante la falta de beneficios derivados de su explotación hace urgente que los líderes del continente busquen la coordinación de sus políticas energéticas y la concertación de estrategias a fin de emplear eficientemente los fondos que generan las ventas de crudo a favor del desarrollo de sus países.
Con todo, hay que mencionar que la mayor parte de los recursos generados por el crudo en Africa se destinan a financiar las diversas guerras en la zona.
Pero centrándonos en la vertiente de la violencia en el continente africano, se observa que la persistencia de conflictos en el corazón de
África, en donde se concentran abundantes recursos estratégicos y acuíferos, presenta un panorama desolador por los enfrentamientos armados internos y subregionales que han dado como resultado un alto número de refugiados y desplazados, la circulación ilegal de armas ligeras y la pobreza extrema.
La región de los Grandes Lagos se mantiene tensa todavía debido a los movimientos armados que actúan en la frontera de la República Democrática del Congo y de Uganda, amenazando la ya difícil situación de Ruanda y Burundi.
A este panorama, se suma la delicada situación de Sudán, que si bien en 2005 concluyó con una guerra de veinte años entre el norte musulmán y el sur cristiano, desde 2003 afronta un nuevo conflicto en la región de Darfur, ocasionado por la disputa del poder y de las escasas tierras fértiles y recursos hídricos que se encuentran en la zona. Ésta es considerada como una de las crisis humanitarias más graves de todos los tiempos.
{salto de pagina}
En el cuerno de
África, Somalia, que estuvo en anarquía por más de trece años, tiene hoy las tareas de desmilitarización, reconstrucción, unificación y celebración de elecciones presidenciales, las cuales, dadas las condiciones de inseguridad y la negativa de la comunidad internacional de aprobar una misión que apoye al gobierno de transición, resultan casi imposibles de lograr. Es por lo que las hostilidades vuelven a surgir en este país de la mano de facciones islamistas.
El SIDA mata diariamente a 6.000 personas en
África, más que cualquier guerra, hambruna o inundación. Millones de niños son huérfanos a causa del mal y/o son seropositivos
El poder de los Jefes de Estado para modificar las constituciones y continuar indefinidamente al frente de sus gobiernos, como se evidencia en Nigeria, Uganda y Costa de Marfil, es otro elemento que obstaculiza los esfuerzos para promover la paz, la democracia y la gobernabilidad. A estos países, se suman Gabón, Sudán y Zimbabwe, cuyos dirigentes han permanecido en el poder por más de dos décadas.
Dada la importancia de Nigeria en el contexto regional e internacional, resulta pertinente llamar la atención sobre la confrontación política entre el Presidente y el Vicepresidente ante el proceso electoral de 2007, que ha propiciado el resurgimiento de la crisis en la zona petrolera del Delta Níger.
Costa de Marfil, otro actor clave en
África Occidental, atraviesa por una delicada situación política, económica y social a raíz de la renuencia del presidente para compartir el poder con otros grupos y abandonar el gobierno propiciando el paso hacia una democracia. Ello pone en riesgo la consolidación de la paz y la reconstrucción que se llevan a cabo en Liberia y Sierra Leona.
Por no entrar a detallar más el penoso panorama de la guerra en Africa, diremos que después de la firma de varios acuerdos de paz disminuyeron los conflictos armados en la región. Sin embargo, los que siguen desarrollándose en Burundi, Chad, Costa de Marfil, la República Democrática del Congo, Somalia o Sudán se caracterizan por los graves atentados contra los derechos humanos, como homicidios y violaciones. Las personas refugiadas y desplazadas que permanecen acogidas en campos y en zonas urbanas no reciben la asistencia necesaria para cubrir sus necesidades básicas y están expuestas a sufrir abusos contra sus derechos humanos.
Lo que llama la atención de los últimos conflictos en el continente es su brutalidad y su aparente falta de lógica en cuanto a una causa que los desencadene o mantenga.
Junto a esto, está el dramático y desolador dato de que la pandemia del SIDA está diezmando gravemente a la población africana. El SIDA mata diariamente a 6.000 personas en
África, más que cualquier guerra, hambruna o inundación. Millones de niños son huérfanos a causa del mal y/o son seropositivos. Según cálculos recientes, el SIDA podría acabar con cerca de un cuarto de la población actual del sur de
África. Día a día, los negocios pierden a sus empleados, las escuelas a sus maestros, las granjas a sus campesinos y trabajadores. En definitiva, esta enfermedad supone uno de los mayores problemas para Africa.
Mirando al futuro
Pero en Africa existe otra realidad, la de la sociedad civil que quiere salir adelante. Existe la voluntad del llamado “renacer de Africa” y, quizás, la mejor muestra de ello es su vida cultural (completamente desconocida en los países del Norte) y el aflorar de nuevos sectores económicos.
Es bien sabido que la cultura marca el sentido de pertenencia y el nivel de vitalidad de las sociedades. Además, las diversas manifestaciones de las culturas suponen un campo de expansión económica para los países africanos en el futuro. Los entresijos políticos de la cultura son incontestables y sus entresijos económicos no son menos evidentes. Los productos, las producciones y los intercambios culturales significan también trabajo, empleo e ingresos.
Si preguntamos cuál es el primer producto de exportación de los Estados Unidos, a muchos todavía les sorprenderá saber que es el sector de la cultura, o mejor el sector de la creatividad. Este sector que crece en los países africanos puede jugar para ellos una potente fuente de ingresos. Pero, aunque este sector no requiere generalmente las inversiones de una industria manufacturera, sí que se necesita el soporte de sólidas empresas.
En el campo de la música, los artistas africanos mundialmente conocidos venden cientos de millones de discos y llenan las salas de espectáculos en el mundo. Sin embargo, el peso de la industria musical africana es insignificante a nivel mundial.
En el campo del conocimiento, debemos poner de manifiesto que siempre se ha marginado o aniquilado el saber ancestral de los africanos, especialmente lo concerniente al poder curativo de una medicina tradicional basada en los efectos de ciertas plantas
Además de la música y el deporte, que son dos áreas que proporcionan cuantiosos ingresos a los africanos implicados en estas actividades, la moda es una zona de inmensas potencialidades y de grandes talentos en el continente. Partiendo de su rico patrimonio cultural, los creadores autóctonos incorporan en sus diferentes modelos las técnicas ancestrales en dosis modernas y prácticas. Así, de los talleres salen modelos en telas locales: rabal de Senegal, kita de Costa de Marfil, kente de Gana o aso-oke de Nigeria. Junto a esto existe todo un sector artesanal rico y variado que se pone al servicio de la moda (curtidores de piel, joyeros y orfebres).
{salto de pagina}
De Dakar a Nairobi, de Accra a Johannesburgo, son decenas de diseñadores con creaciones tan innovadoras como comerciales. Estos grandes desconocidos en el Norte son nombres como B’Exotiq, Ly Dumas, Collé Sow Ardo, Claire Kane, Jimmy Delaja, Eric Raisina, Clara Lawson, Oumou Sy, Pathé O, etc. No faltan talentos, tradición textil, ni industrias textiles, pero la moda sufre la ausencia de una verdadera política sectorial en Africa. Todos los indicadores coinciden: la creatividad africana es apreciada en el mundo entero. La prueba de ello es que los grandes de la alta costura, de Jean-Paul Gaultier a Yves Saint-Lautent pasando por Kenzo, Lacroix, Paco Rabanne o Carven se inspira, en un momento o en otro, en ella.
La literatura es otra de las facetas culturales en la que el dinamismo de Africa surge con fuerza. Pese a su pobre apoyo oficial, los escritores africanos comienzan a despuntar por la calidad de sus producciones. Igualmente, la industria cinematográfica se abre paso con más vigor. Bien es cierto que las producciones cinematográficas africanas se encuentran con el grave problema de la falta de distribuidores en los países ricos. Salvo festivales como los de Amiens en Francia, Lovaina y Namur en Bélgica y Milán en Italia, el resto del sector en los países desarrollados no facilita las cosas a las películas africanas.
En este campo del conocimiento, debemos poner de manifiesto que siempre se ha marginado o aniquilado el saber ancestral de los africanos, especialmente lo concerniente al poder curativo de una medicina tradicional basada en los efectos de ciertas plantas.
Un sector económico que va a ser determinante en el crecimiento y en el cambio social en Africa es el turismo. Según las tendencias del turismo internacional, la zona subsahariana se convirtió en la clara vencedora del último año. En toda
África, la industria turística creció aproximadamente en un 10%, un aumento significativo si tiene en cuenta que la media normal es del 5,5%. Mozambique y Kenia experimentaron el crecimiento más rápido de destinos turísticos.
Pese a todos los problemas, Africa tiene pueblos sufridos que siguen soñando con un mejor futuro. Es responsabilidad del mundo rico apoyar la creación de estabilidad, riqueza y bienestar para los africanos
Otro de los países subsaharianos que experimentaron un crecimiento superior a la media es Sudáfrica, donde las llegadas internacionales se incrementaron en un 11%. Las islas Seychelles y Mauricio también se vieron beneficiadas tras un periodo no tan positivo.
África del Norte advirtió un índice de crecimiento acorde con la media mundial. El ritmo moderado de crecimiento se observa en Túnez con un 8% y en Marruecos con un 5% en todo el año. Egipto registra un crecimiento del 6%. En cualquier caso, la industria turística va a ser una de las apuestas fuertes de la nueva Africa.
Como hemos comentado, las empresas petroleras internacionales, que flirtean ávidamente con los estados africanos, comentan que el continente tiene la llave para un aumento constante de la demanda de energía, y los gobiernos responden intensamente a este flirteo. Actualmente, el 9,5% de todas las reservas de carburante conocidas a nivel planetario y el 12% de la producción se encuentran en
África.
Respecto a la industria, está muy poco desarrollada, ya que, si es cierto que el continente es fuente de materias primas, no lo es de productos elaborados. Gran parte de la industria se dedica a la producción de bienes de poco valor añadido. La mayor parte de las industrias, salvo en Sudáfrica, son de capital extranjero. Unicamente este país tiene una industria considerable, y sólo en ciertas regiones, como el entorno del Cabo. La política de desconcentración de la producción que tienen actualmente muchas empresas multinacionales les ha permitido mejorar su tejido industrial.
Una de las industrias que más importancia tiene es la de transformación de productos agrícolas. Los productos agrícolas son envasados y tratados en origen antes de venderlos en los países desarrollados.
Por lo demás, Africa es el continente que menos energía consume, y el que menos produce. Esto es sin duda un obstáculo para la creación de un tejido industrial estable, y ello a pesar de tener importantes recursos.
Pero, pese a todos los problemas, Africa tiene pueblos sufridos que siguen soñando con un mejor futuro. Es responsabilidad del mundo rico apoyar la creación de estabilidad, riqueza y bienestar para los africanos.
“Baleke babueki nsuki, tumbu kua ba mbuta”
Si el pelo de los niños enrojece, la culpa es de los padres
Proverbio Bakongo