nn

 

 

Esta noche al oído,

me has dicho dos palabras comunes.

Dos palabras cansadas de ser dichas.

Palabras que de viejas son nuevas.

 

Dos palabras tan dulces que la luna,

que andaba filtrando entre las ramas,

se detuvo en mi boca.

 

Tan dulces dos palabras,

que una hormiga pasea por mi cuello

y no intento moverme para echarla.

 

Tan dulces dos palabras,

que digo sin quererlo ¡oh, qué bella, la vida!.

 

Tan dulces y tan mansas,

que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

 

Tan dulces y tan bellas,

que nerviosos, mis dedos,

se mueven hacia el cielo imitando tijeras.

 

Oh, mis dedos quisieran cortar estrellas.

 

 

nn