Abel cazaba venados, jabalíes y otras especies que habitaban en su comunidad para poder comer; Jorge era ganadero, si un puma o jaguar atacaba a alguno de sus bovinos, lo mataba; Arturo se dedicaba a la agricultura; para poder sembrar y sacar su cosecha talaba árboles. Para Rosalina era distinto, ella se dedicaba al hogar, cada día tenía que preparar el desayuno y comida para su esposo y los otros campesinos que trabajaban con él la tierra.
No todos son de la misma comunidad, ni del mismo estado en el país, pero aún así coinciden en un punto: los cuatro reconocen y lamentan no haber tenido una visión de cuidado ambiental. Hace cinco años, el proyecto de Conservación de Cuencas Costeras en el Contexto de Cambio Climático (conocido como C6) se propuso recuperar bosques y selvas de áreas claves en México debido a su vulnerabilidad ante al cambio climático. Lo lograron implementando actividades alternativas a las tradicionales que a la vez beneficiaron económicamente a los habitantes, como ecoturismo o agricultura de bajo impacto ambiental.
Así fortalecieron corredores biológicos en cuencas costeras para favorecer el cuidado de la biodiversidad, la conservación del medioambiente y de especies emblemáticas como el jaguar o el puma. Una pieza clave para lograrlo fue el emprendimiento de proyectos productivos y el trabajo cercano, constante y directo con los pobladores de estas zonas.
La iniciativa se desarrolló en 16 cuencas costeras ubicadas en dos regiones del país: el golfo de México y el golfo de California. Estas zonas se eligieron por su alta biodiversidad y porque cuentan con extensiones importantes de áreas naturales protegidas, además de que permitían una fuerte colaboración entre el gobierno, instituciones y pobladores. En total, se trabajó sobre un área de unos 200 kilómetros cuadrados y más de 5.000 personas resultaron beneficiadas.
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