Estas palabras pueden sonar algo enigmáticas, porque van en contra de un mensaje transmitido por autoridades y académicos sin interrupción desde el nacimiento de la teoría económica. El mensaje corresponde a la pregunta: ¿De dónde viene el dinero? La respuesta tradicional tiene tres componentes centrales. Primero, no existe una fábrica de dinero, pero sí un instituto emisor que tiene el monopolio de la creación monetaria y se llama banco central. Segundo, ese organismo es independiente de las fuerzas económicas y del mercado, por lo que sus decisiones sobre la cantidad de dinero que hay que emitir son externas a la economía. A ese dinero emitido por el banco central se le denomina dinero exógeno. Tercero, los bancos son simples intermediarios entre los agentes que depositan sus ahorros en sus bóvedas y aquellos que recurren a los bancos para satisfacer su demanda de capitales para invertir.

Todo eso forma parte de una historieta que es falsa. Existe una mejor y más certera descripción del fenómeno de creación monetaria. Proviene de los trabajos de economistas que han cuestionado los dogmas oficiales. En esta visión alternativa la mayor parte del dinero es creado no por el banco central, sino por los bancos comerciales privados. Y esta creación monetaria se lleva a cabo mediante un proceso que no tiene nada que ver con el cuento de hadas de la intermediación bancaria. En síntesis, los bancos no necesitan que un agente deposite sus ahorros para poder otorgar un préstamo. El proceso es al revés: cuando un banco otorga un préstamo, en esa misma operación crea un depósito. En lugar de requerir de un depósito para poder realizar el préstamo, los depósitos son creados al otorgar el crédito.

El crédito otorgado por el banco corresponde en rigor a una creación monetaria. La creación de dinero deja de ser monopolio del banco central y responde a las necesidades de crédito de la economía. Es decir, la oferta monetaria es determinada por la demanda de crédito. A ese circulante se le denomina dinero endógeno, porque su cantidad depende de las fuerzas al interior de la economía y no de las decisiones de un instituto como el banco central. Los bancos comerciales privados pueden satisfacer esa demanda de crédito creando dinero de la nada.

Para darnos cuenta de que el cuento sobre la intermediación bancaria es falso, basta echar un vistazo a los agregados que constituyen la oferta monetaria en cualquier economía capitalista. Ese examen revelará que el dinero emitido por el banco central es sólo una pequeña parte (no más de 5 o 6 por ciento) del total de la oferta monetaria. El resto es emitido por el sistema bancario comercial privado. Lo que mueve a la economía es el dinero creado por los bancos privados mediante los préstamos que otorgan.

Pero si la creación monetaria se lleva a cabo mediante el otorgamiento de crédito, ¿cómo sabe el sistema bancario cuando detenerse? O, para decirlo de otro modo, ¿cuándo saben los bancos en su conjunto cuando ya no es prudente otorgar más crédito? La respuesta es que no lo sabe, porque no hay límites intrínsecos al otorgamiento de crédito. No existe un foco rojo que mande la señal inequívoca de que la economía se ha saturado de crédito (o, lo que es igual, de dinero endógeno). El crédito no es como un producto industrial de la economía real, en la que la sobre-producción envía la señal de que los inventarios están creciendo (la mercancía no vendida se está acumulando). En el caso de los bancos, para cuando el sistema bancario se percata que se ha rebasado el umbral de saturación, ya es demasiado tarde. Buena parte de la crisis de 2008 se debe a este fenómeno.

Las implicaciones del fenómeno de dinero endógeno son enormes y no deben evadirse. Este concepto, que la escuela postkeynesiana tanto ha contribuido a desarrollar, exige redefinir los temas centrales de la teoría y la política macroeconómicas, entre ellos las causas de la inflación, la determinación y el papel de la tasa de interés, la relación entre ahorro e inversión y, por supuesto, la regulación bancaria y del sistema financiero.

Pero mientras los economistas del sistema y la enseñanza de la teoría macroeconómica continúen perpetuando las falsedades de la ortodoxia, no se podrá avanzar en estos temas.

La creación monetaria por los bancos privados es lo que permite a la economía moverse. Está en todas partes y nos parece tan natural que por eso mismo pasa desapercibida. Decía Sherlock Holmes que no hay nada más invisible que lo que es obvio. Seguramente estaba pensando en el dinero endógeno.

Alejandro Nadal