Brasil es el país con mayor biodiversidad en el mundo y también alberga la mayor selva tropical del planeta.

En los últimos cuatro años, el gobierno ha cambiado drásticamente su legislación ambiental, la eliminación de vastas áreas de la protección y el fomento de la sobreexplotación de los recursos naturales, que se traducirá en la pérdida de la biodiversidad, la reducción de la cubierta forestal, y el aumento de la contaminación de suelos y aguas.

El actual modelo de desarrollo de Brasil también hace caso omiso de los principios éticos en la conservación de la cultura y el territorio de los pueblos tradicionales.

Poco a poco, un escenario preocupante se ha diseñado para las decisiones políticas a favor del sector privado y de la agroindustria.

Mientras tanto, la población no se está incluyendo en las discusiones de tal acción y el panorama se vuelve más crítica.

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