No obstante, también ha generado un amplio debate que pone sobre la mesa la situación real de la sanidad en el país latinoamericano en lo que a atención sanitaria de personas se refiere.

Sistema Único de Salud

Hace dos décadas, la mitad de la población del Brasil carecía de cobertura sanitaria. En 1988 y con la intención de solventar este hecho, fue establecido el Sistema Único de Salud (SUS), el cual atiende a más del 75 por ciento de sus 193 millones de habitantes, quienes dependen exclusivamente de él para su atención médica.

La universalidad, la equidad y la integridad son los principios constitucionales de este sistema, que abarca desde la simple atención ambulatoria hasta el trasplante de órganos, garantizando el acceso completo, universal y gratuito para unos 100 millones de habitantes, distribuidos en 5564 municipios brasileños. El Programa de Salud de la Familia, dentro del propio Sistema Único de Salud, emplea a más de 30000 equipos de profesionales sanitarios que trabajan de forma concertada para llegar a las comunidades pobres y aisladas del país.

Desde la creación del SUS, la mortalidad de lactantes ha disminuido de 46 por 1000 nacidos vivos, en 1990, a 18 por 1000 nacidos vivos, en 2008. La esperanza de vida al nacer para ambos sexos, también ha aumentado de 67 años, en 1990 a alrededor de 73 años, en 2008. Las desigualdades regionales también han disminuido, la diferencia entre la esperanza de vida al nacer en el noreste del país y en la parte sur, más rica, era de ocho años en 1990, pero esa brecha se ha estrechado, pasando a ser de cinco años en 2007.

Problemas de presupuesto

El Sistema Único de Salud es financiado conjuntamente por el Gobierno Central, Estados y Municipios, con un aporte de estos dos últimos del 12 y el 15 por ciento de sus ingresos en salud respectivamente.

Sin embargo, el gasto en salud en Brasil, a diferencia del resto de los gastos sociales, no deja de caer desde que en 2000 se aprobara la enmienda constitucional 29, que establecía un piso de gasto para el sector sanitario. La diferencia entre las cantidades comprometidas para sanidad en el presupuesto y las cuantías efectivamente gastadas, es de 45 millones de reales (unos 18 millones de euros), sin considerar el ajuste por inflación.

Y es que, según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2010 publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el gasto en salud por habitante del Gobierno del Brasil en 2007 fue de US$ 252, por detrás de países vecinos como la Argentina, US$ 336, y el Uruguay, US$ 431. Se desprende de ello que el Gobierno debería gastar más de US$ 100 dólares adicionales por persona que en la actualidad.

Esa financiación insuficiente se asocia a problemas de deterioro de la infraestructura sanitaria básica y de escasez de personal de hospital. Muchos pacientes, en lugar de acceder a los servicios de atención primaria, solo entran en contacto con el sistema de salud en el último momento, a veces a través de los servicios de urgencias hospitalarios. El resultado son unos servicios saturados, con largas colas y listas de espera.

No es sorprendente que muchos brasileños opten por el sector privado para evitar ese tipo de retrasos y frustraciones. Empresas y particulares tienen la posibilidad de comprar servicios de salud a través de aseguradoras privadas reguladas por la Agencia Nacional de Salud Suplementaria (Agência Nacional de Saúde Suplementar). Aquellos que contraten seguros privados se benefician de una desgravación fiscal. Aún así, deben contribuir al Sistema Único de Salud mediante sus impuestos sobre los ingresos.

Diferencias dentro del mismo país

Regiones como el Nordeste son portadoras de patrones de enfermedad muy cercanos a los países más atrasados de África, Asia y América Latina. Los estados del Sur, Sudeste y Distrito Federal, sin embargo, pese a la heterogeneidad interna de sus indicadores, mantienen condiciones de salud similares a las de muchos países desarrollados. Además, las estadísticas muestran que durante el año 2011, el 20 por ciento de la población optó por una cobertura privada. Obviamente dentro de este porcentaje, se incluye a la población con rentas más altas, aquellos con rentas bajas o muy bajas continúa haciendo uso exclusivamente del SUS.

Paradójicamente, y a pesar de ser un sistema de salud financiado en su mayor parte por el sector público, gran parte de los hospitales y las camas pertenecen al sector privado, correspondiendo al sector público la responsabilidad de los establecimientos ambulatorios, especialmente en las regiones más pobres del país.

El Dr. Francisco de Campos, secretario nacional de la Secretaría de Recursos Humanos para la Salud del Ministerio de Salud, asegura que “Brasil ha hecho enormes progresos, pero todavía queda mucho por hacer. Necesitamos a la vez experiencia de gestión y dinero. Si nos limitamos a inyectar más dinero en el sistema sin controlar los gastos, eso no redundará necesariamente en mejoras de los servicios.”

Alba Sueiro es autora del blog About Journalism and more. Este informe fue publicado en noticias.nl