Cuando se eliminan programas educativos, se reducen becas de estudio, comedor o libros de texto, cuando se reducen las plantillas del profesorado, al final con lo que nos encontramos es con niños, niñas y jóvenes, sobre todo de clases desfavorecidas (ubicadas fundamentalmente en barrios humildes y zonas rurales) que recibirán una educación de peor calidad y que tendrán más dificultad para permanecer más tiempo en el sistema educativo.

Por lo tanto, al recortar en educación también se crea una sociedad más desigual, porque quienes más tienen que perder ante estos recortes son las clases más desfavorecidas, también las clases medias.

Los más pudientes siempre pueden acudir a escuelas privadas, academias y otros apoyos específicos. Esos recortes apenas repercuten sobre las expectativas de futuro de los menores pertenecientes a dichas familias.

Diversos estudios de la OCDE relacionan directamente el nivel socioeconómico y cultural de las familias con los resultados académicos de sus hijos e hijas, con variables como la conexión y velocidad de la conexión a Internet, el número de libros en casa, etc., que dependen en parte del bienestar económico de la familia. También incide sobre ese rendimiento escolar la disponibilidad horaria de los padres y las madres para ayudar a sus hijos e hijas en los estudios y para mantener una comunicación fluida con el profesorado. Sin embargo, quienes tienen más dificultades de conciliación son, de nuevo, las familias de clase trabajadora. Por lo tanto, si la escuela no compensa esas desigualdades de origen, las desigualdades sociales se incrementarán y aumentarán los índices de pobreza.

En estos momentos, en España estamos asistiendo a un empobrecimiento de la población. El documento Infancia en España 2012-2013 de UNICEF España destaca que en sólo dos años hay casi 205.000 niños más que viven en hogares con unos ingresos por debajo del umbral de la pobreza. Ese informe sitúa la cifra de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza en 2.200.000.

Pero tendremos una segunda ronda de empobrecimiento posteriormente, cuando “cosechemos” los frutos amargos de la reducción de las inversiones en educación, de aproximadamente 7.000 millones de euros, cuando muchos niños y las niñas que ahora empiezan a recibir una educación de menor calidad, y jóvenes que abandonarán antes el sistema, engrosen las listas de desempleados y subempleados en el futuro.

Pero… ¿qué recortes están acometiendo tanto el Gobierno central como los de las Comunidades Autónomas y que repercuten sobre la calidad y equidad de la Educación?:

  • Despido de profesores y profesoras, y como consecuencia más alumnos por clase, lo que significa una atención menos individualizada para cada alumno, menos ajustada a sus circunstancias personales y sociales de cada uno. Justo en la dirección contraria de lo que recomiendan todos los organismos internacionales.
  • Supresión o reducción significativa en programas de atención a la diversidad del alumnado, como el de acompañamiento educativo en Primaria, y en Programas de Refuerzo, Orientación y Apoyo (PROA), entre otros; esto perjudica sobre todo al alumnado de clases más modestas, que no puede afrontar el pago de academias y clases particulares. Esos programas facilitan que, al término de la jornada escolar, el alumnado con menor rendimiento académico reciba apoyos para las áreas que llevan más retrasadas, ayuda para hacer los “deberes”, etc. Pero estos programas están en retroceso.
  • Más deberes escolares a los menores, como consecuencia de que muchos docentes, al contar con más alumnos por aula y tener que completar el currículum educativo durante todo el curso, van a verse obligados a ello. Los deberes general desigualdades. Que un niño haga mejor o peor los deberes depende del nivel socioeconómico y cultural de su familia y de su entorno. Mientras unos padres intentan ayudar a sus hijos, otros recurren a clases particulares o academias, y otros muchos no tienen ni el nivel educativo ni el dinero para poder pagar esos apoyos. Por lo tanto, provocan muchas desigualdades sociales.
  • El endurecimiento de los requisitos para acceder a una beca de comedor, lo que ya ha provocado que  muchas familias que las necesitan se hayan quedado sin esas ayudas. Debemos ser conscientes de que ésta puede ser la única comida equilibrada del día que hacen muchos niños y niñas. El servicio de comedor se convierte en esencial para aquellas familias que carecen de recursos suficientes como consecuencia de la crisis o de la pérdida de empleo.
  • La retirada de las becas para libros de texto y de los programas de préstamo y reutilización de libros, junto con la reciente subida del IVA aplicado al material escolar, dejan a muchas familias españolas con muchas dificultades económicas a la hora de comenzar al año académico de sus hijos. El acceso a la educación de las familias en España es cada vez más costoso.

A menudo decimos que la educación es una inversión, no un gasto. Y es cierto, porque lo que el Estado invierte en educación, lo ahorra posteriormente en subsidios de desempleo, programas de asistencia social, instituciones penitenciarias, etc. Pero por encima de todo, la educación es un derecho de las personas.

Quienes están en el poder y los poderosos lobbies que les sostienen en él afirman que el Estado no puede mantener la gratuidad de la enseñanza, un principio básico en los países europeos. Sin embargo, creemos que la gratuidad se logra con una financiación pública basada en un sistema tributario justo y equitativo. Y ésa ahora debería ser la tarea de quienes están en el poder.

Por último, hay que hacer un llamamiento al conjunto de la sociedad en defensa de la escuela pública, porque este modelo de escuela garantiza que todos los niños y niñas, independientemente de su origen socioeconómico y cultural, puedan alcanzar el mejor desarrollo posible en el ámbito personal, social y laboral. La escuela pública es garante de la igualdad de oportunidades.

Jesús Salido Navarro,Vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA)

 

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