Las instituciones de la UE reconocen el Comercio Justo como una herramienta válida y útil para el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza en los países del Sur. Este reconocimiento se plasma en varias opiniones y decisiones a favor del Comercio Justo, como por ejemplo la opinión emitida por el Parlamento Europeo en mayo, o la llamada a la acción que realizó el Comité de las Regiones en febrero de este año.

También la Comisión Europea, que sigue siendo la institución con más influencia sobre las decisiones de la Unión ha reconocido hace poco el buen trabajo del movimiento de Comercio Justo a la hora de formular e implantar sistemas de certificación y mecanismos de acreditación sólidas. Además la UE ha apoyado muchos proyectos de Comercio Justo, centrados en la sensibilización de la ciudadanía y la cooperación al desarrollo.

Ahora es importante que estos apoyos y opiniones favorables desemboquen en una política consistente a nivel interno y externo. Una política consistente incluye muchos campos: El apoyo a las organizaciones de Comercio Justo y las directrices para la compra pública son un primer paso y sin duda importante. Más importantes aún son aquellas medidas que conciernen el acceso al mercado y las reglas del comercio convencional. En este campo a la UE le queda muchísimo que hacer:

  • Es preciso incrementar el acceso de los productores y trabajadores marginalizados del Sur al mercado comunitario en igualdad de condiciones.
  • Y convertir lo que hoy en día postula el Comercio Justo como criterios sociales y medioambientales en las condiciones NORMALES de todo tipo de comercio y producción.

Este es el objetivo que a largo plazo persiguen todas las iniciativas y organizaciones que trabajan a diario para fomentar el Comercio Justo.  Para conseguirlo, el papel de las organizaciones de Comercio Justo, de las ONGD y de las organizaciones de consumidores es clave.

La certificación Fairtrade aporta su grano al extender los criterios de Comercio Justo a nuevos ámbitos. Al ofrecer a entidades de carácter empresarial la posibilidad de trabajar con el Comercio Justo lleva casi veinte años demostrando que también las entidades con ánimo de lucro, empresas pequeñas y grandes, pueden seguir las normas de Comercio Justo y obtener beneficios. Es decir Fairtrade demuestra que el sector privado puede hacer las cosas bien y fomentar el desarrollo además de generar ganancias. Eso es posible siempre y cuando los consumidores lo demandan y la administración lo exige. En este contexto la importancia de las organizaciones de consumidores se explica casi por si sola: Articulan lo que exigimos como consumidores y fomentan que las buenas prácticas se extiendan entre las marcas.

Si queremos que las normas de Comercio Justo se conviertan en “lo más habitual” es imprescindible además el desarrollo de los productores y de las capacidades productivas. Hay muchas situaciones en las que los productores del Sur ven disminuidas sus posibilidades de desarrollo por la pobreza, la falta de recursos, de información y de formación. No pueden desarrollar su potencial sin una ayuda inicial desde el exterior. Las ONG de Desarrollo y muy especialmente las ONG de Comercio Justo juegan un papel clave en este ámbito: están en contacto estrecho con las organizaciones de productores, en muchos casos fomentan la creación y el desarrollo de dichas organizaciones que a su vez son condición importante para poder exportar la producción y acceder al mercado internacional en igualdad de condiciones.

Sólo si todos los actores cooperan, el Comercio Justo podrá seguir creciendo, en el Norte y en el Sur.

FOTO:(c) Pablo Municio&nbsp

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