“Por primera vez, hemos hablado al más alto nivel de paz en Ucrania”, afirmó el domingo 16 al concluir la Conferencia la presidenta suiza Viola Amherd, quien lo consideró como un evento con un “buen resultado”. Reconoció, sin embargo, que la pregunta clave es: “cómo y cuándo implicar a Rusia”, cuestión que sigue abierta.
Quedaban atrás dos días de intensas reflexiones en las que participaron un centenar de delegaciones sobre 160 invitaciones giradas. Estuvieron presentes, esencialmente, instituciones internacionales y delegados de Europa, aunque hubo también algunos representantes de África y América Latina. 57 de ellas fueron encabezadas por jefes de Estado o de Gobierno, en una convocatoria que logró un relativo éxito, si no fuera por las ausencias de peso. Entre ellas, en primer lugar, la misma Rusia. El documento final fue firmado por 82 representantes con significativas ausencias: China y los miembros del BRICS+, como Brasil, India, Sudáfrica etc. (https://www.dfae.admin.ch/eda/en/fdfa/fdfa/aktuell/dossiers/konferenz-zum-frieden-ukraine/Summit-on-Peace-in-ukraine-joint-communique-on-a-peace-framework.html).
El documento final insiste en el derecho a la integridad territorial de Ucrania, aunque el concepto “agresión rusa” no aparece en el mismo. Recuerda las diversas resoluciones de la Asamblea General de la ONU sobre este conflicto que desangra el corazón mismo de Europa. Y subraya: “Creemos que alcanzar la paz requiere la participación y el diálogo entre todas las partes”. Por lo tanto, se decide adoptar medidas concretas en el futuro para asegurar una mayor participación futura. Según el mismo, “la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los principios de respeto a la integridad territorial y la soberanía de todos los Estados, puede servir y servirá como base para lograr una paz integral, justa y duradera en Ucrania”.
Los objetivos previos
Según el Gobierno suizo, en su calidad de anfitrión, “el objetivo de la reunión a nivel de jefes de Estado y de Gobierno es desarrollar un entendimiento común sobre un posible camino hacia una paz justa y duradera en Ucrania”.
El cónclave, cuyo costo osciló en 10 y 15 millones de francos suizos (casi misma cifra en euros), pretendía proporcionar “una plataforma para el diálogo sobre caminos hacia una paz integral, justa y duradera para Ucrania sobre la base del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas; desarrollar un entendimiento común sobre un posible marco para lograr este objetivo”. Buscaba definir, consensuadamente, una hoja de ruta para integrar a ambas partes en un futuro proceso de paz.
El Comunicado oficial previo a la Conferencia hacía referencia al marco de referencia que se basa en: “los debates de los últimos meses, en particular sobre la fórmula de paz ucraniana y otras propuestas basadas en la Carta de las Naciones Unidas y los principios fundamentales del derecho internacional (https://www.eda.admin.ch/eda/de/home/das-eda/aktuell/dossiers/konferenz-zum-frieden-ukraine.html).
Si bien en un primer momento, durante la fase de preparación de este cónclave, la apuesta de Ucrania era promover como base, integralmente, su propio Plan de Paz de 10 puntos, lanzado en agosto de 2023, la agenda de Bürgenstock se concentró en un número menor de temas con el objetivo de asegurar un apoyo más amplio. Incluía el intercambio de prisioneros de guerras, deportados y niños en cautiverio; la seguridad nuclear, especialmente en cuanto a la protección de las centrales de este tipo que se ubican en zonas de conflicto, así como la problemática de la seguridad alimentaria, dado que varios puertos de exportación y zonas de tránsito de cereales y otros productos, se encuentran en regiones fuertemente militarizadas o en guerra.
Lo pendiente, lo más complejo y complicado
El punto clave que dificulta cualquier prognosis futura sobre la efectividad de la Conferencia de Bürgenstock es la no participación de Rusia en la misma. Así como la ausencia de actores de primer nivel en le geopolítica planetaria actual.
Las autoridades helvéticas sostienen que desde un primer momento informaron a Moscú sobre esta iniciativa en marcha. Que la primera respuesta de sus pares rusos fue de no participar. Y que luego, ante el riesgo que una posible participación de representantes rusos constituyera la causa para que Kiev no lo hiciera, priorizaron la fórmula de convocatoria, sin Rusia, que al final prevaleció. Aseguran que, en una próxima fase, la presencia rusa será esencial para avanzar hacia una salida negociada. La ausencia de Rusia, por otra parte, determinó que otros importantes actores mundiales –en particular del Sur Global–, no participaran ni suscribieran el documento final de Bürgenstock.
En los espacios diplomáticos ya se hablaba el domingo a la noche sobre la continuación de este proceso en un próximo cónclave internacional, con el objetivo de tratar de avanzar con los puntos pendientes, facilitando la presencia rusa. Suiza se volvió a ofrecer como anfitrión. También lo habrían hecho Turquía, Arabia Saudí o Qatar. Todo está abierto y este paso dado en Bürgenstock, de efectos mitigados, podría tomar fuerza si se amplían consensos y participan todos los implicados directos en el conflicto. Nada será automático. Por el momento Ucrania y Rusia siguen hablando lenguajes diferentes y exigiendo reivindicaciones inaceptables para uno y otro. Ucrania condiciona cualquier negociación al respeto de su integridad territorial y sus fronteras previas a febrero 2022. Rusia aceptaría firmar mañana mismo la paz, pero sobre la base del nuevo mapa, dibujado ahora luego de 28 meses de una guerra que beneficia a pocos –algunos monopolios armamentistas – y que golpea bruscamente la vida cotidiana de los pueblos de Europa y de más allá.
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