Recogidos, por el miedo a la pandemia que  nos sigue golpeando con la pérdidas de tantas almas, pintando en negro el dolor insufrible por los caídos, muchos de ellos, solos y abandonados en brazos de la muerte. La esperanza de la salvación, nos alivia  con el fervor hacia la Virgen del Carmen, por la que el pueblo cristiano siente especial devoción.

Cuando llega 16 de julio, la Virgen pasea por  nuestras calles  bendiciendo a sus hijos devotos, para encontrarse en felicísima salutación entre las gentes del mar. Tal vez, esta sea la mayor de entre las fiestas del calendario  en honor de nuestra Madre. La Virgen del Carmen ha inspirado en la historia de la fe una larga estela de santidad, que arranca del Monte Carmelo, la devoción del  profeta Elías, jardín de la nube milagrosa contra la sequía, la veneración del lugar y el nacimiento de la Orden de los Carmelitas. Más tarde, la aparición de la Virgen a San Simón Stock, ofreciéndole su escapulario, pasaporte al Cielo para todo aquel que muriera portándolo. Curiosa aparición en un monte de Israel, quien fue, ha sido y será, Stella Maris, montaña y mar de devoción mariana en esta tierra de María Santísima.

Después gozamos con el advenimiento de la fiesta solemne de Santiago apóstol, patrono de España, el día 25 de julio, domingo. Feliz coincidencia del calendario que nos dice estamos en Año Santo Jacobeo, efeméride para honrar al Patrono de España, bajo cuyo patrocinio se ha difundido la fe cristiana y se ha mantenido hasta el día de hoy en nuestro suelo, a pesar de tantas dificultades a lo largo de los siglos. Seguimos necesitando hoy, el anuncio de la Iglesia del  gozo y la alegría del Evangelio. El Camino de Santiago, camino hasta el sepulcro del apóstol en Compostela, se ha convertido en una parábola permanente de la vida humana, que camina al encuentro del Señor.

Estamos en tiempos de desolación, falta de fe y dudas en la caridad y fraternidad entre los hombres, acuciados por el materialismo imperante. San Ignacio, nos recomendaba no hacer mudanza en tiempo de tribulaciones. Quizás sea momento de cambios, a pesar de la recomendación citada, y volver a la esencia del hombre bueno, todos en Cristo en perpetua hermandad que nos reconcilie hacia la Vida.

Emilio Hidalgo Guirado