Éstas son algunas de las principales conclusiones extraídas del estudio “Crisis y contrato social. Los jóvenes en la sociedad del futuro”, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado e independiente promovido por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción).

El estudio, basado en 1.000 entrevistas realizadas a jóvenes de 18 a 24 años y ocho grupos de discusión, analiza cómo viven los jóvenes españoles la aparente ruptura del “contrato social”, compromiso implícito entre los jóvenes y la sociedad que estipula que a cambio de un esfuerzo inicial, normalmente de carácter formativo, se garantiza la integración futura (social, laboral, ciudadana) de esos jóvenes. Y, por otra parte, cómo repercute esta situación en diferentes ámbitos en la vida de los jóvenes: Desempleo, dificultades para la emancipación, inseguridad y confusión, entre otros.

Según el estudio, no hay duda de que la crisis actual, por su intensidad y duración, cuestiona severamente este “contrato social”, repercutiendo en diferentes ámbitos en la vida de los jóvenes españoles. Por una parte, la falta de trabajo les genera serias dudas sobre su integración futura ya que han comprobado que el esfuerzo y la preparación no la garantizan.

Ante esta realidad, entre los jóvenes parece haberse instalado una sensación generalizada de desconcierto donde el único punto que les genera seguridad y confianza es el apoyo familiar.

Para salir de la crisis, de la que un 70,9% de los jóvenes hacen responsables al Gobierno y los partidos políticos, reclaman en general un cambo de rumbo en la formación: una mayor conexión con lo laboral, con la empresa y, sobre todo, más ayudas para poder encontrar empleo.

Los jóvenes españoles reconocen disfrutar de las prestaciones del Estado del Bienestar mucho más que sus padres, salvo lo referido a estabilidad y seguridad, que la crisis parece haber puesto es cuestión. Además están convencidos de que sus hijos vivirán mucho peor que ellos (salvo en estabilidad y seguridad, que seguirán igual) aunque sin retrotraerse al nivel de sus progenitores.

Si bien la crisis afecta a la juventud en su totalidad, no afecta de igual manera a todos los jóvenes. La clase social de procedencia establece diferencias importantes y agudiza la brecha social. Las clases sociales más vulnerables viven más intensamente el desempleo y tienen niveles educativos más bajos y más problemas para recuperar los estudios.

Para los jóvenes pertenecientes a estatus alto y medio y aquéllos que cursaron estudios universitarios o profesionales, la crisis supone el peligro de no conseguir sus objetivos o, como mínimo, la rebaja o el aplazamiento de sus expectativas vitales. Para los y las jóvenes encuadrados en clases medias y bajas y aquéllos que abandonaron sus estudios o tienen una cualificación baja, la crisis representa un peligro real que incluso pone en juego la supervivencia y la integración social, y posiblemente la vuelta a un pasado de desigualdades profundas y falta de oportunidades.

La crisis en general ha supuesto para los jóvenes españoles una frustración de sus expectativas y una visión fatalista del futuro. Sólo un 20% de los jóvenes cree que mejorarán en los próximos dos o tres años, frente al 36% que piensa que empeorarán; a su vez, un casi un 40% piensa que en ese plazo no habrá cambios sustanciales. Por otra parte, casi tres de cada cuatro jóvenes (71%) considera poco o nada probable encontrar trabajo en el próximo año.

Gobierno y partidos políticos, responsables de la crisis

En cuanto a la responsabilidad de la situación actual, los jóvenes señalan claramente al gobierno y a los partidos políticos (así lo dice el 71% del colectivo), seguidos de los responsables económicos (empresarios y banqueros), a quienes señala el 51%. Un 39% apunta a la situación económica mundial y un 20% al conjunto de la sociedad. Los propios jóvenes tan sólo son señalados por un 5% y las familias por un escaso 2%. Incluso hay un 0,5% que dice que la culpa no es de nadie

La gestión de los responsables políticos y económicos se sitúa en primera línea de motivos por los cuales la duración y profundidad de la crisis es peor de lo que podría o debería haber sido. A su vez, si tal gestión ha sido en parte responsable del agravamiento de la crisis, no es menos cierto que se opina con carácter de certeza indiscutible que será también una de las causas por las que se tardará más en salir de la misma. En definitiva, la gestión política e institucional es objeto de fuerte crítica.

Esta culpabilización de la esfera política provoca que en torno a un 47% de los jóvenes españoles consideren necesario apoyar movimientos que propagan cambios profundos en el actual sistema económico, social, político e institucional.

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