Las energías renovables, y la energía eólica en particular, mejoran su tecnología día a día, abaratan costes y reducen sus impactos ambientales, principalmente relacionados con la muerte de avifauna y con el impacto visual.

Los aerogeneradores se diferencian principalmente por su eje de rotación, en el caso de que sea paralelo al suelo hablamos de aerogeneradores de eje horizontal (los más ampliamente usados, por su adaptabilidad, rango de potencia, etc.), mientras que si el eje de rotación es perpendicular al suelo, el aerogenerador será de eje vertical.

Si clasificáramos los aerogeneradores por su potencia, claramente destacarían los dedicados a la generación de energía offshore, cuya potencia puede llegar hasta los 10 MW (Clipper, 2010), algunos de los más potentes actualmente llegan a 6 MW, y pueden producir hasta un 50% más de energía que los de origen onshore. Estos últimos, pueden alcanzar los 7,5 MW (Enercon, 2011), recientemente se han instalado algunos con una potencia máxima de 4,5 MW, en cambio, otros de menor potencia se utilizan en sitios de difícil acceso, para generación distribuida o comunitaria (menos de 1 MW).

Además de éstos, podemos encontrar aerogeneradores de minieólica, con una potencia de entre 1 y 100 KW, y microgeneradores eólicos que se utilizan en vehículos y barcos y tienen una potencia de 50 W a unos pocos KW. Las pequeñas turbinas eólicas suelen aplicarse a instalaciones aisladas de particulares y a las conectadas a la red eléctrica.

Los aerogeneradores minieólicos se utilizan para electrificar casas aisladas de los tendidos eléctricos. El aerogenerador se conecta a una batería que almacena la energía y un regulador controla su carga y descarga, es interesante añadir un inversor que transforma la electricidad de corriente continua en alterna. Mientras que las microturbinas son usadas, como antes se señalaba, en vehículos terrestres o marítimos y uno de sus primeros usos fue emplazarlas en lugares poco accesibles, como altas montañas, actuando como fuente de alimentación para las telecomunicaciones.

Otra opción son los sistemas centralizados, si hay un grupo de viviendas se pueden concentrar equipos y energía y resultar más ventajoso y eficiente. Se produce, se almacena, se transforma la energía y más tarde se distribuye a las viviendas.

Una tercera alternativa es implantar un sistema híbrido, puesto que la energía eólica sufre fluctuaciones, se suele acompañar ésta de otras fuentes de energía renovable como  paneles solares fotovoltaicos o de generadores de diésel, gas u otro combustible. De esta forma, se aporta una mayor seguridad al sistema eléctrico en caso de que el viento no sople con la intensidad necesaria.

La crisis económica ha ralentizado la expansión del sector, pero hay grandes nichos donde se podría generar energía a través de aerogeneradores eólicos, América Latina es, sin duda, uno de ellos.

Hemos visto los aerogeneradores que se pueden implantar y aplicar según las necesidades que se requieran. Gracias a diversos estudios sabemos los lugares donde el viento se mueve con más fuerza y dónde es viable realizar un determinado proyecto. Teniendo en cuenta factores ambientales, económicos y sociales, y escuchando al viento, podemos obtener una energía más limpia.

Pedro Turro es coordinador del área de Renovables y Eficiencia.