La poesía asila hábitos de nuestros silencios, de nuestras apreciaciones más reservadas, de nuestros estados de ánimo, de nuestros sueños y emociones…, y al tiempo que nos traslada a otra dimensión nos anima a husmear en los sentimientos e incluso nos lleva a pasear por los rincones más recónditos de la imaginación trascendiendo en su plenitud al infinito de los sentidos. Que toda poesía, en la pureza de su esencia, consigue elevar por momentos tanto a su creador como a su lector no es algo que sorprenda.
Pero es bastante apreciable que para los hacedores de versos nunca ha sido fácil darse a conocer en el mundo literario, siendo numerosas las ocasiones en que la decepción de no ver publicado un trabajo ha llevado al desánimo. La desesperación ha surcado las venas pensando que la recompensa nunca es proporcional al sacrificio, aunque este sea considerado por las personas más cercanas como excepcional.
En la actualidad parece ser que todo ha cambiado de manera sustancial. Hoy en día, con las poderosas redes sociales, se abre una puerta a la esperanza. Por el simple hecho de tener un cierto número de seguidores en tu perfil, un poema puede experimentar la gloria laureada del éxito.
Quién lo diría, cuando no hace tanto nos quebrábamos las tapaderas del sentido intentando que viese la luz cualquiera de nuestras elucubraciones…
Con la bienintencionada voluntad de refrescar la memoria… Si nos asomamos al ayer, se observa que desde principios del siglo XIX y hasta bien adentrado el siglo XX los nidos donde habitualmente se han refugiado los autores incubando el resultado de su pasión hacia el verso han sido las revistas literarias.
Haciendo hincapié en ello, he de reconocer la relevancia de algunas que ciertamente fueron buques insignia del panorama poético llegando a simbolizar y encauzar las diferentes tendencias que brotaban de los poetas. Quedan grabadas en los anales de la Literatura
Española de la segunda mitad del siglo pasado revistas que denotaban corrientes de sobra identificadas. Publicaciones como la leonesa Espadaña, la madrileña Garcilaso o la cordobesa Cántico, ampararon en sus páginas a autores que compartían afinidades y que hoy por hoy son referentes canalizando parte del horizonte que acoge este género literario.
Pero aunque somos conscientes de que estas ediciones periódicas ya no gozan de aquella pasada importancia y en su inmensa mayoría abandonan la impresión en papel para mostrar sus realidades en el plano digital, sí que siguen denotando de manera variada y enriquecedora la grandiosidad que derrocha la visión de los que la compendian.
Autores que, abriendo cauce al reguero de sensaciones que cada tiempo vierte, muestran su pasión de múltiples y dispares maneras disponiendo a la vida los pálpitos más distinguidos que nacen de los adentros.
En mi condición de coordinador de una de estas cruzadas poéticas actuales denominada Suspiro de Artemisa, me considero afortunado ante la posibilidad de cosechar este talento que irrumpe al amparo de un firmamento de ánimos capaz de congregar la disposición y excelencia que porta en su doctrina la creatividad del poeta. He de confesar que a pesar de las vicisitudes que pueden llegar a surgir no hay nada tan complaciente como asilar las muy distintas maneras de pellizcar el alma, nada tan sublime como sentirse vida y aliento en la complicidad que sigilosamente admite el verso.
Diré que Suspiro de Artemisa nació en el año 2010. Su pretensión era aunar el sentir poético de autores actuales que con muy distintos registros y sin concepto generacional que coartase su contenido pudieran manifestar su voluntad de la manera más digna. Todo ello sin el más mínimo obstáculo ni límite en su forma de expresión. Y aunque ya hemos advertido que los derroteros reinantes abren un abanico infinito de posibilidades a la hora de ver las ilusiones cumplidas, esta publicación en su talante es una opción más donde el poeta puede ver satisfechos sus deseos de publicar, con el único inconveniente de que todo aquel que forme parte de ello lo hará con obra inédita. Suspiro de Artemisa es un rinconcito donde cada creador atiende con sus propios recursos para así significarse de la manera más llevadera y alentadora.
En sus quince números nacidos a la vida con un enfoque monográfico, nuestros colaboradores se han volcado con sus versos en el centenario de la publicación de Campos de Castilla o de Platero y yo; hemos abordado en nuestras páginas figuras tan relevantes como las de Miguel de Cervantes, Fernando Pessoa, Federico García Lorca, Jaime Gil de Biedma, Miguel Hernández, Antonio Gala, José Ángel Buesa, Vicente Núñez, Juan Bernier o Pablo García Baena, entre otros…
Cultivando sueños. Nuestra voz sigue entonando su intención de pregonar voluntades, esos testamentos que revolotean por el interior y que son capaces de despabilar los porqués que tanto motivan, que tanto ayudan en cada amanecida.
Y es que cada vez que sostenemos en las manos una revista de poesía suena una canción que perdurará eternamente, uniendo a cuantos se atrevan a seguir su cruzada formando parte de un cometido que apuntala en sus cimientos al verso y sus inferencias.
Cada vez que nos adentramos en una revista de poesía un universo de creatividad irrumpe en las entrañas, consigue con su pálpito que el despertar de las sombras inaugure condición y grandeza. Mientras el paso de sus páginas va descubriendo aromas insospechados que llevan a abrazar la vida con actitud suspirada.
Calixto Torres es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, del Capítulo Reino de España.
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